Horacio Rodríguez Larreta muestra su verdadera cara que no es otra que la de la derecha de siempre, para la cual, la muerte, es sólo un argumento más con el que hacer política.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
“A todos nos desquicia
el misterioso comportamiento del mal,
su ferocidad… A todos nos asusta”.
Rafael Chirbes
Los comportamientos son bastante más previsibles de lo que la comunicación instalada -toda, o casi toda, sin importar demasiado si se la supone progresista o derechosa- pretende mostrar… y mucho menos demostrar. Sin duda la Pandemia sorprendió al mundo, pero fue casi inocente haber creído en un principio que algunos de los actores iban a modificar la esencia de sus conductas por más COVID 19 que haya.
Por el contrario, cualquier análisis debería habernos llevado a que esta crisis sólo iba a profundizar las máculas, las mezquindades, las miserias e, incluso el carácter de cada jugador. Los malos iban a terminar siendo más malos, los tibios más tibios y, los perjudicados de siempre iban a resultar doblemente afectados… en tanto y en cuanto lo permitan, como suele ser costumbre.
Revisemos, por caso, a Horacio Rodríguez Larreta. Allá por fines de marzo de 2020, con Mauricio Macri cuasi desaparecido, el lord mayor de CABA soñaba consolidarse como capo di tutti i capi de la oposición, rango que sólo le disputaba, por entonces, una Patricia Bullrich siempre sacada, siempre al límite. El ex – presidente ojitos celestes tuiteaba: «Si nos quedamos en nuestras casas mientras dura el aislamiento preventivo podremos aplanar el crecimiento de los casos” y hasta el PRO bancaba extender el aislamiento. Un escenario perfecto para Larreta que, con el 55% de los votos obtenidos en octubre de 2019 (cuando el resto de Juntos por el Cambio perdía como en la guerra), la chapa de ser “buen administrador” y el blindaje de los medios porteños que, a la sazón son medios nacionales, tenía todo armado para conducir a Juntos por el Cambio hasta las elecciones de medio tiempo… y más allá.
Pasaron los días, la pandemia siguió, el respeto por la cuarentena se hizo más lábil, empezaron las marchas de protesta “por todo” y Horacio practicó la suma total del doble discurso: sentándose con el presidente y con Axel Kicillof en la mesa de las conferencias de prensa en las que se anunciaban las medidas sanitarias y, paralelamente, favoreciendo el running (que él mismo practicaba), las “libertades”, los cacerolazos, las aperturas de comercios, etc. etc.
Eran los tiempos de “mi amigo Horacio”, aunque el propio Larreta decía que sus amigos eran los que habían ido al colegio con él. Por esos días escribí un articulo que se publicó en este medio y se llamaba “Elecciones”. En uno de sus párrafos advertía que “La fantasía, el sueño húmedo de elegir a un oponente que nos asegure un combate vistoso y la certeza de un triunfo contundente, es poco más que eso: una suerte de ruleta rusa en la que, generalmente, se gatilla el que la propone”. Y antes había advertido -en otro artículo titulado “Cenando con Caníbales”, también para La Tecl@ Eñe-, sobre “los peligros de bailar con un enemigo que suele leer las ofertas de paz en tono de claudicación y los acercamientos como avisos de que estás en la mesa de saldos y retazos (…) Negociar con ellos es asistir a una cena a la que te invita un grupo de caníbales. Mucho más si estás convencido que el chef… lo pusiste vos”.
Hoy, casi un año después de todo ese derroche de seducción política, modales académicos, peronismo vegui y pavanas para la convivencia política, Horacio Rodríguez Larreta (acorralado por la interna con un aparato cerril como el que preside Patricia Bullrich y fogonea Mauricio Macri) muestra su verdadera cara… que no es otra que la de la derecha de siempre, para la cual, la muerte, es sólo un argumento más con el que hacer política.
Así, los comportamientos son, a la postre, el mejor de los discursos. En esos gestos que nos exhiben, la sociedad debería leernos… y juzgarnos. Incluso en el absurdo que significa tratar de parecernos a los que son diametralmente distintos a nosotros mismos… Pero, pasa que “a los que corren en un laberinto, su propia velocidad los confunde”, como, alguna vez, explicó Séneca.
Buenos Aires, 21 de abril de 2021.
*Licenciado en Letras, escritor y autor junto a Aníbal Fernández de los libros “Zonceras argentinas al sol” y “Zonceras argentinas y otras yerbas”, y “Los profetas del odio”. Su último libro editado es “Zonceras del Cambio, o delicias del medio pelo argentino”.
3 Comments
Claridad, contundencia y síntesis con la bella pluma de Carlos Caramello
Hola Carlos. Gracias por estar del lado de la cordura y la vida.
César de Spegazzini.
Que Rodríguez Larreta haya sacado el 55% de losvvotos en CABA no habla de Rodríguez Larreta sino de los que lo votaron. Y la lectura que yo hago de eso es que en CABA hay un 55% de gente que ya sea por odio o por lo que sea cree en que la solidaridad es sólo una palabra y que lo único que vale es el sálvese quien pueda, paradigma del Evangelio neo-liberal, que es lo que encarna Larreta y el PRO ¿Cuál es la propuesta para lidiar con ese 55%? ¿No llamar a Larreta «mi amigo»? Me resulta poco serio como solución.