Ni abatimiento ni deserción, porque “todo lo humano es nuestro”, como escribió Mariátegui. Las memorias de la resistencia a la opresión y el terror nos esperan a la hora de forjar un humanismo crítico y de corte frentista que reúna voluntades y esfuerzos para reconstruir la belleza que aún vive en este mundo.
Por Conrado Yasenza*
(para La Tecl@ Eñe)
I
La pregunta no cesa, aunque la cacería se anuncia y la cena la cena de carne human está servida. Se regodean los argentinos de la “era de la crueldad” que brindan socarronamente mientras aprovechan la locomotora a carbón que impulsa la intelectualidad europea de la deserción y el post-humanismo declarado. El abatimiento, la anomia, la ausencia de rebeldía, en definitiva, el auge de lo apocalíptico, es el curry de vegetales en el que se marina la brutalidad anarcocapitalista. En esa cocina que no vemos, es donde se sienten cómodos porque huelen el aroma deprimido de quienes se niegan a ingerir el ácido creativo que permita imaginar proyectos futuros o alternativos – Fisher again– más allá del horizonte neoliberal. ¡Apocalipsis! ¡Posthumanismo! ¡Exhumanismo! Nada de volver a ser vigorosos exploradores de la política y la cultura – batalla cultural – como vehículos posibles para soñar futuros diferentes. El deseo poscapitalista languidece en las teorías de la deserción. Necesitamos de ese deseo para intentar superar la influencia del neoliberalismo mileísta en nuestras vidas. O nos subimos al módulo espacial del Dr. Brand, que nos consuela con la posibilidad del Plan A, y buscamos una nueva tierra para habitar más allá de nuestra tierra, mientras ha diseñado el Plan B, la colonia de óvulos congelados para crear una nueva raza de humanos mientras la humanidad se ahoga en el polvo y la sequía – nada lejos del Proyecto Musk -, o apostamos por el piloto e ingeniero espacial Cooper, que atraviesa el agujero negro “Gargantúa” porque cree en la potencia de la rebeldía y el amor de Murphy, su hija científica – “todo lo que tenga que pasar, pasará”-, y le envía información clave para resolver la ecuación que salvará a la humanidad, y no en otro mundo sino en nuestra tierra.
II
El ladrido de estos oscuros perros – Jorge Asís nos ha advertido que en astrología china tanto Milei como Trump son perros que, parece, no se amilanan ante las adversidades – no es hondo sólo por su oquedad sino, también, por los sacudones que los vástagos de Thatcher y Friedman vehiculizan en su intención de centrifugar la memoria para aturdirla de un presente siniestro que trae, desde el azufre fétido de este averno, el pestilente olor a justicia que se libera al abrir el baúl verde de los Falcón modelo militante de La Libertad Avanza: Los San Isidro Boys, el modelo Misiones «baúl mejorado para acarrear zurditos» Patricia Buckmayer, o el fetiche familiar Pablo Cabrera. Algunos le dicen crueldad, acodados al mostrador del purgatorio vanidoso del Fukuyama que cada quien pretende merecer; otros, avivados en el alcohol de la lucidez, lo llaman por su verdadero nombre: programa económico basado en la prevalencia del mercado como dueño de los recursos; reducción del déficit fiscal con extremo recorte del gasto público y la participación estatal en la economía; reducción del déficit fiscal con achicamiento del Estado – sueldos y funciones – e incremento de la recaudación tributaria e intervención del dólar para frenar la inflación y tratar de equilibrar las cuentas externas. Porque, aunque lo nieguen y menten a Murray Rothbard, el mileimenemismo es el heredero natural de la doctrina económica de “Joe” Martínez de Hoz.
Pongamos un poco de claridad al galimatías: programa económico de ajuste y muerte, aunque los cadáveres no se vean en la calle (siempre alguna patrulla ciudadana los recoge por la noche). Festival diabólico de caníbales off shore ya anticipado por la ex ministra de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Diana Mondino, cuando dijo, para dar por terminada la discusión en torno a los créditos de ANSES a los jubilados, para qué dar créditos si «es casi seguro que se van a morir».
III
La cacería es la grieta. ¿Qué grieta? Aquella que nos divide en cazadores y presas. Grieta voluble en la ley de la selva, que es la ley del mercado autoregulado – un oxímoron. Rabia de mercado expandida a la precariedad rapi que cobró volumen tras el fracaso de la última versión electoralista del peronismo. La furia medró sigilosa y la pandemia cristalizó la idea del Estado gendarme sancionando a la mujer de la reposera al sol y al surfer infractor del toque de queda sanitario. Allí cobró entidad y potencia la figura de Javier Milei, especialmente entre los hombres jóvenes de – o hasta – 35 años, ese cuadrante del que habla el politólogo Andrés Malamud. La democracia occidental aún no entiende la crisis que enfrenta luego de surgir como vigorosa alternativa a la monarquía. La democracia liberal ante el patíbulo de un Guillotin desafiante de la teoría de la relatividad, gravedad de este espacio y tiempo actuales. Aun así, y a pesar de las advertencias de evitar las provocaciones, llegó la noche – en sentido literal – y lo demás es historia: luego de una breve pero meteórica exposición como panelista televisivo, los profesionales de la política, que venían pifiando fiero, subieron al ring a Milei creyendo que realizaban un extraordinario gambito de dama.
IV
La cacería es el mensaje. El accionar represivo está siempre contenido en las fuerzas a la espera de la laxitud ministerial en la aplicación de protocolos; justamente es ese desmayo de los protocolos el que permite la ferocidad en la represión que se traduce en escalada represiva que busca desmovilizar a través del miedo. Nadie sabe lo que pueden los cuerpos como tampoco nadie sabe bien qué pueden esos cuerpos cuando el temor los habita. El temor o el espanto ante este tiempo de lo siniestro en su versión aciaga y vulgar. La anestesia de vivir sin afuera y sumergidos en la interioridad de la burbuja propia. Se acabó la Plaza Pública no porque no exista sino porque compramos que la vida transcurre hacia el interior de las redes sociales. Se vive para el “corte” que se viraliza en un reel. Segundos, sin afuera, cada vez más dentro.
V
Pareciera que los sistemas de alarma y defensa que la memoria histórica del terror activaba no se actualizan en el presente ante el avance autoritario de La Libertad Avanza. Milei está contenido en Macri. El apelativo orcos envalentonó a las jóvenes huestes mileístas Lo mismo, pero más rápido. El kirchnerismo como enemigo y estigma. Milei y el desafío de no comerse la cena antes de tomar el desayuno. ¿Será esta la antología ampliada de la vida breve de los idiotas?
VI
En «Adiós al lenguaje«, Godard, a través de una voz en off dice, en el que será el único texto largo del film, que en 1933 nació la televisión y que Hitler subió al poder en Alemania. Significativo, para el ´33 del siglo pasado, y para nuestro tiempo de descenso al corazón de las tinieblas, actual era de la velocidad grunge. ¿Edad del desastre? ¿La frustración como respuesta a la frustración? En tiempos en los cuales se habla y se escribe para X o TikTok, la idea de «batalla cultural» parece ser una consigna hecha a medida de estas plataformas.
Godard quizás intentaba decirnos que el nazismo perdió la guerra, pero ganó la batalla cultural con su magnificente despliegue del totalitarismo de las imágenes. La diferencia reside en Leni Riefenstahl y en su película “El triunfo de la voluntad”; para nada equiparable con la parodia mileísta en clave Star Wars del “Imperio Estatista”, y por dos razones: la ausencia de creatividad en la pretendida pieza comunicacional (está realizada con IA) y la distancia ideológica con relación al rol e importancia del Estado.
VII
La exigencia de los 15 segundos de atención nos lleva a la experiencia de la vida breve; la ansiedad por lo veloz y su brevedad nos arroja a la calma transitoria que nos provee ese alplax flash, aquel que nos rescata de la inquietante sensación de vacío, tan parecida a la muerte.
¿Podremos volver a esa epifanía, que es casi para estos tiempos una contemplación?, la de una piedra arrojada sobre una superficie aparentemente clara, generando círculos concéntricos como si estuviésemos frente a aquello que parece detenido mientras sus rebotes se diseminan y vuelven la vida una experiencia arbórea. Anatema para este tiempo de lenguas despiadas. Quizás el adiós al lenguaje sea esta fractura en la modernidad de sonidos lesionados, de diálogos partidos, de almas en pena pero profundamente desalmadas, toda una artillería de emociones tanáticas transmitidas como el lenguaje comunicacional subsidiario del despojo y la usura; el bucólico jardín de una casa junto al muro del infierno.
¿Y ante ello qué? Volvemos al principio. Una maniobra de pinzas que se combinan, tal vez sin proponérselo, para darle potencia y perdurabilidad al diagnóstico de este tiempo: Disposición sacrificial para sostener la esperanza de que esta vez el sacrificio dará resultados, aunque el Plan B sea el de los cadáveres invisibles amontonándose en las calles, y deserción de lo humano ante el inexorable apocalipsis generado por la instalación de las ultraderechas a nivel mundial. ¿Quién se beneficia más en el reparto de roles?
VIII
Salir de la cama y antes del primer mate escuchar el relato diario de la derrota acrecentada por el desinterés de los defraudados y la estupidez de los informados. Una sociedad rota, el nuevo latiguillo que no explica nada. Los informados también informan, ojo. Desertar del mundo parece la única alternativa posible, porque el mercado es chico y la población no alcanza y
el valor de cambio no reditúa. Quién puede ser feliz frente al perplejo desquicio del bien y el mal. Hoy un amigo es su soledad que grita: soy el Robinson Crusoe de esta burbuja, mientras mide la desolación y el desgano se le ocurre una razón,
una manera de moverse en una época cada día más lasciva y oscura. Para reafirmar lo que grita, y nadie escucha, está la política y el periodismo, ambos en su versión secuencia repetida.
En un fragmento de una nota escrita para esta revista, Horacio González enumera: “José Ingenieros extirpado de su momento cercano a crear una “raza argentina” y tomado en su momento latinoamericano. El humanismo dadaísta de Cortázar que atraviesa postreramente el tercermundismo. El José Martí de Martínez Estrada. La Carta de Walsh a las juntas. El solicitante descolocado y Eva Perón en la hoguera de Leónidas Lamborghini. Moisés Lebensohn y César Tiempo. La imposibilidad de creer, de Macedonio Fernández. Los artículos de Raúl Scalabrini Ortiz en la revista Qué. Fermín Chávez. Arturo Jauretche. Hernán Benítez. La revista De Frente, de Cooke. “Adán Buenos Ayres” de Marechal. “Tartabul”, de David Viñas. “Respiración Artificial” de Piglia, “Runa” de Rodolfo Fogwill. Leonardo Favio, Quinquela Martín y Gorriarena, Alejandra Pizarnik y Liliana Maresca. Las obras de Carri, Laclau y Casullo. Estilos tecnológicos de Oscar Varsavsky. Rodolfo Puiggrós y Hernández Arregui. Silvio Frondizi. Esteban Echeverría y Héctor Agosti. Bayley, Viel Témperley, Mastronardi y Juan Laurentino Ortiz, J. J. Saer y Di Benedetto. Hugo del Carril y Elías Castelnuovo. Alfredo Varela. “Contorno”. “Cristianismo y revolución”. “Poesía Buenos Aires”. “Pasado y presente”. Cuchi Leguizamón, Castilla, Yupanqui, Homero Manzi, Cobián y Cadícamo, Homero y Virgilio Espósito. Spinetta. Los martirologios antiguos y presentes.”.
Ni abatimiento ni deserción, porque “todo lo humano es nuestro”, como escribió Mariátegui.
Frente a este tiempo vulgar que intenta que creamos que nuestra vida y existencia son imposibles de habitar, la apelación a esas intensas fuentes de energía del memorial argentino.
La deshumanización y el abandono no pueden ser una opción para la emancipación universal.
Las memorias de la resistencia a la opresión y el terror están allí, nos esperan a la hora de forjar un humanismo crítico y de corte frentista que reúna voluntades y esfuerzos para reconstruir la belleza que aún vive en este mundo.
Viernes 8 de Agosto de 2025.
*Periodista. Docente en la Universidad Nacional de Avellaneda.
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