El afecto es político por antonomasia, afirma Roque Farrán en este artículo, y agrega que para entender el apoyo al macrismo que aún subsiste en buena parte de la población, hay que entender la estructura del afecto que organiza esas persistencias. Hay que apuntar a las bases de todo, lo cual es doloroso porque hay gente próxima que desea profundamente la tristeza.
Por Roque Farrán*
(para La Tecl@ Eñe)
La función de la teoría materialista no es explicar o comprender, tampoco ofrecer prestigio, sino brindar un espacio-tiempo concreto de ejercicio del pensamiento para la transformación de sí, de los otros, del mundo. Comprometernos con el trabajo teórico desde semejante deseo de transformación real, conlleva así un rigor inventivo que no le viene del prurito por las fuentes o las citas, sino por las consecuencias materiales del caso. Si deseamos pensar en verdad tenemos que dejar de lado los maniqueísmos teóricos y también que el gusto o disgusto por ciertas palabras determine absolutamente el juego del pensamiento, a través de exclusiones y privilegios terminológicos. No se trata, pues, de estar a favor de la vida o la muerte, la alegría o la tristeza, el amor o el odio, la negatividad o la positividad; como tampoco de si me gusta o no el término goce, deseo, placer, sujeto o verdad, etc. Si vamos a pensar en verdad tenemos que atravesar esas disyuntivas dicotómicas y también las divisiones disciplinarias típicas. Tenemos que pensar materialmente en términos de movimientos, desplazamientos y entrecruzamientos.
Entonces, antes que dictaminar si la tristeza está mal y la alegría bien, si el amor o el odio, la vida o la muerte, lo que tenemos que entender es el engendramiento de las pasiones y afectos para intervenir oportunamente. Sin dudas, hay momentos de composición y otros de descomposición, momentos de resentimiento que se han enquistado sintomáticamente y compensaciones secundarias, como también hay desplazamientos y sublimaciones: alguien que detesta ver gente en la calle puede preocuparse desmedidamente por la salud de los animales, quienes militan con celo por los derechos de las minorías pueden volverse perseguidores encarnizados de las disidencias, etc. En cada caso hay que hacerlo notar, no en función de las contradicciones lógicas, sino en el engendramiento de afectos más potentes que las desplacen (porque sólo un afecto más grande puede reprimir otros afectos, decía Spinoza). Tenemos que entender entonces la compleja economía de los afectos, que no remiten a suposiciones individualistas o psicologistas, sino al complejo nudo en que nos constituimos siempre junto a otros. El afecto es político por antonomasia, urge saberlo y actuar en consecuencia.
Para entender así el apoyo al macrismo que aún subsiste en buena parte de la población, a pesar de todo, no tenemos que enredarnos en valoraciones dispares sobre sofismas argumentales; hay que entender la estructura del afecto (economía libidinal) que organiza esas persistencias. Hay que apuntar a las bases de todo, lo cual es doloroso porque hay gente próxima que desea profundamente la tristeza. Deleuze comentando a Spinoza lo deja bien claro: “La Ética es una verdadera denuncia: la gente que es totalmente impotente es la más peligrosa. Son los que van a tomar el poder. La gente del poder son impotentes que sólo pueden construir su poder sobre la tristeza de los otros [y las alegrías del odio compensatorias]. Tienen la necesidad de la tristeza: sólo pueden reinar sobre los esclavos, y el esclavo es precisamente el régimen de disminución de la potencia. Hay gente que sólo adquiere poder por la tristeza e instaurando un régimen de tristeza del tipo ‘arrepiéntete’, del tipo ‘odia a alguien y si no tienes a quien odiar, ódiate a ti mismo’, etc. Todo lo que Spinoza diagnostica como una especie de inmensa cultura de la tristeza. ‘Si no pasas por la tristeza, no progresarás’: eso para Spinoza es la abominación, y si escribe una ética es para decir: ‘no, todo lo que usted quiera pero no eso’.” Salir de esta lógica sacrificial del odio, implica poder conectarse con esa tristeza de fondo que habita en buena parte de los ciudadanos y mostrarles, caso por caso, que hay otros modos de perseverar en el ser, otras vías de composición y aumento de la potencia colectiva. No hay garantías respecto a esa tarea, como en el psicoanálisis, pero sin dudas las explicaciones generales no pueden surtir aquí ningún efecto.
Córdoba, 2 de agosto de 2019
*Investigador Adjunto (CONICET). Miembro del Programa de Estudios en Teoría Política (CIECS-UNC-CONICET)
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Brillante, provocativo, iluminador, spinozianamente potente, como todos los escritos de Roque.