Reseña sobre la última entrevista dada por el Indio Solari para el ciclo Caja Negra, que lleva adelante el periodista Julio Leiva.
Por Mariano Molina*
(para La Tecl@ Eñe)
El último día del año 2023 se publicó una entrevista audiovisual al Indio Solari, realizada para el ciclo Caja Negra, que lleva adelante el periodista Julio Leiva. La misma se puede ver y escuchar en plataformas como youtube o spotify. Cómo en cada ocasión que habla, Solari abre una cantidad de temas punzantes para la vida humana y social, sin escaparle a nada y sin pretender corrección. La entrevista recorre aspectos claves de aquello que podría denominarse (sin su aprobación, obvio) una mirada solariana del mundo. En un largo y cuidado diálogo el Indio reafirma su condición de artista maldito e incómodo, dejando claras huellas para entender porque es el personaje contracultural más importante del rock argentino.
***
Si logramos un instante de freno en medio de la vorágine diaria y, ante eso, existe la posibilidad de jugar un poco con la imaginación, diría que la entrevista tiene algo del ritual de un concierto del Indio o Los Redondos. El comienzo es de una gran potencia y energía, donde te mueve para todos lados y despliega casi la totalidad de aquello que, en esta ocasión, me parece fundamental para entender o conocer al artista.
El Indio Solari, que en enero cumplió 75 años de edad, tiene un largo recorrido artístico que se compone de su carrera con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota (1976 – 2001), la etapa solista junto a Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado (desde 2004 hasta el presente) y una variada experiencia contracultural entre los años sesenta y setenta en la ciudad de La Plata, vinculada fundamentalmente a búsquedas alternativas y multidisciplinarias.
En esa primera parte del encuentro se reafirma en tópicos que son su marca indeleble, acompañado de conceptos agudos para la reflexión sobre la vida social, que readquieren variadas características en un presente imposible de definir. En primer lugar, el amor y la defensa del estado de ánimo cómo eje organizador de la vida. Luego, para hablar de la política, hace hincapié en un tema urticante para militancias y distintas formas de participación, pero valedera en los contextos que actualmente se viven en Argentina: “El individuo apto para vivir en el siglo XXI es el psicópata. Tenemos una vida íntima que no entra en los cánones de la vida que se vive desde la política”.
Este primer planteo fuerte de Solari resulta clave en el recorrido del encuentro. Por su perspectiva humanista, su incisiva crítica a las formas que ha tomado la vida política y porque esta aseveración no le impide dejar bien planteado su conocido posicionamiento político. Aquello que comúnmente denominamos medios masivos de comunicación responden casi siempre a las instancias coyunturales, sin adentrarse en el contenido del diálogo y está vez no fue la excepción. Las repercusiones mediáticas de este encuentro giraron en relación a lo que dijo sobre Milei, su gobierno, Cristina o los temas de coyuntura, aunque en realidad fueron casi marginales, ninguneando de alguna manera el replanteo de fondo sobre las formas de participación política o la incesante búsqueda de respuesta por los motivos que llevan a las mayorías a estar fuera de ese entramado.
En este primer tramo, además, vuelve a reivindicar el acto artístico como decisivo en la vida de las personas, enfrentándose a conceptos positivistas o puramente materialistas: “Las canciones de amor te cambian íntimamente y eso implica un cambio. Una vez me decían que las canciones no cambian el mundo. Hay canciones que cambiaron mi mundo y eso, cuando cambian tu mirada, es fundamental”. Y rápidamente vuelve a dejar en claro que su búsqueda siempre es política y artística: “Ya no busco ideologías ni ideales. Busco virtudes. Trato de ver, de qué manera, de una vez por todas, hay seres humanos diáfanos, claros, de mente limpia, que no estén en la rosca. Nada bueno puede salir de la rosca política… Si lográramos a través de la cultura -no sé cómo, es una gloria que me excede- lograr ciudadanos aptos para vivir en paz y respetarse…”
Luego, aparece un tema que ha estado presente en muchos de sus diálogos públicos. Solari ha repetido que se considera un hombre de la psicodelia, entendido esto como experiencia humana trascendental: “Hay una transformación metafísica en uno, producto de la voluntad de uno, que cambia mucho todo. Entras a pensar en los demás de otra manera, en tu vida de otra manera, de un día para el otro. Yo he hecho una experiencia seria, importante, durante mucho tiempo… Es penetrar realmente en algún lugar donde te quede esa capacidad de cariño que tenés por la vida, respeto por los demás y por la gloria que hay rodeándonos.”
Se define como “un hippie viejo que se la creyó” y asegura que “hago arte popular. Desde que entré en este mundo, para mí la revolución es desde la mañana a la noche, todos los días. Porque es en uno primero que en nadie… Nosotros no queríamos transformar a la sociedad, queríamos transformar al hombre. La sociedad se transforma sola si se cambia.”
Recorrimos recién 8 minutos de una conversación que durará 86. Un 10% del diálogo y la sensación es el mismo apabullamiento de sus conciertos: un éxtasis de temas y la intensidad de pensar y sentir por lugares disímiles. Humanismo, contracultura, arte, política y filosofía arman el repertorio. Una sobreabundancia inabarcable en cualquier entrevista que responda a los formatos y tiempos de producción estandarizados por la lógica de las plataformas y el mercado.
Si continuamos con la imagen del concierto, lo que sigue es una sumatoria de temas disímiles que abarcan aspectos de la vida social, su enfermedad, la trayectoria artística, su familia, el fútbol, las búsquedas estéticas y la poesía, entre otras cuestiones. El clima para la escucha y el disfrute está generado.
El silencio no es salud
El Indio Solari ha sido un cultor del cuidado de la imagen: una obsesión legítima y también un posicionamiento cultural. Como en formato audiovisual prácticamente no ha brindado entrevistas, en esta ocasión la propuesta estética es una puesta en escena a contraluz y en las sombras, en un sitio que tiene un enorme ventanal hacía la copa de unos árboles. Están en su casa. Sólo se ven las siluetas del entrevistador y entrevistado, con algunos detalles cuando la cámara se acerca momentáneamente. En 2006 declaró públicamente que sufría Parkinson y desde ese momento su salud se convirtió en tema de cada reportaje. Entonces, aparece la pregunta obligada:
-¿Cómo estás de salud?
-Estoy cómo el culo
-Pero… ¿la vas llevando?
-¿Y qué remedio me queda? Lo que tengo es esa súper actividad que me mantiene abstraído en eso y ahí logró unos rounds de descanso. Pero ni bien vuelvo a la realidad… camino muy mal… Yo he nadado en aguas abiertas y no puedo hacer un largo en la pileta.
¿Qué te voy a contar? Agarra un libro, busca Parkinson y te va a decir todo lo que te pasa.
El entrevistador intenta rápidamente salir del tema. Seguramente por respeto y también porque la crudeza de la respuesta pone la humanidad entera sobre la mesa. Y no estamos acostumbrados a enfrentarnos públicamente a este dilema.
Los buenos están rodando cine de terror
La ironía es un arma permanente de su poesía y sus conversaciones. En varios tramos regresa a la vieja dicotomía de buenos y malos para problematizar temas del presente político y social. Es un recurso que por momentos lo lleva al extremo para poder plantear temas de fondo: “No sé cómo reconocer a los buenos” dice, dando cuenta de las contradicciones que sufre aquello que se define como campo nacional y popular o progresista en contraposición al pensamiento neoliberal y conservador. En otro pasaje se reafirma diciendo que “es muy difícil armar una certeza de tu mirada del mundo. “
Es indudable que la cuestión política, cultural y social es una preocupación permanente en el planeta Solari, porque son temas que vuelven a lo largo de la casi hora y media, pero nunca bajando línea sino más bien invitando a pensar.
“La grieta se define entre los que tienen poder y no tenemos poder. Es para mí la gran división. Después hay matices de cómo se quiere combatir de un lado y del otro. Hay gente del lado malo de la vida que propone garrotazo y garrotazo y hay otro que quisieran ver de qué manera cambiar la opinión que la gente tiene respecto a eso. A mí lo que me sorprende es la falta de memoria de la gente. Y en algún momento pienso: hay un tipo que labura 12 horas en un taxi para parar la olla ¿y qué pretendo yo? ¿Que baje a comer un pancho con un libro de Foucault bajo el brazo? ¡No! El tipo llega a la casa, les pega un bife a los hijos por las dudas, pone a Marcelo Tinelli, Susana Giménez o algo parecido y se va a dormir. El tipo no tiene tiempo de ilustrarse de ninguna manera, de enriquecer su sabiduría para resolver cosas elementales.”
Porco Rex
El Indio cuenta que parte de su sustento son los derechos de autor. Pero, a contramano de un tema sensible en la vida del mundo artístico, incluido el progresista, aprovecha la ocasión para polemizar sobre este asunto y sobre la originalidad del pensamiento y las ideas: “Creo que no deberíamos pagarle nada a los autores. Porque uno viene a este mundo hecho una tabula rasa. Todo lo que somos lo escuchamos de alguien o lo leímos en algún lado. Sólo es nuevo lo que hemos olvidado”. El tema está planteado y encierra una concepción de la vida que reconoce límites propios y la presencia ineludible de las infinitas influencias que vamos absorbiendo a lo largo del tiempo. Un reconocimiento sensible que da cuenta de la necesidad de la vida en comunidad y de correr los egos que cada uno y una tenemos en la mochila.
La imposibilidad de realizar conciertos, producto de su enfermedad y una masividad imposible de controlar también son tratados por el artista con algunos detalles desconocidos. Y frente a la insistente pregunta de un posible reencuentro con el guitarrista Skay Beillinson (con quién lideraron los Redonditos de Ricota) es, una vez más, tajante en su respuesta sobre la imposibilidad de un reencuentro: “No sabes cuando empieza la traición.”
La oscuridad
A lo largo de la entrevista se lo ve animado y de buen humor, reconocido por él mismo, mostrando públicamente una sensibilidad y animándose a confesiones impensables hace algunas décadas. Vuelve así a hablar de su identidad de izquierda, su amor por Evita y su vinculación con el peronismo desde un lugar marginal.
“Soy un artista peronista. Los artistas peronistas damos lo que tenemos para dar, la gloria que tenemos para ofrecer y no mucho más que eso.”
Uno de los tramos de mayor sensibilidad es el momento donde Solari describe la situación de encierro que vive, producto de su estado de salud. Es un momento imposible de no conmoverse ante sus palabras que describen la intimidad de un drama y la empatía con aquellas personas que no tienen sus posibilidades materiales:
“No viajo a ninguna parte porque no me siento cómodo. Está hectárea para mí es mi mundo. No salgo hace 10 años. Solamente voy al dentista que hasta hace poco me atendía en casa. No me gusta que me vean así. Acá tengo todo lo que necesito y me gusta. Están mis discos, mis libros, mi estudio, la pileta calefaccionada para hacer las elongaciones. Y eso es otra cosa que a veces no me gusta. Saber que yo tengo un privilegio de poder tener todas las cosas. Mis medicinas salen un dineral. Tengo una pileta calefaccionada para que venga un kinesiólogo. Me imagino la gente que tiene lo mismo que yo sin todo eso… Ahhhhhh… Si así no es vida, imagínate lo que debe ser eso…”
El silencio se impone. Nuevamente el entrevistador intenta salir por algún vericueto. La tragedia íntima se presenta crudamente. Y hay que poder continuar…
Pinturas de guerra
La falta de experiencias contraculturales del presente sobrevuela pasajes de la entrevista y dan cuenta de su preocupación: “Debe haber algún género que vuelva a reencauzar un pensamiento, porque la música es un gran difusor de ideas. Y de ideas lo suficientemente ambiguas para que uno no se transforme en un tirano de uno mismo y de los demás. Creo que la música hay que usarla para eso. Yo he tenido bandas de combate. No he tenido bandas de entretenimiento. No me parece bueno tener entretenida a la gente mientras le están metiendo la mano en el bolsillo.”
Aparece, entonces, la escritura solariana. A lo lejos, la sombra del mito sobre la inteligibilidad de sus letras, construido desde usinas superfluas que solicitan mensajes masticados para un consumo preestablecido: “Me manejo mucho con la ambigüedad. Trato de que la persona tenga de movida un abanico muy grande de acercarse a cosas que a veces yo digo y a veces no digo. A veces uno toca el tambor y otras veces no. Pero la gente tiene que estar acostumbrada a que uno toca el tambor, porque de esa manera es libre de interpretar, en los momentos que uno no toca el tambor, tocando su propio tambor. Las letras de las canciones están hechas para imaginar y no para enterarse de que me pasó a mí. El que tiene que hacer el esfuerzo no es el artista, es aquel que recibe.”
El encuentro va concluyendo. Suenan los últimos acordes recordando aspectos de su infancia, aventuras juveniles, las historias familiares con el hermano de carrera militar y la propia deserción del Indio del servicio militar. Estamos casi en el final y la emoción envuelve al artista cuando declara que no puede zafar del escenario social, al tiempo que reafirma la importancia de poner al amor por delante de nuestras vidas: “es intransferible en palabras porque tiene la magnitud que tiene cuando sentís el amor. El amor es emoción y corrige tu vida por algo muy íntimo. Por eso se lo combate de los lugares de poder”.
No debe ser fácil entrevistar al Indio Solari, personaje esquivo a los medios de comunicación, verborrágico y con una enorme formación intelectual y artística. Julio Leiva va tirando temas y el Indio los agarra y los desarrolla a su antojo. Como debe ser.
Ángel amateur
El artista que modificó la vida de miles de personas tuvo la virtud de combatir desde la cultura las estructuras mercantilistas de la sociedad y denunciar autoritarismos, al tiempo que compartía músicas y construía espacios únicos de libertad. Siempre que nos cruzamos con el Indio Solari vuelven preguntas indispensables. Es indudable que el legado es su obra artística, su propuesta contracultural y una cosmovisión que muchos y muchas compartimos.
¿Se podrá transmitir este tipo de experiencia a las generaciones venideras, que es la de nuestros hijos e hijas? Nunca con el objetivo que repitan hazañas de otros u otras, ni porque todo pasado fue mejor, sino para compartir caminos y preguntas sobre cómo tratar de establecer formas de vida más humanas y sensibles. Porque el mundo ha cambiado, es muy cierto, pero esas búsquedas son imprescindibles para que la vida del siglo XXI no sea definitivamente la vida psicópata que propone el mercado, las nuevas tecnologías y la actual forma de la política.
El presente, como canta el Indio, nos sigue recordando que decidir vivir nos cuesta vida ¿Es posible, entonces, llegar a las profundidades de nuestras humanidades? ¿Qué cosas nos emocionan? ¿Qué nos conmueve? ¿Vamos a hacernos estás preguntas o fingir desentendidos? ¿Estamos dispuestos a darle un lugar? ¿Acaso no es una necesidad imprescindible para que la vida no sea devorada entre las miserias del hiperconsumo? ¿Es posible resistir?
Alguna de las respuestas posibles la propone el artista en cuestión: en la resistencia está todo el hidalgo valor de la vida…
Buenos Aires, 25 de febrero de 2024.
*Comunicador y docente. Compilador del Libro Gonzalianas – Conversaciones sin apuro que se editó en 2021 por Colihue (Diálogos de Horacio González con diversos amigos y amigas)