Muchas de las metáforas que se utilizan en el campo de la política proceden del paradigma organicista. La fuerte presencia de Eva Duarte y de Cristina Fernández en la historia política argentina, ha traído un órgano que tanto real como simbólicamente viene a decirnos algo, sobre todo para las mujeres que desde el feminismo y las problemáticas de género militan por una política diferente en el pensar, el sentir y el hacer.
Por Angelina Uzín Olleros*
(para La Tecl@ Eñe)
“La era esta pariendo un corazón
No puede más, se muere de dolor
Y hay que acudir corriendo
Pues se cae el porvenir
La era esta pariendo un corazón
No puede más, se muere de dolor
Y hay que acudir corriendo
Pues se cae el porvenir.”
Silvio Rodríguez.
Muchas son las metáforas que se utilizan en el campo de la política, la mayoría procede, especialmente en la economía, del paradigma organicista; de hecho todavía designamos a los órganos de gobierno o a los organismos del estado desde esa impronta del traslado de la noción de cuerpo a la de cuerpo social. A esto se suman las metáforas bélicas, con las amenazas que implican virus y bacterias que enferman, descomponen o alteran el orden de ese cuerpo que atraviesa un malestar o un desorden. La metáfora organicista insiste en ejemplificar las instituciones y los sujetos como órganos de un sistema: los trabajadores son la columna vertebral; la iglesia es el corazón; la familia es la célula básica; algunos actores sociales son definidos como el riñón del partido, el brazo armado de la agrupación; y así sucesivamente.
El epistemólogo Francisco Varela reflexiona acerca de la impronta de la biología y sus descubrimientos científicos en las investigaciones de las ciencias sociales. Él denomina al sistema inmunológico como el segundo cerebro del cuerpo, dice entonces que: “A diferencia del cerebro, que se concentra, por cierto, en la cabeza, el sistema inmunológico se dispersa por todo el cuerpo a través de los órganos y del fluido linfático.” El campo de la Sociobiología, por ejemplo, ha ubicado en el cerebro a las fuerzas armadas, como el lugar estratégico de una sociedad, y el sistema inmunológico también suele ser ejemplo para describir las defensas que un país debe generar en respuesta y resistencia ante el ataque exterior. Varela dice: “Ahora adviertan la epistemología que subyace a este modelo; se la formula claramente como una metáfora militar. Ustedes tienen defensas que se basan en centinelas y en ejércitos (anticuerpos) cuyo número aumenta en caso de infección.”
Esa epistemología ha sido modificada por un dato que proviene de un cambio de paradigma en la misma biología: en el año 1974, Niels Jernet descubre lo que denominó “anticuerpos antiidiotípicos” que son los que luchan contra otros anticuerpos. Nuevamente Varela: “De pronto el sistema comenzó a parecerse a una red cuyos elementos se conectaban entre sí más que con el exterior, la imagen de tontos soldaditos mirando hacia fuera se convirtió en la imagen de personas en sociedad, de personas hablando mutuamente en lugar de mirar hacia afuera.” El enemigo exterior (virus y bacterias) también convive al interior de ese cuerpo con numerosos anticuerpos que luchan entre sí.
Abundan también ejemplos en la economía, hemos escuchado a los analistas de los sucesivos modelos económicos (celebrando sus éxitos o justificando los fracasos), afirmar que: “el diagnóstico de la situación ha dado una idea de cómo pensar un tratamiento adecuado para el enfermo”, ocupando el lugar del paciente ese cuerpo social herido y afectado por una dolencia monetaria o cambiaria o hiperinflacionaria. Y esto tiene un alcance mucho más profundo cuando una computadora está infectada por un virus y la Web anuncia en sus múltiples redes los posibles contagios y sus consecuencias. El cuerpo informático, la red, también se enferma.
Esta “mesa de operaciones” en la que se encuentra el cuerpo social, advertido del peligro, ante la inseguridad de ser potencialmente agredido se sostiene en el ámbito político, sin tanto vuelo argumentativo, a través de un conjunto de portavoces del desastre actual y venidero. Como soldaditos vienen a “operar” para defendernos de la enfermedad, y a falta de ideas recurren a la miseria del lenguaje; algo que se hace patente en la proximidad de las elecciones de medio término, sin temor a quedar expuestas y expuestos a las ideologías misóginas que son expresadas tanto por mujeres como por hombres de la política. El cuerpo en sí mismo, como realidad y como vivencia existencial; el cuerpo como metáfora de otro cuerpo: el social, no sólo es objeto de miradas epistemológicas, clínicas, históricas, sino también es mirado y utilizado como muestra de un “estar en el mundo“, como portavoz de un sujeto doliente o como obra de arte.
El artista Gottfried Helnwein realizó una muestra en la que aparecen cuerpos desnudos con material quirúrgico sobre ellos. En su página web[1] encontramos la siguiente presentación: “Este artista alemán utiliza el dolor como una forma directa de manifestar nuevas sensaciones, logrando manipular las escenas, siendo él mismo objeto para describir sus sentimientos en una gran obra de arte. En cada pieza están contenidas las sensaciones del ser humano; tratando de hacer visible el dolor del hombre y al mismo tiempo reflejar que ese dolor es provocado por él mismo. El nuevo arte del dolor, con esta pretensión provoca una serie de experiencias catárticas que permiten hacer una traducción personal de lo que quiere decir, porque a partir de ésta provoca en el espectador una sensación que muchas veces es identificada por cualquier hombre que contemple sus obras.”
Hasta aquí, en los diferentes análisis del campo político nunca se había presentado con tanta agresividad lo que supuestamente representa el útero como órgano, sus funciones, su presencia en el cuerpo de una mujer y su relación metafórica con el poder. En el caso de Eva Duarte la saña fue depositada sobre la palabra “cáncer” que estaba ubicado en su útero; en el de Cristina Fernández es directamente sobre el “útero” que se ubican los peores comentarios, que lamentablemente provienen de otras mujeres de la política. A este panorama organicista en la actualidad, la fuerte presencia de Eva y de Cristina en la historia política argentina ha traído un órgano que tanto real como simbólicamente viene a decirnos algo, sobre todo para las mujeres que desde el feminismo y las problemáticas de género estamos militando por una política diferente en el pensar, el sentir y el hacer.
Es por eso y a partir de eso que podemos parir una sociedad nueva o un mundo nuevo, aunque nuestros úteros hayan enfermado, porque hay otros úteros que no están en la biología pero se encuentran en los otros registros que nos hacen humanas y humanos, aquellos que no provienen de la naturaleza física, sino de la moral, de las emociones que hacen a la hospitalidad y de las ideas que nutren los símbolos y los lenguajes de una nueva época.
Referencias:
Paraná, 11 de noviembre de 2021.
*Dra en Ciencias Sociales. Máster en Filosofía. Docente en UADER y UNR. Escritora.
1 Comment
¡Muy interesante! En esa «mesa de operaciones políticas» vuelve a reducirse a las mujeres un útero!