Una procesión de capturas de pantalla viene marchando. Cuando toque revisar la deuda, ¿qué se encontrará? ¿Fracasos en los objetivos o comisión de delitos?
Por Rafael Bielsa*
(para La Tecl@ Eñe)
Los instrumentos de financiamiento externo —como los programas de facilidades extendidas, los acuerdos stand-by, los swaps de monedas y los fondos de estabilidad cambiaria— constituyen herramientas de equilibrio macroeconómico, al funcionar como mecanismos de provisión de liquidez del régimen de divisas. Llegan a países que enfrentan problemas estructurales, distorsiones en la balanza de pagos, restricciones en moneda extranjera o volatilidad cambiaria. Argentina tiene esos problemas y más, y necesita ayuda y más también. Habría que pensar si de ese tipo porque, parafraseando a Félix Crous, acá la historia ocurre varias veces, la primera como una tragedia que se calca a sí misma, y vuelve como… tragedia.
El sexto presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams —diplomático, legislador y considerado ideólogo de la Doctrina Monroe— es citado por algunos como autor de la frase: “Hay dos formas de conquistar y esclavizar una nación: una es la espada, y la otra, la deuda”. Ese político “la vio”, el único expresidente en la historia de los EE. UU. que sirvió en la Cámara de Representantes después de haberlo sido. Entendía que una cosa es la deuda externa, y otra la eterna.
El gobierno dice que tiene la deuda controlada y que con sus programas en 10 años la Argentina podría parecerse a países de altos ingresos, en 20 estar entre los más ricos del mundo, y en 30 en el podio de las tres potencias mundiales. Charlie Sheen dice que nunca consumió substancias, y que jamás tuvo conductas autodestructivas. Se pueden construir castillos en el aire, aunque nunca están disponibles.
El porvenir es fértil, lo estéril es el presente. José de San Martín declaraba no deber ni haber debido, jamás, nada a nadie. No es nuestro caso: Argentina tiene una deuda externa de 278.073 millones de dólares, cercana al 80% del PBI. Francia debe 8.100.000 millones, cifra que representa el 114% de su PBI, lo que equivale a una de las deudas más altas del mundo. En “1984”, George Orwell escribió: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado.” No es indispensable ni tener el poder ni manipular el tiempo para darse cuenta.
Del 17 al 19 de septiembre, el Banco Central (BCRA) intervino fuertemente en el mercado para contener la suba del dólar mayorista, que había alcanzado el techo de la banda cambiaria; vendió 1.100 millones. Pedagogos del equipo económico balbucearon que estaban dispuestos a vender “hasta el último dólar” para no romper la cúpula. El gobierno insistió en que su política de «déficit cero» permite no imprimir más dinero. También gestionó un nuevo salvataje, ahora del gobierno de Estados Unidos, para afrontar los próximos compromisos. Pero si el circulante no crece, y el consumo cae: ¿entonces quiénes −y con qué− compraron los dólares que arañaron la atmósfera?
En incontables ocasiones el Poder Ejecutivo sostuvo que “no había pesos” y que por lo tanto el tipo de cambio debería acercarse más a la banda inferior que a la superior. En la última licitación de la Secretaría de Finanzas de la Nación del miércoles 10 de septiembre, se emitieron pesos para pagar el interés que la deuda devenga. Si al vencimiento de los contratos de dólar futuro la divisa cotiza por arriba de la paridad acordada, el BCRA paga la diferencia en pesos. Es decir, emite moneda para cubrir lo pactado. Esta es una prueba modesta de que el Poder Ejecutivo miente. Otra, es el bautismo como “Da Vinci” a un funcionario de Hacienda, por su creatividad en contextos económicos adversos, para diseñar presupuestos adaptables. A tal figura central del período en el virtuosismo presupuestario, se le asigna haber acicalado el proyecto de Presupuesto Nacional 2026.
Si bien es cierto que en ventanilla se pueden comprar dólares (desde abril de 2025, y hasta USD 100 en efectivo), no es esta naturaleza de cobertura la que produjo la intervención para contener la suba del mayorista. Los compradores principales fueron BlackRock Latin American Fund (BGF Latin American Fund), el Banco Galicia, donde tiene participación accionaria BlackRock, y el HSBC, en el que actúa como inversor institucional global. BlackRock, junto con otros gestores de inversión, desarrollaron evaluaciones sobre los recursos naturales de Argentina, por si se diera el caso de que no pudiera pagar lo adeudado.
En los días de revuelta mercantil, se impuso un cerco para entidades financieras (y parientes de autoridades), con el fin de controlar el desborde de distintos arbitrajes informales que aprovecharon las distorsiones del mercado cambiario, como el “puré”, que consiste en comprar dólares a un tipo de cambio más barato (por ejemplo, el dólar MEP o el oficial con tarjeta), y luego venderlos a un tipo más caro (como el dólar blue). Se conoce que el enjambre de cerebros contables locales es consumidor del escritor monárquico León Daudet, quien dijo: “Si el acreedor pensara más en la otra vida, el deudor lo pasaría mejor en ésta”.
Una procesión de capturas de pantalla viene marchando. Durante el año 2019, la directora gerente del FMI Christine Lagarde dejó la institución, para acudir a la presidencia del Banco Central Europeo (BCE). En 2018, Mauricio Macri declaró que los argentinos “deberíamos enamorarnos” de ella. Tenía sus propias razones: el Fondo le otorgó a su gobierno el crédito más grande en la historia, y también el más desproporcionado en relación con el aporte argentino. David Lipton, el segundo de la tentadora dama, asumió como director gerente interino hasta la llegada de la economista búlgara Kristalina Georgieva; cuando salió se fue a trabajar en el Tesoro de los Estados Unidos. “Tomala vos, dámela a mí”, ruge la hinchada.
Rodrigo Valdés es otro que se fue (un poco): dejó la dirección del Departamento del Hemisferio Occidental, que supervisa las relaciones del FMI con América Latina. A pesar de ser un ortodoxo clásico y haber sido un azote para el gobierno de Alberto Fernández, el oficialismo anarcocapitalista lo motejó de miembro del Foro de San Pablo y de causante del desplome de Chile. Valdés se quedó en el Fondo, pero ocupado en asuntos fiscales. “¡Con Argentina, nos vamo’a divertir!, corean los simpatizantes que no son argentinos.
Gita Gopinath, una figura en la negociación de los programas financieros con Argentina, se fue del Fondo para reincorporarse a la Universidad de Harvard. La sucederá Daniel Katz, jefe de gabinete del secretario del Tesoro de EE. UU., Scott Bessent. La directora del Departamento de Estrategia, Política y Revisión Ceyla Pazarbasioglu, quien en abril de 2025 se negó a firmar un capítulo del acuerdo técnico con el gobierno argentino porque la deuda era “prácticamente impagable”, renunció y no se conoce su destino profesional. Bessent, en cambio, tendría trabajo si lo deseara: fue nominado por Trump para ir al FMI. En el equipo económico argentino hay más camisetas del mundo financiero internacional (especialmente en banca de inversión y trading de deuda), que de clubes de fútbol profesional acumuladas por Sebastián “el Loco” Abreu. ¿Conflictos de interés? Ah, esa te la debo.
Así las cosas, se diría que las discusiones son entre los representantes de la apropiación financiera, situados en lugares alternos. Quedan afuera la salud pública, la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología, los avances productivos nacionales y las áreas estratégicas del Estado. En esas mesas de truhanes, los postergados están ausentes. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, respondió con dureza a la senadora demócrata Elizabeth Warren, quien había cuestionado el respaldo financiero a la Argentina: le dijo que los fondos de cobertura sufrieron grandes pérdidas y que los fondos mutuos a largo plazo y los de pensiones, que invierten en nombre de los trabajadores estadounidenses, se beneficiaron. ¿Argentina? ¡Un premio Nobel, un Papa, un crack, un timbero! ¿Qué menos?
Cuando toque revisar la deuda, ¿qué se encontrará? ¿Fracasos en los objetivos o comisión de delitos? La omisión de denuncia por parte de un ministro de Economía que detecta que fondos provenientes de un préstamo internacional están siendo utilizados para la fuga de capitales, podría encuadrarse en varios tipos penales. Un pentateuco profano e individualista: operaciones con uso de información privilegiada (llamadas insider trading, la compra o venta de acciones u otros valores financieros basadas en información confidencial que no ha sido divulgada al público), administración fraudulenta, estafa concertada, enriquecimiento ilícito, lavado de activos (Ley 25.246).
El Parlamento italiano debate la incorporación del 4 de octubre como fiesta nacional en homenaje a San Francisco de Asís y al papa Francisco. Se busca restaurar el feriado dedicado a San Francisco de Asís, eliminado en 1977 por medidas de austeridad, y conmemorar al papa Francisco, quien eligió ese nombre inspirado por el santo medieval. El símbolo de la pobreza voluntaria, del amor por la creación y de la fraternidad universal, un ecologista avant la lettre, es además el patrón de Italia. Inspirado por el Evangelio, vivió según Cristo: “No llevéis oro, ni plata, ni dinero en vuestras bolsas”. El papa Francisco abordó la deuda como una forma de opresión en múltiples ocasiones, inspirado por San Francisco y la tradición bíblica del jubileo.
De eso se habla hoy en el Parlamento italiano. A nosotros, nos tocarán otros temas.
Sábado, 27 de septiembre de 2025.
*Abogado y escritor.
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