Macri pasó de ser un exitoso a ser un fracasado, dijo Mirtha. No fracasó, devino un «ser fracasado». Mauricio fracasó pero nunca fue un sujeto exitoso. Ganó por lo que expresaba, no por habilidad política alguna. Y lo que expresaba es lo que triunfó y sigue triunfando: el imaginario neoliberal.
Por Sebastián Russo*
(para La Tecl@ Eñe)
Mirtha conducción, garabateé en mi cuadernito hace un tiempo. Cuando la “diva” propuso dar su vida (su vida de diva, su vida) para que Cristina no vuelva al poder. Mirtha conducción, garabateé, entendiendo que el gesto sacrificial funda el vínculo con la política, la politicidad de una existencia: funda el gesto militante. Claro está, Mirtha exageraba, y también es exagerado suponer el vínculo con la política exclusivamente con el dar la vida, pero sí con el sacrificarse, como modismo del “darse”, arrojarse a una causa, “de cuerpo entero”, como se dice.
Mirtha volvió a hacerlo. Mirtha lo hizo de nuevo. Y dijo lo insoportable. Si lo anterior “nos” era insoportable (la vieja diva, la diva vieja), nos corría “por izquierda”, decía de cara al mundo lo que muchos militantes mascullaban tímidamente. Esto otro, devino insoportable (comienzo/evidencia ineluctable del fin) para su hijo dilecto y para todos aquellos que hicieron de él su referencia de éxito. Niño mimado, bon vivant desangelado, inepto serial con un ángel inaudito para la política, él, los suyos, los que se miran en su espejo opaco, lo pueden soportar todo, menos el fracaso.
Qué extraño, dijo Mirtha, Macri pasó de ser un exitoso a ser un fracasado. No fracasó, devino un «ser fracasado». Y si los embates de la economía lo estaban sacudiendo a diestra y (sobre todo) a siniestra (porque los golpes vinieron de todos lados, fuego enemigo y del otro), el epíteto de Mirtha fue el cross decisivo. Por inesperado (aunque el panquequismo en la oligarquía sea una simple levantada de ceja), por contundente (una ráfaga de unas pocas palabras de la perspicaz y viva diva), pero fundamentalmente por dar en el centro del imaginario y praxis capitalista. Del cual podemos nombrar -y por decir- dos conceptos estructurales: el progreso y el hacerse a sí mismo. En ambos MM fracasó.
Mauricio no fue Franco. Nunca fue un self made man (pichón conceptual weberiano de la meritocracia siglo XXI) Alguien en facebook puso: tan difícil era decirle te quiero. Mauricio se hizo a contraluz del desprecio paterno. Si Franco fue un capitalista moderno, Mauricio fue uno posmoderno, neoliberal. Abjuró de su padre, aún más, todo lo que hizo (incluso “gobernar” la Argentina) fue para que no se enorgulleciera de él, por el contrario. Lo que lo convirtió en un peligro mayor que mono con navaja: un gendarme Chocobar que sin ley, te mata por la espalda. Les puedo hacer mucho daño, dijo. Es lo más que pudo hacer(se). Un temible hijo bobo y díscolo de padre self made man-busca-pendeja.
Mauricio fracasó. Aunque su padre no lo vio, pequeño orgullo vengativo. De rutilantes éxitos políticos, el ojos de cielo amigo pavo de Trump, conquistó lo inimaginable: Boca, CABA, ARG. Pero su éxito nunca fue suyo, nunca fue un sujeto exitoso (lamento desdecirla ML). Ganó por lo que expresaba, por la imagen que encarnaba, no por habilidad (política) alguna. Y lo que expresaba es lo que triunfó y sigue triunfando: el imaginario neoliberal. El mismo que (auto) derrotó al kirchnerismo en el 2015. El de un éxito que ya no requiere esfuerzo alguno (Franco, CFK lo hizo), ni de referencialidad ética/política alguna (Franco la chupa, CFK `15 estatua) y que se basa en sostener una imagen, (en el caso de MM) gastando la billetera de otro (la de Franco primero, el colchón K y la del pueblo luego) Imagen que requiere por sobre todas las cosas que nunca se acabe la magia (que aquí sí fue, aunque desdentada) que no se disipe la ilusión, que no se la mancille ni niegue del modo que la fuego/amiga Mirtha lo hizo.
El progreso es (él sí, finalmente) una “tormenta, una tempestad que arrastra (tragica, tramposa) irresistiblemente hacia el futuro” decía Benjamin en su crítica a la razón histórica capitalista, auspiciando una experiencia histórica vitalista (Walter conducción). Y fue esta tormenta de cosas que pasaron y pasaron, junto a la tradición solidaria y trágica de oprimidos a contrapelo de la historia pseudo palaciega del niño bien, lo que terminó de arrastrarlo dejándolo (como rey) desnudo, sin ya nada que mostrarle a esas cámaras que cual caprichoso (des)heredero de reino lo buscaban para tapas de celebrities ociosas pero exitosas en sus bacanales abyectos.
Pero ya no. Al menos no él, aunque era «él», el elegido, como ella es «ella». Él (este otro «él») ha sido destronado incluso del grupo de wasap de la buena vida, buena vibra. Ámbito selecto de anti fracasados, cuyo único requisito para pertenecer es no serlo -muertos vivos ellos, bebedores perpetuos de sangre otra, pero que no se corte: ya ves-
Que en paz (no) descanse Mr. president. La patria (el otro) lo agradece.
Buenos Aires, 7 de septiembre de 2019
*Docente – Sociólogo..