¿Qué relación tiene el asombro y la desmesura con nuestra salud mental, o mejor, con nuestra contra-salud?
Por Sofía Guggiari*
(para La Tecl@ Eñe)
Me siento paralizada. Yo le digo bloqueo e inhibición. Sueño que vuelo saltando por un balcón. Gesto terrible. Aberrante. Desmesurado. Mi parálisis me susurra su saber y sueña con el acto más total. ¿Qué relación hay entre esta parálisis, bloqueo y el gesto monstruoso de toda vida que brota? ¿Qué relación tiene el asombro y la desmesura con nuestra salud mental o mejor nuestra contra-salud?
Hace poco T me dijo: -nuestras mesuras y nuestros pudores, son pacatos, burgueses. Pensé en el sentimiento profundo de soledad, en la vida individual. En el cercamiento de nosotrxs con la ecología que nos habita. Sentirnos aisladxs, pequeños, empobrecidxs. Esta realidad me deja muda, sin palabras. Dice M para explicar su bloqueo de no poder escribir. Y se me viene mi propia inhibición, mi sensación de detenimiento. – ¿Pero, acaso es necesariamente un problema?, pienso contradiciéndome.
Isabel Stengers y Pignarre denominan «alternativas infernales» a las falsas dicotomías: una o la otra y nada más. Que atrapadas en la urgencia se mueven entre la lógica de la resignación y la denuncia impotente. ¡Vaya encerrona, encrucijada infernal! Pero hablar de contra-salud mental como concepto-fuerza es poner el acento no en la adaptación al ideal equilibrado y estable del guion de normalidad, alternativa infernal. Si no en la posibilidad de experimentación que tiene una vida singular para que esa vida sea vivible con otrxs. Existe más allá del individuo. Pero no existe sin un gesto terrible y desmesurado. Porque la experimentación implica parir un sentido al mundo y transformarse con él en un nuevo lugar. Implica la reapropiación del gesto de hacer brotar, nacer, interrumpir, morir, dejarse, soltarse, morder, hablar, irse, llegar, contestar, lanzar al abismo. Primera palabra, pincelada, dejarse tomar… O devenir en color. Peste. Sexo. Eros. Dolor. Fuerza monstruosa de creación. Incómoda y profana. Que no se iguala a la potencia volitiva. Porque incluso puede sentirse en la profunda impotencia del yo. Puede nacer, con alivio, en la interconexión. Interpenetración recíproca con todos los que somos.
Gesto terrible como el asombro que arranca del entumecimiento a cualquier zombie.
Sueño que vuelo saltando por un balcón ¿Qué relación hay entre nuestros sufrimientos anímicos, afectivos o psíquicos, (depresiones, abatimientos, ensimismamientos, cansancios, bloqueos, parálisis, desolaciones), con nuestros gestos terribles?
Nuestra querida Suely Rolnik ya nos dio un modo de cartografiar el problema. Habla del cafisheo: secuestro de la fuerza vital de creación y cooperación, en el propio nacimiento de su impulso germinador de mundos. Lo que está desapropiado es el nacimiento del impulso de germinar un acto, una palabra, una escena, un límite, un encuentro, una contra-violencia, un grito, un gran placer. Pero también un silencio, que no es lo mismo que la coerción. Incluso, por qué no, una retirada. Desensillar como movimiento necesario. Una gran tristeza que no sirva productivamente para nada. Pero si nuestra potencia de dar nacimiento al impulso, a la germinación de mundo, de eso que late en nosotrxs está cafisheada, entonces también lo está nuestro derecho al gesto terrible. Gesto que necesita cualquier acto vital. Derecho a la desmesura. Impudicia. Aberración.
Así lo monstruoso del poder de creación – que no es la creatividad marketinera- habla en nosotrxs en contra nuestra, como si nosotrxs nada tuviéramos que ver. Y claro, tan cansadxs, abatidxs, golpeadxs, humlladxs, ahogadxs, paralizadxs. ¿Quién puede querer más espantos? ¿Cómo reapropiarnos de ese nacimiento de impulso, que siempre implica un salto abismal? Porque no es lo mismo la violencia de la adaptación, que el movimiento de reparación y germinación. Movimientos, estos últimos siempre poéticos, pero no por eso menos terribles. Otros modos de pensar la cura.
Sueño que vuelo saltando por un balcón. Y en ese salto mi declaración ante el mundo y ante mí. Una impureza estimulante. Que me saca de las alternativas infernales y me lanza a germinar. Por eso una contra-salud necesita de su gesto terrible para darse a la experimentación: reapropiación de lo que puede una vida descubrir que necesita para sí. Una contra-salud que no es la imagen de la enfermera en silencio que no permite. Imagen aterradora. Acto arrasador. Si no el empuje híbrido, relacional, desmesurado, político, poético, que se define siempre por aquella bestia: lo que está vivo.
Jueves 7 de agosto de 2025.
*Psicóloga.
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