Una serie de textos escritos luego del 7 de octubre del 2023, ayudan a comprender la centralidad global que tiene el proceso de limpieza étnica que desarrolla el gobierno de Israel sobre la población palestina en la Franja de Gaza. La reciente visita de Milei a Netanyahu es una postal que nos habla de la imbricación que la política argentina ha alcanzado en la agenda de lo que el historiador Enzo Traverso llama “fascismo del siglo XXI”.
Por Diego Sztulwark*
(para La Tecl@ Eñe)
El presente no impone un modo único de ser. Se es contemporáneo de muchas maneras. La semana pasada, mientras el presidente argentino visitaba al actual primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, mundialmente considerado criminal de guerra, el filósofo Peter Pal Pelbart difundía desde San Pablo una carta dirigida a judías y a judíos de Brasil en donde se lee lo siguiente: «Las manifestaciones contra la política del gobierno israelí fuera de Israel son calificadas inmediatamente por la prensa israelí de antisemitas, e incluso se utilizan para reforzar la creencia encubierta de que «todo el mundo está contra nosotros». Pero cuando son llevadas a cabo por judíos, esta acusación no puede sostenerse: sus protagonistas serán a lo sumo tachados de traidores. Quizá sea éste el único elemento de presión que nos queda. Y si esta ola se extiende, ¡la coartada de que Israel actúa en nombre y defensa de todos los judíos se vendrá abajo! No, lo que está en juego no es la supervivencia del pueblo judío -que la política israelí pone en peligro frontalmente, inflamando el antisemitismo en todo el mundo-, sino la supervivencia del gobierno más truculento, fascista y corrupto de la historia de ese país. Y, obviamente, la supervivencia del pueblo palestino».
En su carta, Pal Pelbart afirma que “El Estado de Israel no ha recibido ningún mandato de la diáspora judía para exterminar en su nombre a la sociedad palestina y expulsarla de su tierra, y mucho menos diezmarla. Los delirios de Trump sobre la Riviera de Oriente Próximo, así como los de los ministros del gobierno israelí que abogan por una Nakba definitiva, tendrán que ser juzgados todavía por la historia, junto con sus autores”.
Estos párrafos invocan el “apellido judío” como instancia de enunciación capaz de desarmar la perversa coartada con la cual el gobierno de Israel y quienes lo apoyan, pretenden acusar de antisemitas a quienes los cuestionan con toda razón por la realización, a través de un genocidio, de una limpieza étnica en la Franja de Gaza. El apellido puede funcionar, propone Peter, como impugnación efectiva ante el inexistente derecho de Israel para hablar en nombre los judíos de la diáspora. La carta pretende avivar la conciencia de otros tantos judíos que en Brasil (y en cualquier otro lugar) podrían enarbolar su procedencia genealógica –aquello que los unes real o imaginariamente con un pueblo antiguo, y una de las principales víctimas del nazismo– como arma eficaz para neutralizar la legitimación de un crimen histórico.
Peter escribió la carta en su nombre y en el de N-1, casa editorial que ha publicado Pensar después de Gaza (libro de Franco Bifo Berardi que Tinta Limón está a punto de publicar en Argentina), texto con el cual ha realizado hecho lecturas públicas. Es también coautor –con Bentzi Laor– de un libro llamado O judeu pós-judeu: Judaicidade e etnocracia (de pronta publicación en Argentina, también a cargo de Tinta Limón). Los autores cuestionan el modo etnocrático de vivir la tradición judía como fuente de un supremacismo sobre el cual actúa el gobierno de Israel: la contracara de la identidad de la víctima eminente, eterna, es el victimario incuestionable. Alguna vez escuché a Peter contar que el apellido que usa no es el de su padre, un judío húngaro que fue rescatado de un Lager, sino quien lo salvó de la muerte segura. La carta forma parte de un modo de activismo que, según ella misma dice, no puede no saber a poco. Ella no puede por sí sola detener el horror.
La historia ante Gaza
Pocos días antes de la llegada de Milei a Israel, el historiador Enzo Traverso aseguró –en una entrevista con el programa Memento, que saldrá publicada en unos días– que en EEUU son más bien los evangelistas de derecha quienes sustentan el apoyo del gobierno gringo a la política de Israel, mientras que una gran parte de judíos –los muchos judíos no sionistas– se oponen activamente al genocidio palestino, tomando parte activa en las masivas protestas (entre ellos reconoce a colegas y estudiantes de la universidad en la que enseña). Traverso ha publicado Gaza ante la historia, que asume una posición anticolonial como perspectiva para participar de las polémicas sucedidas luego de la intervención militar de Hamas sobre Israel el 7 de octubre de 2023. Como otros tantos estudios sobre las prácticas genocidas, considera que el componente colonial es clave para entender sus diferencias con el genocidio Nazi y el palestino.
El historiador considera que las voces que afirman el derecho de Israel a defenderse de la agresión recibida, han aplastado la cuestión central del derecho del pueblo palestino a resistir la ocupación y el genocidio. Los ideologemas dominantes operan igualando términos como antisionismo y antisemitismo, o anticolonialismo y fundamentalismo teológico. Traverso considera indispensable comprender que Hamas es una expresión política “popular” en Gaza (y no sólo allí), y que la organización islamista “ha condenado el Holocausto y el antisemitismo, declarando que su lucha no es contra los judíos, sino contra el Estado sionista”, y que en sus “nuevos estatutos de 2017 abandonó el plan de destruir Israel y adoptó la idea de un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967”. Sin embargo, no simpatiza en lo más mínimo con el grupo que estuvo emparentado con los Hermanos Musulmanes, y piensa que “en una sociedad libre, Hamas sería, sin dudas, el principal enemigo de la izquierda”. Pero su rechazo ideológico, así como su repudio de la acción de octubre del 2023 (por lo que tuvo de violencia premeditada contra civiles), no se confunde con las condenas deshitorizadas del relato dominante contra el cual se pronuncia. Para Traverso es importante recordar que la acción armada contra civiles tiene su filiación en acciones practicadas por el FLN de Argelia, la OLP del pasado o el Irgum previo al Estado de Israel. La acción del 7 de octubre debe ser comprendida –cree Traverso– dentro del marco histórico específico de colonización israelí.
El autor cuestiona también el uso de propaganda política unilateral desarrollada por el gobierno de Israel respecto de las denuncias de violaciones de mujeres israelíes durante el ataque de octubre. No sólo por considerarlas indebidamente documentadas –lo que es frecuente en contextos tierra arrasada–, sino porque afirma que tales denuncias se fundan sobre una distinción entre “combatiente” y “terrorista” que dista de ser clara. De hecho –dice– “ambas figuras se solapan”, ocultando que la “violación” como arma criminal durante las guerras fue empleada por ejércitos en Afganistán, Iraq, Nigeria y Ucrania. Y lo fue también en mayo de 1945: “la entrada del Ejército Rojo en Berlín fue una pesadilla para decenas de miles de mujeres alemanas”. Traverso sostiene que “tanto los combatientes de Hamas como los soldados israelíes han cometido violaciones”, y que hay que orientar la repugnancia que causan estos crímenes hacia la constitución de un grito paz, y no de la legitimación del horror. Sólo que una orientación semejante supondría entender que “que el terrorismo de Hamas es el reverso del terrorismo de Estado israelí”, y no su justificación. En las reflexiones que hizo Traverso en Memento, se alcanza una importante conclusión: que no será posible defender las ideas de igualdad y libertad en ninguna otra situación, sino se es capaz de hacerlo hoy mismo frente al genocidio en Gaza. La ofensiva de las ultraderechas -o fascismos del siglo XXI, como él les llama- avanza enloqueciendo las palabras y afirmando su victoria en el terreno conceptual, vaciando sentidos y aniquilando significaciones históricas: claudicar en la lucha por las palabras equivaldría a asumir una indecorosa derrota histórica.
Mi cuestión judía
Por supuesto, también en Argentina se han publicado libros importantes luego del 2023. Uno de ellos, Oreja Madre, Mi cuestión judía, de Dani Zelko, desanda los mitos de una educación que hace de Israel una zona afectiva inexpugnable, inmune a indispensables distinciones críticas. Zelko narra el trayecto de esa revisión –investigación realizada en una primera persona que no queda confinada a la introspección–, que tiene mucho de salida al mundo y encuentra en los mapuches en lucha un papel decisivo. El relato del asesinato de una parte de su familia en un kibutz durante la acción que ejecutó Hamas en el 2023 es de una intensidad inaudita. Porque Dani consigue, a través del dolor que lo desgarra, un lúcido entendimiento del carácter histórico de las fuerzas que se anudan en la tragedia. Esas páginas están impresas sobre papel negro, que expresan el fondo de duelo inseparable de cada palabra que escribe.
Si a pesar de ese complejo recorrido, que lo lleva a desandar mitos familiares y a transcribir un largo y hermoso poema de un escritor palestino, Zelko puede seguir pronunciando la expresión “mi pueblo” –para referirse a los judíos–, es porque entre tanto ha logrado despejar las premisas que le permiten definir los términos de su participación en ese pueblo. Para él, ese formar parte existe como un conjunto de nombres de su historia que merecen ser salvados del olvido, vidas y pensamientos que rescaten a todo pueblo de la ignominia en la que caen cuando se dejan gobernar por un grupo de asesinos. Ese es el sentido de la narración que Zelko hace de la historia izquierdista del Bund, y la reproducción de una conmovedora memoria de los combatientes del Gueto de Varsovia. Haciendo de la cuestión judía un asunto personal, Zelko concluye que no hace falta un Estado judío (y menos uno que se ofrece para probar las armas de la moderna industria bélica occidental con la población palestina).
En conversaciones con Marcela Perelman, directiva del CELS, pude interiorizarme sobre las maneras en que el judaísmo argentino está procesando de modo difuso –aunque consistente y extendido– la situación de los judíos de la diáspora a los que Israel –como Estado cuyo gobierno comete un exterminio en nombre de los judíos– no sólo no representa, sino que les genera un rechazo moral que los impulsa a desmarcarse de un modo cada vez más decido.
El judaísmo laico argentino, dice Perelman, comenzó a revisar y desmontar –como le ocurre a Zelko– su identidad judía, que por demasiado tiempo se consideró automáticamente alineada con Israel. Y lo hace conversando, escribiendo y leyendo libros de disputa conceptual que marcan el despertar de una nueva conciencia: una ruptura y un viraje. Desde mi punto de vista, el más impresionante de esos libros escritos luego de octubre del 2023 es el muy reciente Después de Gaza, de Pankaj Mishra, texto que brilla como un extraordinario mapeo de problemas –colonialismo, islamofobia, sionismo, antisemitismo europeo, memorialismo israelí, alemán y norteamericano, partición de la India, sustitución del tercermundismo luego de la revolución iraní del 79– de tipo universales que convergen en Gaza y como modelo renovado de la crítica. Pero volviendo al razonamiento de Marcela (que puede rastrearse en un podcast de Crisis en el aire, y en un artículo que la Revista Crisis está por publicar), toda esa literatura tiene una función desmitificante y sirve, en la línea de la carta de Pal Pebart, para revocar la pretensión del sionismo colonialista proisraelí de presentarse como los únicos judíos legítimos. Para Perelman, ha llegado la hora de recordar como no menos judío del legado obrero, anarquista y comunista, y de la cultura y el humor del idish, insumos valiosos para recrear un internacionalismo capaz de comprometerse con un nuevo proyecto de izquierdas.Creo que Marcela acierta en Argentina, como Pal Pelbart desde Brasil o Traverso desde EEUU, al considerar que frente a Gaza se juega un problema de estricta relevancia global y de gran urgencia moral. Y vuelvo al viaje de Milei a Israel para reforzar esta impresión de un estricto entretejido entre los acontecimientos que ligan Gaza con nuestras coyunturas nacionales e internacionales. El ingreso que ambos mandatarios hicieron al recinto de la mezquita Al-Aqsa (considerado una profanación y un insulto para musulmanes de todo el mundo), ocurrió horas antes de que ese país ordenara bombardear Irán sin declaración de guerra previa, sólo un poco después de que en Argentina la Corte Suprema apuntaba con idéntica precisión a la proscripción de por vida a la principal líder de la oposición. En ambos casos, la ilegalidad política sirve para destruir enemigos del orden que pretenden instaurar.
La pregunta es…
Resulta imposible, por tanto, soslayar la imbricación entre situación nacional y mundial. Aquí y allá el crimen político y el desarreglo institucional son los medios para despejar toda oposición política real al poder de un occidente en guerra. Las derechas extremas no dudan en hacer vibrar cuerdas emocionales populares profundas, sea para emplearlas en su favor, sea para destruirlas sin más. En todos los casos, se trata de hacer coincidir –violando el orden jurídico y moral– el campo político legal con el programa del bloque de poder.
En este contexto, en conversaciones con Abel Gilbert, escucho decir que el presente –el presente mundial, por así llamarlo– se organiza (se entiende, se piensa, se vive) desde Gaza, planteando, de hecho, una pregunta inevitable: ¿por qué a la conversación pública argentina –con sus debidas y destacables excepciones– le cuesta tanto reconocer esta centralidad de Gaza no sólo como un problema próximo e inmediato, sino también como la batalla fundamental de nuestro tiempo? El creciente ausentismo que las élites políticas le reprochan a un electorado indiferente guarda quizás cierta proporción con la escandalosa deserción intelectual practicada por ellas mismas, impidiendo las discusiones imprescindibles sobre el acontecimiento más decisivo de nuestra contemporaneidad. Del crimen político se participa, también, apagando la conciencia que debería despertarse respecto de los problemas que conciernen.
Buenos Aires, 16 de junio de 2025.
*Investigador y escritor. Estudió Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Es docente y coordina grupos de estudio sobre filosofía y política.