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Abuso, comunicación y revolución – Por Carlos Rozanski

A partir del caso, que tomó estado mediático, del abuso sufrido por Lucas Benvenuto, el ex juez Carlos Rozanski analiza el rol de los comunicadores y de la justicia, dándole relevancia al contexto en el cual ocurren violaciones y fallos que re victimizan a la víctima, como lo es el patriarcado.

Por Carlos Rozanski*

(para La Tecl@ Eñe)

Les niñes han sido abusados a lo largo de la historia de la humanidad. El abuso sexual es el crimen que más daño les genera y sus secuelas suelen acompañar la vida entera de las víctimas. La regla durante muhos siglos fue la impunidad de los agresores. Las tres palabras mágicas para esa impunidad fueron “los chicos mienten. Con esa simple fórmula se descartaban los relatos e incluso los signos y lesiones exteriores que eran rápidamente racionalizados mediante explicaciones que no por absurdas dejaban de cumplir su cometido. Afortunadamente, hace pocas décadas se produjeron avances geométricos en los aspectos claves del fenómeno. Se comprobó que hasta determinada edad, les niñes no están en condiciones de fabular escenas de la sexualidad no vivida ni mentir para incriminar a otros. Gracias a ese y otros numerosos aportes de disciplinas como la psicología y el derecho, el abuso contra las infancias, una vez develado, es sencillo de identificar, determinar y en su momento sancionar. Sin embargo, la impunidad de sus autores sigue siendo elevadísima (se esclarece 1 de cada 1.000 hechos) lo cual es contradictorio con los avances en la materia. Esta realidad obliga a detenerse en las razones profundas que motivan que un fenómeno tan grave y dañino como el abuso sexual, continúe con tan alto indice de impunidad. Sucede que, zambullirse en la inmensidad de esas razones, somete aún al más avezado nadador/a a un sinfín de circunstancias riesgosas tanto para su vida profesional como personal.

Abundan los casos de psicologues, mediques, fiscales, policias, docentes, jueces y abogades que han sufrido los más encarnizados y variados ataques y persecusiones de parte de los agresores sexuales, sus profesionales asociados y funcionarios afines.

Si bien se trata de diversas razones que van desde el imaginario de género y edad hasta las falencias judiciales sistémicas y la corrupción, es necesario al menos destacar las más trascendentes. En ese sentido, el patriarcado juega un rol decisivo ya que es el contexto que define tanto las situaciones de abuso como la referida impunidad.

El patriarcado es un sistema de poder y dominación, y el abuso sexual contra las infancias es una problemática que afecta a grupos altamente vulnerables, y quienes tienen que investigar muchas veces pertenecen a los grupos que detentan ese poder.

En las últimas semanas se instaló fuertemente en los medios de comunicación un caso de abuso de parte de un adulto, que al momento del delito tenía 32 años, hacia un niño de 14. El caso ocupó rápidamente los principales espacios de canales de televisión y radios con variado tratamiento. La víctima, hoy adulto, relató las principales circunstancias del calvario que padeció. Una de las características más importantes del relato es el sufrimiento extremo sufrido en su infancia previa a los abusos. Si esa vulnerabilidad no es tenida en cuenta a la hora de pretender analizar el relato, difícilmente se podrá tener una visión genuinamente aproximada de lo sucedido. Y debemos decir “aproximada” porque el dolor, el sufrimiento, la soledad e impotencia de quienes desde su fragilidad son agredidos por los depredadores sexuales, son intransferibles. Únicamente la víctima tiene cabal dimensión del daño. Los observadores, aún los más expertos y empáticos, sólo pueden tener una aproximación que, si bien es imprescindible, nunca es completa. La conciencia de esa insuficiencia también es importante a la hora de opinar.

En los análisis mediáticos cada comunicador se expresa de acuerdo a diversos factores que inciden en su discurso. La directiva empresarial de tratar intensamente el tema no se discute. Es parte de la actividad y del compromiso laboral hacia el medio al que pertenece. Otro factor importante es la propia cosmovisión del comunicador. En ese sentido, si bien todos integramos un sistema patriarcal del cual provenimos, la actitud que asumimos cada día frente a los injustos es variada. Al respecto, el citado avance de las investigaciones sobre el tema, fortalecido por el movimiento feminista y su impronta social hoy indeleble, hace la diferencia. Esto explica que mientras algunos comunicadores se identifican con el denunciado en el discurso que “romantiza” la historia, otros logran una perspectiva que les permite ver y transmitir la verdadera dimensión del drama. En el caso, signado por la tragedia personal del niñe en su primera infancia, la de su victimización posterior por parte de una organización criminal parcialmente impune (boy lovers), y finalmente, de sucesivos adultos pedófilos que ante el develamiento no vacilan en recurrir a la descalificación, la mentira y la auto-victimización. Para los primeros, el daño, en el relato de los agresores, lo han padecido ellos y su única responsabilidad ha sido “enamorarse”.

Ante ese escenario, el rol del poder judicial es decisivo. Es allí donde llega una denuncia. Es en la puerta de entrada del sistema donde la víctima deposita su relato, su dolor, su esperanza. Y en la intervención estatal ante el abuso en las infancias, como sucede en general con los demás sectores vulnerables de nuestra sociedad, lo que define es la ideología. La cosmovisión de jueces y fiscales es la que guiará sus lapiceras hacia decisiones que marcarán en un sentido o en otro la vida de victimarios y víctimas. En el caso de Juan Martin Rago (Jey Mammón), se decidió su impunidad judicial aplicando un criterio sesgado de interpretación jurídica que remite a una vieja broma. Le preguntan a un abogado “cuánto es dos más dos y responde: ¿Cuánto quiere que sea?…”. Cuando un niñe no denuncia los crímenes que padeció, es porque no puede y no porque no quiere. Su demora no es producto de su decisión como tampoco lo fue ser violentado por adultos criminales. Y ese paso del tiempo, a la luz de la Constitución Nacional, jamás podría devenir en impunidad. La Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño (1989) ratificada por nuestro país muchos años antes del abuso al niñe Lucas, lo protege. Le garantiza a él y a todos les niñes abusades, que el crimen será investigado y sancionado. Ignorar tan alta norma y basarse en una inferior como es la de la prescripción, no es desconocimiento. Es un posicionamiento producto de un paradigma contrario a la protección integral y al interés superior que nuestra Constitución le promete a Lucas. El Superior Tribunal del Chaco (caso Alvarado/Pacce) y otros altos Cuerpos judiciales del país han fallado en ese sentido con claridad meridiana.   

La crisis extrema que hoy caracteriza la justicia en nuestro país es de dominio público. En ese sentido, el atravesamiento de corrupción de nuestros tribunales está marcado por intereses de índole político, económico y fundamentalmente de poder. Y de poder, el patriarcado sabe mucho. Por eso, hasta tanto se tomen las decisiones políticas necesarias, seguiremos horrorizándonos con condenas escatológicas (los Liverpools), prescripciones y revinculaciones forzadas de agresores con sus víctimas que dejan impunes aberrantes crímenes contra niñes y un tendal de sentencias que reafirman la vigencia del patriarcado y del poder hegemónico del capital. Todo ello ante la mirada impotente de buenos jueces y juezas anestesiados por la vigencia de un sistema perverso.

Esa crisis abarca el resto de las instituciones que no logran enfrentar las agresiones con la energía y creatividad que la emergencia impone (Congreso Nacional, Consejo de la Magistratura, Poder Ejecutivo).

El Presidente de la nación advirtió en distintas oportunidades que no vino a hacer una revolución. Ante la degradación institucional actual y la violencia creciente de la derecha de la región, tal vez sea momento de repensar esas afirmaciones y encarar un cambio de estructuras que frene la violencia y disminuya las injustas desigualdades. Millones de niñes y adultes vulnerables se lo agradecerán. 

Buenos Aires, 6 de abril de 2023.

*El autor es Ex Juez de Cámara Federal y Ex Presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata.

3 Comments

  1. Carlos Balmaceda dice:

    El doctor Rozanski ha publicado en Página 12 un artículo donde consideró «patriarcal» el fallo Bonifacio Saganías, que condenó con 23 años a los que intelectual y materailmente agredieron a un hombre «escrachado» por su ex mujer, acuchillándolo, haciéndole un simulacro de fusilamento y empalándolo. Sí, empalándolo. Para Rozanski, toda esa agresión no existe en su relato, la ausencia probada de un delito, el que generó el «escrache», que es un instrumento paralegal, anónimo, cobarde, masivo y fascista no es trascendente para Rozanski.

    ME encantaría que la Tecla Ñ auspicie un debate público con Rozanski, conmigo y con otros investigadores como el pisquiatra forense Abudara Bini.

    Conrado Yasenza, a disposición para cuando quieran hacerlo.

  2. Carlos Balmaceda dice:

    Dice el doctor Rozanksi: “Se comprobó que hasta determinada edad, les niñes no están en condiciones de fabular escenas de la sexualidad no vivida ni mentir para incriminar a otros”.

    Dice la realidad: Ricardo Biassotti, padre de Annachiara Del Boca, fue sometido a un juicio que duró dos décadas, hasta que la jueza interviniente determinó que los recuerdos de la niña Annachiara fueron “implantados”.

    ¿Qué dirá a todo esto el doctor Rozanski? Que ese fallo es “patriarcal” como lo hizo con el fallo Bonifacio-Saganías, en el que se decidió la condena a 23 años de Flavia Saganías, instigadora a través de un “escrache”, instrumento paralegal, masivo, anónimo, cobarde y fascista, del intento de homicidio a través de una golpiza, acuchillamiento y EMPALAMIENTO de su ex pareja GLF, quien sufrió además un simulacro de fusilamiento y el incendio de su casa.

    Ese fallo, compuesto paritariamente por la misma cantidad de hombres y mujeres es una demostración de que la justicia es posible y que los dislates como los que vertió el doctor Rozanski en una nota publicada por Página 12, dando por sentado que se produjo un abuso, desmentido por la propia justicia después de evaluaciones minuciosas, es el verdadero delito y no el sometimiento de GLF a los martirios descriptos.

    Claro, como “les niñes” no mienten, GLF debía ser declarado culpable.

    Del mismo modo, Marcelo Guazzardo, agredido al grito de “viejo violín” por un menor de 13 años que, en connivencia con otros familiares lo rodearon para robarle en Rivadavia y Loria, ciudad de Buenos Aires, según el criterio del doctor también debía ser culpable, y lo que estaba atravesando no era una emboscada tendida por lumpenes, sino el testimonio de un “niñe” que, como sabemos, nunca mienten. En este caso, no por un recuerdo implantado, sino por una modalidad delictiva asentada en la estigmatización de que todo varón “es hijo sano del patriarcado”.

    Así también, los 35 años de condena a Lucas Puig serán justificados por Rozanski, aunque haya habido un primer juicio en el que se lo declaró inocente, y aunque –con todas las innumerables tropelías que ya son de rigor en juicios que se llevan contra docentes-, Inocence Project lleve su caso a la CIDH.

    También serán ciertas para el doctor la condena al docente Darío Céspedes en Santa Fe, siempre elaborada bajo el mismo guion con el que miles de docentes en todo el país son denunciados cada año, y en este caso, con el agravante de que el video de prueba que podía determinar la absoluta inocencia del maestro, se “perdió” en el camino.

    ¿Quiere saber algo más el doctor sobre casos en los que docentes intachables son condenados por “niñes” que no mienten?

    El proceso contra Juanchi Trigatti, también en Santa Fe, capital nacional de la falsa denuncia, se inicia con un “escrache”, el incendio de su casa, robo, vandalización, asesinato de sus mascotas y golpiza a su mujer y su hijo mayor frente a tribunales.

    Trigatti es claramente inocente, pero la manipulación de cámaras Gesell y el testimonio de parientes (que en muchos casos encuentran un chivo expiatorio para un abuso intrafamiliar) lo depositaron en la cárcel.

    ¿Supone el doctor que miles de docentes se confabulan para estudiar una carrera docente, ejercerla y así disponer de “niñes” para el abuso?

    Hablélo, si quiere, con un colega suyo, el docente Roberto Subirá, condenado a 15 años de prisión, durante los que llevó su caso a la CSJN, y se dedicó a estudiar abogacía dentro de la cárcel, porque, aunque su derecho constitucional le permitía hacerlo en una universidad, la insidiosa prédica de la organización trotskista “Las Rojas” se lo impidió.

    Podría seguir con infinidad de casos que no le harían mella al doctor, blindado por una ideología sostenida por el capital financiero global, que riega astuta y generosamente cada iniciativa llevada adelante por lo que he definido como “femirulismo”.

    Lo que me parece increíble de todos modos es que un hombre de la justicia pueda decir semejantes barbaridades sin ponerse colorado, lo que también revela no solo su ignorancia supina sobre lo que está pasando en estos momentos con sonados casos como los mencionados, la manipulación del testimonio de menores a través de cámaras Gesell y la anuencia de psicólogos que fraguan –por conveniencia, ideología o miedo- testimonios que terminan con cientos de inocentes en la cárcel.

    Usted, doctor, habla desde una ideología, desde una cosmovisión, la que se ve a sí misma como redentora, emancipadora, como una superación dialéctica de las luchas de la humanidad.

    Nada más lejos de esto.

    Y en cuanto a los niños (el español incluye en el masculino a todos los géneros, hablemos con propiedad y no con un lenguaje también impuesto y financiado por usinas ideológicas de afuera) no hay movimiento que los hipersexualice más, que los exponga, que los introduzca en una realidad a la que por su edad debería pasarles por el costado, excepto para defenderlos de abusos.

    Los dichos públicos de la ministra de Igualdad de España, Irene Montero, que afirmó que “les niñes tienen derecho a tener relaciones con quienes ellos quieran” son un ejemplo perfecto sobre quiénes exponen a los niños.

    Obviamente que los niños no deben ni pueden tener relaciones sexuales con nadie, y en esto el doctor estará de acuerdo.

    Estos dichos de Montero, duramente criticados desde espacios políticos como VOX, no fueron rectificados sino que, por el contrario, fueron confirmados y reiterados en Argentina por la propia ministra.

    No es el único dato que nos permite colegir el avance de lo que algunos, como el Papa Francisco, llaman “ideología de género”: la presencia de drags queen en jardines de infantes portando vestuarios con los que hacen “jugar” a los niños para naturalizar la idea de que existe una miríada de géneros, es otro avance sobre la hipersexualización y una maniobra más para introducirlos en esta ideología.

    Dice el doctor Rozanski:
    “El patriarcado es un sistema de poder y dominación, y el abuso sexual contra las infancias es una problemática que afecta a grupos altamente vulnerables, y quienes tienen que investigar muchas veces pertenecen a los grupos que detentan ese poder”.

    ¿Qué es el patriarcado, doctor? ¿Son las aberrantes investigaciones de la fiscal Lara en Bahía Blanca, sus agresiones a los acusados, las pruebas amañadas que terminaron con Juan Matías Bongiovanni, Luis Rodríguez y Joshua Suazo en la cárcel?

    ¿Es el patriarcado acaso el juez Mingarini de Santa Fe, acusado de encubrir una violación que podría desbaratarse como tal (caso Spies) solo con escuchar una reveladora llamada telefónica en la que una “violada” le dice a la policía que “el tipo se quiere ir”, es decir que el supuesto agresor, conocido y habitué amoroso de ella, estaba encerrado en su casa y solo alcanzaba a balbucear que no mienta?

    ¿Esto es el patriarcado? ¿Es el patriarcado la rebelión de presos que hubo hace dos semanas en Mendoza, hombres acusados por falsas violaciones, que se amotinan para que los escuchen?

    ¿El patriarcado es el nombrado Guazzardo que pasa dos años y medio en un proceso judicial, vive hoy con botón antipánico y sus agresores jamás fueron convocados por la justicia como tales?

    ¿Son el patriarcado los 21 suicidados por “escraches”, lo que incluye a una mujer, víctimas de un instrumento, insistimos, paralegal, anónimo, cobarde, masivo y fascista?

    Explíquele usted, doctor qué es el patriarcado a los padres de Toto Pérez Ruiz, adolescente de 18 años falsamente acusado de violación.

    Bajo una falsa construcción ideológica se adoctrina a profesionales, asistentes de la justicia, docentes.

    El patriarcado, como bien ha dicho la filósofa Roxama Kreimer, no existe. Firestone, Butler y otras ideólogas han introducido una noción tan falsa como la aberración de “deconstruirse”, una reducción de un concepto filosófico que nos invita a ser otros distintos a los que hemos sido hasta ahora, un modo light de reeducarnos al estilo Pol Pot.

    Usted, evidentemente, desconoce la realidad de lo que se desató aquí, ignora por completo que se trata de una avanzada geopolítica y que está lesionando seriamente la presunción de inocencia y el estado de derecho.

    Por el contrario, lo que usted ve es una inexistente justicia patriarcal que se ha investido, posiblemente con los mismos actores viejos y con nuevos oportunistas, en “justicia cn perspectiva de género”.

    Dice el doctor Rozanski, ya refiriéndose específicamente al caso Mammón-Benvenuto:

    “La víctima, hoy adulto, relató las principales circunstancias del calvario que padeció. Una de las características más importantes del relato es el sufrimiento extremo sufrido en su infancia previa a los abusos. Si esa vulnerabilidad no es tenida en cuenta a la hora de pretender analizar el relato, difícilmente se podrá tener una visión genuinamente aproximada de lo sucedido. Y debemos decir “aproximada” porque el dolor, el sufrimiento, la soledad e impotencia de quienes desde su fragilidad son agredidos por los depredadores sexuales, son intransferibles. Únicamente la víctima tiene cabal dimensión del daño. Los observadores, aún los más expertos y empáticos, sólo pueden tener una aproximación que, si bien es imprescindible, nunca es completa. La conciencia de esa insuficiencia también es importante a la hora de opinar”.

    Estoy de acuerdo, doctor. Pero usted ni siquiera menciona esos antecedentes, que son gravísimos. Tenemos a un secuestrador que mantenía cautivo a Benvenuto en una suerte de sótano y a la red de pedofilia de Corsi, alguna vez referencia de maltrato familiar e infantil, y luego celosamente custodiado por la justicia y parte de la corporación de psicólogos, que se mantienen impunes, no solo en el relato de Benvenuto, sino también en la justicia.

    No sabemos quién es ese agresor que rapta a Benvenuto, no se actualiza en estas circunstancias lo que ocurrió con la red de pedofilia de Corsi, y es más, nada sabemos de la red que tres días antes de este incidente mediático terminó con uno de los productores de “Gran Hermano” en la cárcel, ya liberado, con su trabajo en perfectas condiciones en Telefé, mientras Mammón ha sido despedido y ha decidido irse del país.

    Y detengámonos en el hecho mediático: Benvenuto fue citado a declarar sobre la red de pedofilia, en caso de que supiera algo importante, su aporte podría haber sido decisivo en esa causa, sin embargo decide ventilar los pormenores de una relación en la que se habría producido un abuso.

    Usted arremete contra esa justicia que hizo prescribir la causa, pero no dice que esa causa dependía exclusivamente del testimonio de Benvenuto, que una relación consentida entre un hombre de 32 y un adolescente de 14 no es delito, y que, por lo tanto, el único modo de avanzar en la justicia para castigar al agresor es el “yo te creo, hermana”.

    O sea, suponer que los dichos de Benvenuto son efectivamente ciertos, sin pruebas materiales, tal como ocurre en la actualidad con cientos de casos. Por citar algunos, el de Nico Echeveste en Colonia Barón, el de Junior Cabrera en Santa Rosa o el de la presunta manada de Pilar, todos sostenidos sobre el relato de la “víctima”, y aun con testigos presenciales que la niegan, “yo te creo, hermana”.

    Puede usted pensar de mí lo que quiera, y calificarme con los epítetos que ya puedo imaginar: machirulo, reacionario, fascista, nazi y defensor de violadores, éste último lo que le dijeron a las miles de madres, esposas y hermanas que concurrieron a la primera manifestación contra el ministerio de diversidades de la Nación el último 9 de septiembre.

    Sé que en algo estamos de acuerdo: no a ningún tipo de abuso, sé, claramente, que usted está equivocado y ganado por una ideología nefasta. Por eso, antes de despedirme, no solo lo invito a debatir esto públicamente a través de La Tecla Ñ, sino también le dejo mi saludo y mis convicciones y una advertencia final: el patriarcado no existe, no me deconstruyo, y cuando realmente se imponga en este juego pendular entre socialdemócratas y neoliberales lo que ustedes llaman la verdadera “reacción” o “backslash” como diría el tango “se acordará de este otario que un día cansado se puso a ladrar”.

  3. Vico Romano dice:

    Excelente la nota de Rozanski. Lástima esa absurda utilización en el texto de la «e» genérica que obstaculiza la lectura.
    Además, ojo… en la parte final del antepenúltimo párrafo, para seguir con el genérico, donde dice «buenos jueces y juezas anestesiados», debió decir: «buenes jueces y juezas anestesiades»