Daniel Rosso sostiene en esta nota que el malevaje semiótico patrulla el periodismo nacional como si fuera una banda de piratas del lenguaje buscando redefinir el espacio público sustituyendo argumentos por sustantivos acosados. Los ejemplos más claros: las adjetivaciones descalificadoras sobre el nombre Cristina Fernández de Kirchner, y la utilización de la palabra ajuste.
Por Daniel Rosso*
(para La Tecl@ Eñe)
La fórmula del discurso opositor suele ser el acoso: un sustantivo aislado atacado por varios adjetivos pendencieros. Así la oposición traslada la estructura del tumulto callejero al lenguaje para reeditar allí la vieja práctica de la emboscada. Desde hace tiempo, por ejemplo, el nombre Cristina Fernández de Kirchner, es abordado y acosado con una larga serie de adjetivos calificativos descalificadores. En un solo discurso, hace unos años, el youtuber Álvaro Zicarrelli dijo ante una cámara televisiva refiriéndose a la actual Vicepresidenta: “guanaca, víbora, arpía, yegua, mentirosa, miope, cerrada y negligente”. Se trata de un modo fordista de producir un relato: una vez elegido el sustantivo a agredir todo se resuelve con una cadena de producción de metonimias. Este malevaje semiótico patrulla el periodismo nacional como si fuera una banda de piratas del lenguaje. ¿Qué buscan? Redefinir el espacio público sustituyendo argumentos por sustantivos acosados.
En los últimos días, los principales columnistas de la oposición mediática han elegido la palabra “ajuste”, la han repetido hasta el hartazgo, la han emboscado, la han rodeado con su pequeño ejército de adjetivos militantes y la han incorporado al relato destitutivo. ¿Qué es lo que dicen? Que el gobierno nacional está implementando un ajuste en el marco de la negociación con el FMI. Por eso, ese sustantivo “ajuste” fue rodeado de los adjetivos brutal, ortodoxo, tradicional, VIP o Premium, médium y nacional y popular, entre otros. Lo notable de esta operación es que atacan al gobierno utilizando el discurso crítico histórico de la coalición gobernante.
La oposición política y mediática utiliza tres relatos en su tarea sistemática de intentar quitarle legitimidad al gobierno.
¿Cuál fue la novedad de Alberto Fernández durante el proceso electoral que lo llevó a la Presidencia? Poner en práctica dos operaciones aparentemente contradictorias: por un lado, absorber el discurso económico popular distributivo del kirchnerismo y, a la vez, comenzar a disputar el discurso liberal republicano en manos de Juntos por el Cambio.
Desde esta perspectiva, la actual ofensiva de la oposición política y mediática se caracteriza por una triple estrategia: movilización en las calles de la cultura política clásica conservadora de derecha; intento de reapropiación de la cultura liberal republicana que el Presidente Alberto Fernández disputó con éxito durante las elecciones; y búsqueda de poner en crisis la relación del gobierno con su propia tradición política nacional, popular y de transformación.
Este tercer relato es el más novedoso y tiene la particularidad señalada: utiliza las posiciones antiajuste históricas de la mayoría de la coalición gobernante para atacar al gobierno. ¿Esto quiere decir que la alianza oficialista no debe debatir dado que ese discurso antiajuste está siendo utilizado por la oposición política y mediática para debilitar al gobierno? Todo lo contrario: es imprescindible profundizar el debate. No hay coalición sin polémica. Los debates no deterioran la unidad: la mejoran. De hecho, la carta del bloque de senadores del Frente de Todos va en esa dirección. Y seguramente habrá otros pronunciamientos similares. La unidad es un bien estratégico. El debate un modo de producirla. Hay que debatir con esa oposición política y mediática que denuncia políticas de ajuste que no existen y hay que debatir en el caso de que haya sectores internos de la coalición que quieran impulsarlas.
Ante el intento de expropiación del discurso crítico por el malevaje semiótico, la coalición gobernante debe continuar sosteniendo la larga tradición de argumentación nacional, popular y transformadora allí donde la primera intenta colocar sólo sustantivos acosados.
Buenos Aires, 18 de noviembre de 2020.
*Sociólogo, docente y especialista en Comunicación. Ex Subsecretario de Medios de la Nación
3 Comments
el intento de expropiación del discurso crítico por el malevaje semiótico es hablar la lengua del Otro y confundir. es la técnica del camuflaje. El 17 los cambiemitas festejaban el día del militante
Una de las vias de accion para la posmodernidad/posverdad es la de apropiarse de los simbolos, todos, especialmente los mas icónicos, por ejemplo la imagen de Macrí cheguevarizado en las remeras amarillas. los bombos en las manifestaciones, las banderas argentinas en las marchas, la inauguracion de la estatua de Peron, y tambien la palabra, nada mas simbolico que ella. Pero todo puede hacerse tergiversando, extractando de su sentido original, del fundamento que le dió sentido, asi con todo: frases, leyes, derechos, costumbres, gustos, la cultura que nos define, ellos tienen ancestralmente sabido que no se puede someter a todos los seres humanos de una sociedad sin borrar su cultura nacional-popular, sin destruirle su pais, sin desaparecerle su cualidad identitaria.-
Creo que solo es una parte de un proceder complejo y multifacético, donde todo puede ser mezclado y potenciado, o con un feedback de retroalimentación muy importante. La descalificación camina de la mano de la fake news, el discurso de que se hace aquello que saben que jamás van a hacer, junto a desacreditar aquello que la oposición si hace. Proyectan sobre el otro, aquello vicios propios, haciendo creer que ellos no son, por el solo hecho de que lo son los otros. Dicho de otro modo, se desprenden de los vicios propios por el solo hecho de depositarlos en quienes no los tienen. Es alucinante como se construye una historia donde lo contrario es lo cierto.