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Derecho, política y pandemia – Por Juan Chaneton

Juan Chaneton sostiene en este artículo que la tribuna periodística proestadounidense, con Pagni como figura central, arremeterá en los próximos meses y hasta que el 2023 señale que ha llegado la hora de la sucesión presidencial, contra la ex presidenta y su espacio político en el Frente de Todos; y contra China y sus proyectos en el Litoral y en la Patagonia. La coalición gobernante deberá ser muy cuidadosa en el manejo de sus diferencias internas ante tal embestida.

Por Juan Chaneton*

(para La Tecl@ Eñe)

 

Es comprensible la actitud inusitadamente hostil de la derecha en la Argentina. Hostil al gobierno. Toda crisis es una oportunidad y la pandemia es una crisis. Y la oportunidad sería para Alberto Fernández si gestionara con éxito la crisis. En ese caso, “éstos” no sólo ganan en octubre sino que -alucinan los más afiebrados- no se van más. Por eso politizan la pandemia. Macri al tope en este torvo proceder.

Y los otros, los que no son Macri, no son Macri pero tampoco son mejores. Por caso, el procurador de facto, Eduardo Casal, que no ejerce el cargo sino que lo detenta (en la más precisa y, por ende, única acepción que tiene esta palabra), es decir, retiene sin derecho lo que manifiestamente no le pertenece, dijo que el decreto presidencial que suspende las clases presenciales no es constitucional. Y no lo es porque -dijo el funcionario- el aumento de casos en los menores puede deberse a  » … una pléyade de causas o concausas y no necesariamente derivar de la asistencia a los establecimientos educativos».  

La bastardilla da cuenta de que el procurador de facto escribe como quien juega a las bochas, toda vez que esa palabreja luce como como chupete en la oreja, está mal ubicada y es impropia de un expediente judicial y, por el contrario, remite a un fenómeno específicamente literario: pléyade significa conjunto de escritores cimeros que aparecen en grupo, en simultáneo y en una época y lugar determinados, como si dijéramos, por ejemplo, el así llamado «boom latinoamericano» de los años 60/70 del siglo XX. Eso significa pléyade, pero Casal no lo sabe. Casal no escribe, juega a las bochas. Entre lo berreta y lo culto hay tanta lejanía como la que separa a Casal de la legalidad.

Pero resulta que, además -y esto es lo esencial-, también el derecho y sus arcanos le resultan esquivos al hombre que Macri puso en la Procuración sin acuerdo del Senado y sólo para perseguir a la ex presidenta Cristina Kirchner. Pues a lo largo de su breve dictamen Casal amontona una “pléyade” de breves disparates que dejan en pie, precisamente y sin querer, que si desde el ámbito médico se dijera que el aula es ámbito de contagio, en ese caso el decreto sí sería constitucional: Casal no dice que la Ciudad tiene el derecho de regular la materia educativa como cualquier provincia y que el decreto presidencial conculca esa atribución. Dice que es inconstitucional porque los niños no se contagian en clase sino en otros lugares y circunstancias. De modo que, si así no fuera, ¿el decreto sería constitucional? Larreta dice que tampoco en ese caso. Larreta dice que Nación se mete en una cuestión de resorte de la Ciudad, como es la educación, y que eso es lo inconstitucional. El gobierno nacional contesta que la Ciudad, en virtud de la reforma constitucional de 1994, no alcanzó el estatus de provincia en igualdad con las demás. Y que, aun si así hubiera sido, igual el decreto de Alberto Fernández es válido porque su materia no es la educación sino una catástrofe (como podría serlo un colapso derivado del cambio climático, por ejemplo) y cómo cuidar la vida de los argentinos en medio de esa catástrofe.

Nada de esto se hace presente en el módico escrito de Casal. Lo de Casal no le sirve ni a Larreta, quien sólo tiene asegurada su “razón” gracias a los cuatro grandes del buen humor que, desde las mullidas poltronas del “cuarto piso”, ya supieron decir -alguna vez y con la disidencia de Highton de Nolasco- que la Ciudad es una provincia, lo cual es tan absurdo que parece casi una metáfora, como esa que se refiere a la “familia judicial”.

Pero son diversos los opinantes en estos temas que exudan un cierto tufillo a aquellos fragores fundacionales que enfrentaban a unitarios contra federales.  Así, dice el licenciado en Historia Carlos Pagni que, en esto de provincia sí-provincia no -referido a la CABA-, ha sido el propio presidente de la Nación el que ya ha pisado el palito de su propio discurso y ha reconocido -como reconocen los tontos, se infiere, es decir, sin darse cuenta- que la Ciudad no es una ciudad sino una provincia. Lo habría hecho cuando dijo, hace ya más de un año, que “ … este es el gobierno de un presidente y 24 gobernadores”. Y canta eureka Pagni: si los gobernadores -dice- son 24, la Ciudad es una provincia (La Nación 29/4/2021).

Doble error el del licenciado. Pues el Jefe de Gobierno, en realidad, “gobierna” como un intendente gobierna su municipio. Y en medio de la pandemia no queda sino coordinar esfuerzos con los que gobiernan. Nada de esto instituye a Larreta en “gobernador” sino en un gobernante de la ciudad en tiempos de peste. Y cuando Alberto Fernández, con la cortesía institucional esperable en un Presidente, llamó  aquella vez -de modo implícito- “gobernador” a Larreta, estaba, en realidad, pronunciando un discurso de invitación a trabajar juntos y no modificando la ley mediante una suerte de decisionismo schmittiano: ni la Constitución Nacional ni la de la Ciudad de Buenos Aires llaman gobernador al Jefe de Gobierno. 

 

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Un argumento de bajo calado -el de Pagni- en un hombre que, según pasan los años, parece ir perdiendo aquella “pléyade” (diría Casal) de virtudes que, en el fugaz instante de su irrupción en la tinta del periodismo político, parecían exornarlo con la eficacia de los distintos.

Pero lo que de verdad causa una sana alegría es que, en la misma nota y cuando se refiere a la reunión que el Presidente mantuvo el miércoles 28, Pagni dice que “Larreta participó en una reunión virtual con el Presidente y 11 gobernadores”. ¡Qué tierno! Con su lógica, si el Presidente se reunió con 11 gobernadores y con Larreta … ¡Larreta no es gobernador …! Se mordió la cola el licenciado en Historia por la Universidad de Mar del Plata. Hay algunos que sólo dicen la verdad cuando a su lengua la guía el inconsciente. Extraño fenómeno en un hombre que ha dedicado sus últimas intervenciones en el espinel del análisis político argentino a insultar de ignorantes del derecho tanto al presidente de la Nación como al flamante ministro de Justicia.

Estas reyertas tienen algo de artificial porque son violencias borrosas que ocurren en el contexto de una crisis sanitaria muy grave que, además, es global. Las pandemias no tienen fecha de vencimiento pero alguna vez terminan. Cuando eso ocurra, el escenario global seguirá determinando, en buena medida, unos movimientos políticos internos que ahora se pierden de vista detrás de las angustias inmediatas que provoca la lucha contra el virus pero que siguen, aun cuando inadvertidos, vivos y refaccionados con la vista de sus artífices puesta en el futuro inmediato y en el de más allá de lo inmediato.

Así, con la denuncia de Alconada Mon (https://www.lanacion.com.ar/politica/correo-argentino-una-auditoria-oficial-en-austria-revela-operaciones-de-socma-que-desconocia-la-nid28042021/ el diario La Nación comienza a afinar los venideros programas de la militancia “antipopulista” que se intensificará, a partir de ahora, en línea con la nueva política exterior de Biden y como prolepsis preventiva ante las posibilidades de emergencia, en otros países de la región, de experiencias «antimercado», verbigracia, Lula 2023.

Las renovadas políticas injerencistas del Departamento de Estado requerirán, en su capítulo argentino, de una también renovada y reactivada actividad de aquel diario, que no será eficaz sin las notas de imparcialidad, profesionalidad, independencia periodística y sano interés republicano por la salud de la cosa pública.

A desempolvar un poco esa imagen -un tanto gastada por el uso y el abuso de las fake news que hizo ese medio en los últimos años- está destinada su actual gestualidad: un conato de severidad con un corrupto (Macri) que, cuando le tocó, se reveló ineficaz como líder, no significa perjudicar a la representación política de la derecha sino, antes bien, desbrozar de espinos la picada abierta en la aridez del día a día por la trabajosa actividad de un intendente capitalino que pugna, hace ya demasiado tiempo, por suceder a su impresentable antecesor en la gerencia de esa franquicia de plástico que gira en el mercado de los votos bajo la firma Juntos por el Cambio.

Legitimada de este modo, la tribuna periodística proestadounidense arremeterá  -en los próximos meses y hasta que el 2023 señale que ha llegado la hora de la sucesión presidencial- contra la ex presidenta y su espacio político en el Frente de Todos; y contra China y sus proyectos en el Litoral y en la Patagonia.

Bases militares y el kirchnerismo reducido a la insignificancia son puntos nodales en la agenda Biden para la Argentina y el diario La Nación deberá jugar un papel de primera magnitud en dicha actividad de valor estratégico para una potencia que pugna por mantener su estatura en la región y que vislumbra que su oportunidad se halla en los modos de entender la democracia que profesa el actual gobierno argentino.

A no confundirse entonces. Ni el diario La Nación es de Macri ni ciertos periodistas trabajan para otro ideal profesional que no sea el «código deontológico” renovadamente guionado en la magna casa de la avenida Colombia en Buenos Aires.

Después de renovar chapa de objetividad con la denuncia de Alconada Mon contra el macrismo duro, el púlpito agrarista hará lo propio con su embestida contra Cristina Fernández de Kirchner. Y ahí hay que ser cuidadosos, pues dentro mismo del Frente de Todos no todos piensan lo mismo. Y no piensan lo mismo en cuestiones que no deberían suscitar diferencias porque son cuestiones de principio y de proyecto de país.

 

Buenos Aires, 14 de mayo de 2021.

*Abogado, periodista y escritor.

[email protected]

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