Por Martín Kohan*
(para La Tecl@ Eñe)
El penal a Vanderley, por ejemplo, el tan célebre penal a Vanderley que valió una Copa Libertadores, cómo lo atajó: lo atajó poniendo las manos. Y meses antes, en la cancha de Racing, por poner apenas un ejemplo más de una noche que también quedó en la historia, el tiro al ángulo de J.J. López con qué lo sacó: lo sacó con una mano. Y la jugada de arquero a la que dio forma y hasta se patentó (con este nombre: “la de Dios”), que le permitió evitar decenas de goles, en qué consistía: en abrir los brazos y ampliar el pecho a una altura justa. De manera que es por demás evidente que cuando se dice, como se dice, que “jugaba con los pies”, la idea es que es que lo hacía además de hacerlo con las manos, y no que lo hiciera solamente con los pies o en lugar de hacerlo con las manos. Es claro, es simple, es obvio; es muy fácil de entender: es facilísimo de entender.
No obstante, hubo quien, en una entrevista reciente, se lanzó rabiosamente a criticar a Hugo Gatti alegando que, pudiendo jugar la pelota con las manos, privilegio de los arqueros, prefería hacerlo con los pies. Lo que parece a todas luces confirmar que es verdad que existen actualmente severas dificultades para la comprensión de textos, incluso cuando son simples (y aun de hechos no menos simples, listos para su constatación a simple vista).
Pero en esa misma entrevista, el entrevistado en cuestión además de criticarlo lo insultó, exabrupto de desaforado al que los periodistas en su pasividad prestaron en cierto modo anuencia. Lo que daría a pensar además que existe alguna conexión posible entre las dificultades para la comprensión y para la argumentación, y la propensión a desencajarse en exabruptos de una violencia mal manejada.
El amor y la gratitud de los hinchas pusieron las cosas en su lugar.
Lo otro, como suele decirse, se resuelve con educación.
Buenos Aires, 27 de abril de 2025.
*Escritor y docente universitario. Licenciado y doctor en Letras por la Universidad Nacional de Buenos Aires.