La judicialización de la política como guerra librada a cualquier precio por el partido gobernante conduce al revanchismo y la degradación de los vencidos. En esta contienda, los medios de comunicación hegemónica participan como protagonista central en el armado de la justicia de los vencedores.
Por Julián Axat*
(para La Tecl@ Eñe)
Asistimos en estos tiempos a la ausencia de discusión política en la arena del ágora. No parece haber diálogo en el plenario democrático. Sin acuerdos hay intolerancia, revanchismo, degradación e imposición. Este tipo de impotencia de la política exhibe un estado de excepción permanente por parte del partido de gobierno, pero también la remisión a los estrados de aquella impotencia: la judicialización de la política como guerra librada a cualquier precio, por los vencedores sobre los vencidos.
La justicia de los vencedores es la continuidad de la guerra política por otros medios. Una versión de la historia que se acomoda al nuevo relato oficial para degradar y culpar al pasado, como corte sin verdadera guillotina. Se simulan Robespierre sacados de los detritos del anciem regim de la justicia corporativa con los que se pacta –a la carta- el nuevo orden de su continuidad transicional.
Este tipo de justicia no es argumental y fundada, es hostil a cualquier tratado del derecho y a su hermenéutica precisa. Escolástica como retórica contumaz y no la pharresía de los sabios juristas. El mamarracho del derecho bélico es el mecanismo de cut y paste: bajar de internet glosa de autores de la enciclopedia y forzarlos a los hechos con los que pretende el vencedor librar la contienda contra sus enemigos.
Lo importante resulta que el nivel de discursividad se ajuste al cadalso de los vencidos torciendo cualquier tipo de reglas. Si la prueba no está, si ha sido elidida, acaso destruida; entonces ya no hay hechos, tan solo imágenes e interpretaciones. O acaso no hemos asistido en estos días a la inversión de aquel viejo adagio que gustaba citar un viejo juez de la corte, y que ahora reza: “las interpretaciones son sagradas, los hechos pasan a ser libres”. Si hay fake news en los medios de comunicación, que haya en la justicia fake judicial.
“Pantalla total” como crimen de lo real, decía Baudrillard. La presencia virtual de un hecho, suprime la lógica procesal de la prueba y, por tanto, su sentido ontológico bajo las mil interpretaciones de la supuesta sana crítica. El crimen de la realidad indiciaria es la indubitable premisa virtual y, como contracara, la ausencia “real” del resto arqueológico de pasado que no sabemos si existe, pero que habla de la supuesta degradación de todo el sistema de gobierno anterior vencido. La ausencia de una prueba corpórea en tiempo y espacio, es el colmo del posmodernismo judicial, y del law fare actual, que tienen como destinatario al ciudadano televidente sometido a la guerra de las apariencias, para captar su voto.
En esta contienda, los medios de comunicación hegemónica ya no son mera caja de resonancia, también participan como protagonistas en el armado de la justicia de los vencedores: inician su causa, le dan fuerza, son testigos y hasta hacedores de verdad. El estado de la justicia de los vencedores es integral y del orden sacrificial y vengativo, tendiente a generar un ritual de degradación del acusado vencido político que termina reafirmando los valores sociales del vencedor. Una vez que se echa al ruedo la justicia de los vencedores todos van corriendo atrás de ella. Como dice Danilo Zolo, la “justicia de los vencedores” se aplica a los derrotados, a los débiles y a los pueblos oprimidos, con la connivencia de las instituciones, el silencio encubridor de gran parte de los juristas académicos, la complicidad de los medios masivos de comunicación y el oportunismo de […] las llamadas ‘organizaciones no gubernamentales’ (2007: 18).
El juzgamiento del pasado, como guerra, implica el fraude procesal, la utilización de comisiones especiales o fórum shopping. El mani pulite sin reglas claras, es de corto plazo, mientras dure el show y sea circo para las multitudes; abre también la apuesta para que los vencedores futuros, se venguen con los mismos mecanismos y procedimientos sacrificiales, de los perdedores del futuro.
Son tiempos penosos para la justicia, pero especialmente para el mundo jurídico en general. La refundación del derecho tardará tiempo, necesitará de buena fe y honestidad para salir de este círculo vicioso, en especial el compromiso de las nuevas generaciones de no usar el derecho y a la justicia como mecanismo bélico contra sus enemigos. La política es acuerdo y debe ser llevada al plano de la robusta discusión parlamentaria. Y toda herencia de criminalidad, debe enfrentar un valladar constitucional. La sana guía sigue siendo la ingeniería del Juicio a las juntas o los actuales juicios de derechos humanos. Una justicia que es única y ejemplo en el mundo. Sin revanchismo ni venganza, respetando garantías y el debido proceso, sin torcer las reglas de los hechos y el derecho
La Plata, 12 de agosto de 2018
*Poeta y abogado
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Excelente artículo. Gracias!