Por Noé Jitrik*
(para La Tecl@ Eñe)
Hoy, cuando comienzo una nueva serie, 22 de marzo, se cumple un año de otro comienzo, el de la peste. Estábamos en esa fecha el año pasado en pleno desarrollo de la Jornada Nº XXII, del Instituto, cuando los más jóvenes me sugirieron, enérgicamente, que ya no volviera. A partir de ahí todo fue empeorando, aislamiento, previsiones sobrevivenciales, pero, por supuesto, no sólo para mí y para quienes me rodeaban, sino para el mundo entero. Poco a poco el silencio iba cubriendo la ciudad y había que hacer algo durante la reclusión. Parecía que eso pasaría pronto: no fue así y nos íbamos adaptando sin darnos cuenta. Difícil continuar la conversación, difícil la comunicación, el teléfono casi no sonaba. Y, sobre llovido, la emergencia de los derrotados y resentidos que empezaban a sacar la cabeza en lo que podemos, piadosamente, llamar el “refugio del olvido” o, con un nombre más clásico, el “negacionismo”. Los heredomacristas recuperaron energías, la Bullrich se chifló, la Carrió disparateaba sin control, atacar al Gobierno parecía la estrategia y la táctica de “las huestes que…” (Marcha de San Lorenzo). Pero, en el aislamiento, ¿qué sería lo esencial y qué lo secundario? Mi impresión es que ambos términos se confundieron, hicieron masa y, de pronto, preparar unas papas de una manera más audaz tenía el mismo valor que la información sobre la cantidad de infectados del día o lo que intentaban los macristas y sus compinches. En mi vida me sentí tan trivial al mismo tiempo que triste y vacío.
Un nuevo método de testeo, analizar la saliva, sustituyó al antipático hisopado. LO hicimos pero tampoco fue tan sencillo: nada que ver juntar saliva para el examen con la expulsión del escupitajo en los villanos de película, que escupen con desprecio como si la saliva les manara. A nosotros nos costaba, las glándulas productoras luchaban para darnos satisfacción pero, entretanto, nos dábamos coraje pensando en lo que suele producirla, los limones en particular: lástima que no los trajimos, son los enemigos jurados de flautistas, saxofonistas, trombonistas, trompetistas y todos los demás instrumentistas de viento pero no de los que pueden tocar con la boca cerrada y seca. Así, esta evocación me llevó a un recuerdo que le causó mucha gracia a mi hijo Oliverio que estaba en las mismas. Recordé que hacia 1949 yo trabajaba en una tienda de ropa muy famosa, que estaba en la calle Florida. Uno de mis compañeros, bastante mayor que yo, porteño a carta cabal, Staffa de apellido, contaba los días lunes que los sábados por la noche iba a comer a uno de esos restaurantes que había en la Boca y que tenían como atractivo sus mozos, a los que se llamaba “mozos cantores”. Se paraban en grupos de hasta tres, servilleta en el brazo, y emitían trozos de ópera a toda voz. Staffa y sus amigos cortaban limones y se ponían a estrujarlos ante los ojos de los líricos a quienes la boca se les llenaba de saliva y sólo podían graznar o chillar un poco, interrumpiendo algo así como “Oh rossignol, per ché non cantai piu”. Staffa y sus acompañantes gozaban de lo lindo con la ocurrencia y más todavía al contarnos la hazaña.
Mi resistencia a escribir sobre el día a día, cosa que se hace, a veces con brillo, otras como meras glosas, todas fácticas o contrafácticas, se me acentuó a propósito de la publicación de un autor conocido por muchas cosas pero menos por la literatura, la escritura y aun la lectura, estoy refiriéndome al mismo Mauricio Macri, de vasta fama en los lenocinios financieros de éste y de otros países. Difícilmente lo vaya a comentar y aun a leer, hasta ahí no llego. Sólo cambiaría de opinión si me enterara de que el “ghostwriter”, que sin duda debe haber operado para llenar esas páginas, no es un tal Avelutto, cuyo contacto con la literatura nunca pasó del recuento de las ventas, sino Alejandro Rozitchner, sólo para detectar su servicial presencia y llorar un poco por un pasado que pudo ser promisorio.
Buenos Aires, 26 de mayo de 2021.
*Crítico literario, ensayista, poeta y narrador.
2 Comments
Un lujo contar con Noé Jitrik en la revista con su calidad y calidez de siempre .Bravo!
Breve y concreto Clarísimo 👍😘