«Solo servís para denunciar», la agredió una vez Macri como diciéndole «sos una inútil» y, sin embargo, en «LA CARRIO – Retrato de una Oportunista» -la biografía incómoda de la Madona Chaqueña-, queda claro que muchas de la peores cosas que le han pasado a nuestra patria están ligadas a denuncias realizadas por Lilita y sus adláteres. Una de esas cosas (acaso la más tremenda) es la que contamos en este tramo: «La Cazadora de Gils Carbó». Porque, a partir de una acusación falsa, amañada, insólita, la ex-Procuradora fue acosada (junto a su familia) y terminó renunciando, lo que le liberó las manos al bueno de Mauricio y sus socios para hacer todo tipo de trapisondas.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
Por detrás de todo saber o conocimiento
lo que está en juego es una lucha de poder.
El poder político no está ausente del saber,
por el contrario, está tramado con éste.
Michel Foulcault
No es inocente. En sus denuncias juegan también las entretelas del poder. Tampoco es una justiciera que trata de mejorar la calidad institucional o política de la República. Más bien parecería una mandada a hacer ruido, a generar malestar, a hacer de la democracia una “zona liberada” en donde los esbirros de la prensa canalla cometan sus crímenes con impunidad.
Uno de sus objetivos fue Alejandra Gils Carbó. La ojeriza venía de lejos, de los tiempos en los que la Procuradora había solicitado la suspensión del fiscal José María Campagnoli porque este había modificado el objeto procesal de una investigación contra Lázaro Báez por presunta extorsión para quedarse con el expediente y el Tribunal de Enjuiciamiento de Fiscales los suspendió en una votación que salió 4 a 3.
Pasaba que la hermana, Marcela Campagnoli, era una de las favoritas de Lilita. La que la acompañaba en los timbreos. La que siempre estaba en la grilla para convertirse en diputada. Por eso la rabia. Y se sabe que cuando Elisa Carrió te pone en la mira, puede volverse una denunciadora a repetición.
El 10 de diciembre de 2013, Lilita y su adlátere Mariana Zuvic, se presentaron ante el Juzgado Federal 8 a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi para ampliar la denuncia por “encubrimiento agravado y/o el abuso de autoridad” contra la procuradora General de la Nación. Decían estas representantes del ARI que «El verdadero objetivo de la procuradora general con su resolución, no es otro que el de ‘aleccionar’ al magistrado simplemente por investigar, y a la vez, de efectuar una clara ‘advertencia’ al resto de los integrantes del Ministerio Público a su cargo. Perfeccionándose un nuevo accionar que podría configurar encubrimiento agravado”.
Según Carrió, Gils Carbó había apartado a Campagnoli «en base a acusaciones que la Procuradora General toma de denuncias efectuadas precisamente, por partes interesadas en las causas a quienes por supuesto, no les era de su conveniencia, que el fiscal tomara ningún tipo de medida a fin de investigar los hechos”.
En la ampliación, acusaban a Gils Carbó de negarse a “realizar las diligencias probatorias solicitadas en varias oportunidades por el Fiscal Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Guillermo Marijuán” (lotería, gritaba la tribuna porque aparecía en la denuncia otro fiscal lábil a los intereses de la oposición al gobierno, el que perforó media Patagonia buscando el tesoro del corsario Néstor Kirchner) y concluían arguyendo que la Procuradora “estaría actuando gobernada por otros intereses (…) como el de encubrir las conductas criminosas de los imputados en la causa Báez, Lázaro y otros s/encubrimiento, asociación…’, que como dijimos, se sospecha, vinculan a los imputados con las más altas esferas del Poder Ejecutivo Nacional”. Redondito. Una operación más clarita que no la podías mejorar ni echándole agua.
Hasta ahí, la denuncia parecía responder más a la defensa del hermanito de una amiga que a otra cosa, pero, en el medio, apareció el bloque de Unión-PRO en el Congreso para elevar un pedido de juicio político contra la procuradora a la que acusaba de que su trabajo «desde su asunción en el cargo, el 29 de agosto de 2012, y luego de la salida intempestiva del Dr. Esteban Righi, ha sido contrario al conjunto de normas que regulan la actividad del Ministerio Público Fiscal y que exigen de quien ostente el cargo”. Aducían falta de idoneidad e imparcialidad y afirmaban que «Las acciones y decisiones adoptadas por la Dra. Gils Carbó han significado unataque tanto al Poder Judicial de la Nación como a la institución que ella conduce, afectando su independencia y conculcando el derecho constitucional de acceso a la justicia consagrado en los instrumentos internacionales con idéntica jerarquía«.
Para ellos resultaba evidente que la Procuradora había “incurrido en las causales de mal desempeño y comisión de delito en el ejercicio de su función, correspondiendo entonces a esta Cámara de Diputados la acusación respectiva y su pedido de suspensión en el cargo y al Senado su juzgamiento y posterior destitución» y enumeraban algunos motivos entre los que aparecía el pedido de suspensión de Campagnoli. «Una cuestión de especial gravedad institucional”, sostenía el pedido de Juicio Político.
Con la aparición del PRO, se entendía con claridad que la tarea de destrucción de Alejandra Gils Carbó y sus tiros por elevación al Ejecutivo, había comenzado. Y la que daba el puntapié inicial de esa verdadera cacería humana que culminó con la renuncia de la Procuradora (luego de que llegaran a publicar en un diario de amplia tirada nacional el número de teléfono celular de una de sus hijas), la que señalaba la presa y ofrecía las armas para el safari humano era ni más ni menos que Elisa Carrió.
En 2016, cuando ya habían abierto la temporada de caza para Gils Carbó sin ningún tipo de pudor, Lilita la denuncia por “apología del delito, atentados contra el orden público, incumplimiento de la obligación de perseguir delincuentes, encubrimiento, abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público”. Todo esto por una agresión que había sufrido el entonces presidente Mauricio Macri durante una recorrida por Mar del Plata en compañía de la entonces gobernadora María Eugenia Vidal.
Al grito de «Macri, basura, vos sos la dictadura«, y arrojándole algunas piedras a Mauricio, un grupo de adolescentes del barrio Belisario Roldán suspendió un acto justo en el momento en el que el mandatario aseguraba: “la Argentina va camino hacia la pobreza cero”. La policía rápidamente reprimió con gases (suelen ser muy veloces para tapar sus cagadas de ausencia de toda inteligencia en territorio, más ante la recorrida de un presidente); el entonces intendente, Carlos Arroyo, protector de neofascistas, en una valiente actitud se apartó un poco para no ser alcanzado por ningún proyectil; los revoltosos fueron detenidos y el resto dispersado y la sangre no llegó… al mar, en este caso.
Pero la consigna de esos días era “echemos a Gils Carbó” así que Lilita, ni lerda ni perezosa (a diferencia del Domador de Reposeras) hizo su presentación y agregó que los ilícitos aludidos “habrían sido cometidos por la Sra. Procuradora General de la Nación Alejandra Magdalena Gils Carbó y, eventualmente, por otros funcionarios que pudieron tener participación en los hechos que se denuncian”.
Esa denuncia se fundamentaba en las palabras del juez federal de Mar del Plata Alfredo López, quien había objetado “el accionar de representantes del Ministerio Público, por un lado a una fiscal de primera instancia, Laura Mazzaferri, y por otro al fiscal ante la Cámara Federal Daniel Adler”.
A esta altura se vuelve relevante señalar algunas cuestiones por lo menos dudosas de la identidad de este juez que, a mediados de 2021, suspendió la aplicación de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo en todo el territorio argentino. López suele hablar en sus redes sociales de la “tiranía abortera”, las “patologías femibolches” (ha escrito, por ejemplo, “Las Femibolches Verdes quieren el aborto y la liberación de los violadores porque militan el Mal”) y que, en ocasión de una celebración del movimiento LGTBIQ+ y del apoyo que se le daba a esto en el canal Nickelodeon, escribió un tuit en el que decía: “La perversión de estos degenerados no tiene límites”. También es necesario recordar que a inicios de este año, en ocasión del intento de golpe de Estado en Brasil, tuiteó “Levantamiento contra el comunista y ladrón de Lula”
Bien. Presentado el juez que con sus observaciones daba sustento a la denuncia de Carrió contra la entonces Procuradora, avancemos con los dichos de la chaqueña quien sostenía que Gils Carbó había creado oportunamente un equipo de fiscales cuyo fin era investigar esas intimidaciones pero que estos “nada habrían hecho con la denuncia penal del juez Alfredo López”. Agregaba que el juez federal había denunciado seguimiento ilegal contra su persona y deslizaba que tenía conocimiento de que habría un medio centenar de agentes de inteligencia en Mar del Plata (cosa de la que nos vinimos a enterar en 2020 cuando se informó que la presencia de espías en la Provincia sería un temita de la AFI en acuerdo con Vidal, Ritondo y alguna jerarquía provincial).
Como al pasar, Carrió remarcaba en la denuncia que era “vox populi en esos días el alineamiento automático de Adler con Gils Carbó” y que él había
presidido el “irregular Tribunal de Enjuiciamiento contra el fiscal José María Campagnoli en el año 2014”.
La causa había recaído en el juez Julián Ercolini (el mismo del viaje a Lago Escondido) quien se declaró incompetente y se la envió al juez federal de Mar del Plata Santiago Inchausti. En 2018 fue archivada (la presa de la cacería humana había renunciado). El juez marplatense identificó a los autores, todos menores de edad, y los sobreseyó. No hubo reproche penal para Gils Carbó. Pero el ariete Lilita había funcionado.
Buenos Aires, 2 de abril de 2023.
*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.