Capítulo 15 de la molesta biografía «La Carrió – Retrato de una Oportunista»- y llegamos a la mitad del libro. Esta vez vamos a acudir a los antecedentes históricos (e histéricos) de Lilita y sus adláteres en un texto titulado Mitología, Epifanía y Ocaso de las Euménides republicanas, en cual se retrata a la protagonista de nuestra bío incómoda y a sus dos más allegadas colaboradoras, en un repaso histórico de todos los tríos de productoras del mal que reconoce la literatura clásica.
Pero, además, llegados a la mitad del libro, aparece la duda sobre si la otra mitad será bienvenida o la telenovela de Elisa María Avelina tiene a la platea un tanto agotada… En el cuadro de comentarios y en el Facebook de La Tecl@ Eñe se reciben sus respuestas.
Por Carlos Caramello*
(para La Tec@ Eñe)
Venían a salvar la República. Con discursos altisonantes y acciones delirantes -como esa de llevar una muñeca de plástico bajo el brazo y presentarla como “La Republiquita”-, se anunciaban como las adalides de la división de poderes, las campeonas de la cuestión pública, las guías espirituales del Estado de Derecho y… resultaron espías de esas que tocan timbre, “Mata Hari” de cotillón, figuritas repetidas de la Nueva Derecha Democrática, la más corrupta de las que nuestro país haya padecido en toda su Historia… Y miren que fueron varias.
Qué digo Mata Hari (aquella bella espía que entre danzas del vientre y sonrisas se convirtió en el arma secreta de Alemania durante la Gran Guerra) en realidad, eran “Gaby, Fofó y Miliki”. No sólo por lo bufonas del Poder sino porque, además, son profundamente “anti republicanas”, igual que los famosos payasos del régimen falangista de Francisco Franco.
No vamos a nombrarlas. No es necesario. Se sabe largo de quienes hablamos. Porque en sus encendidos discursos parlamentarios solían poner a La República delante de todo. Pero resulta que, no hace mucho, vinimos a enterarnos que estas señoras aparecieron participando de una asociación ilícita que espiaba y extorsionaba a dirigentes opositores…y propios (y si no preguntale a la “Virgencita” Vidal); fiscales, jueces y hasta periodistas. Y, además, colaboraban en el armado de causas que, el “ala disoluta” de la Justicia Federal, convertía luego en falsas acusaciones destinadas a ensuciar el buen nombre y honor de los espiados. Y a tenerlos siempre “en situación de juicio”, más allá de que las prueban no existan.
Y no sólo participaban activamente de esas deleznables acciones de espionaje y denuncia sino que, además, las defendían como si fuesen una herencia. ¿Cómo? Desde la TV: abonadas a algunos programas de cable, al punto de que no se terminaba de entender si eran las invitadas a esos ciclos… o las conductoras.
Abanderadas de aquellos desmesurados esfuerzos que realizaba el anterior gobierno para controlar a la Justicia (y, la verdad que con éxito), a ellas les parecía “republicano” y “honesto” que se nombrara jueces de la Corte Suprema por decreto; que se detuviese a los propietarios de los medios de comunicación que no se arrodillaban ante el gobierno, que se apretara o persiguiese a aquellos magistrados que no le rendían pleitesía con sus fallos, que se exigieran destituciones y juicios políticos, y hasta que se llegase a la atrocidad de publicar el número de celular de los hijos de algunos funcionarios judiciales que se les resisten. En fin, que se apelara a las más bestiales prácticas de extorsión (así consiguieron, por ejemplo, la renuncia de la procuradora Gils Carbó) pero, de eso, la mamá y las tías putativas de “La Republiquita”, ni mu… dije “mu”: se entiende, ¿no?
Partícipes primarias de las trapisondas de un Gobierno que mandó a denunciar ante el Consejo de la Magistratura al juez que investigaba el mayor escándalo político de la Democracia, estas Arpías -en el sentido mitológico del sustantivo, claro-, fueron parte activa de ese contubernio junto a fiscales, jueces, destacados periodistas, funcionarios y hasta el Presidente, un tal Ingeniero Mauricio Macri, que se puso cómodo en uno de esos programas de aquella TV que le era absolutamente funcional (por decirlo de una manera elegante) para explicar que no era “la primera vez… Ramos Padilla ya ha hecho varias, así que espero que el Consejo, con todas las pruebas que hay, evalúe seriamente si destituirlo«.
Estas modernas Euménides (seguimos citando tríos de famosas diosas malévolas, tanto de la mitología griega como romana), salieron entonces rápidamente a descalificar al magistrado de Dolores y a denunciar una “operación kirchnerista”. Ellas, las reinas de las operetas, santiguándose ante el pecado de ser investigadas, mientras se hacían las distraídas como cordobés que tiró fernet al piso.
Sus voces, que antaño clamaban por la Justicia (aunque sonaba bastante a “la Venganza”) fueron adquiriendo el semitono de la victimización. Sus denuncias dejaron de ser altisonantes y, hoy, la mayoría de sus dichos refieren a que son perseguidas, utilizadas o desoídas.
Sólo se ocupan de sus enemigos internos… y no mucho. Porque cuando se van de boca -lo que es cada vez más frecuente- llaman a la Jefa de este Trío al komisariat, las reprende, y después sale diciendo que lo de ellas era “una broma”. Lo que, entre otras cosas, permite entrever que no estarían atravesando por su mejor momento. Es más, una de ellas deslizó, oportunamente, que se retiraría de la política. Pero la arpía mayor de las tres (la que cada tanto se acuerda de que la quieren matar) la llamó a silencio y la mandó a un programa a poner la cara… no es cuestión, che.
Es necesario aclarar, para cerrar este capítulo, que la referencia histórica no es antojadiza. Tanto las leyendas de la antigua Grecia como las romanas, resaltan, entre sus personajes fabulosos, tríos de diosas maléficas, horribles -y casi siempre perdedoras- que, bien podrían haber reencarnado en nuestras agonistas: las Arpías, engendros semi divinos con busto, brazos y cabeza de mujer pero cuerpo cubierto de plumas, llamadas: Aelo (la del vuelo tempestuoso), Ocípete (viento veloz) y Celeno (la oscura). Estas repulsivas deidades representaban el rapto, el robo y la delación.
Las otras tres son las Erinias griegas (Las Furias para los romanos), seres sobrenaturales que personificaban la venganza, cuyo aspecto terrorífico, por sus rostros malignos y las serpientes en sus testas a manera de cabellos, las ubicaba en el lugar de las entidades a temer. Eran tres las Erinias o Furias: Alceto (la que nunca se detiene), Tisífone (la que siembra el crimen) y Megara (la envidiosa)… no se si a quien nos lee le recuerdan a algún otro trío.
Lo cierto es que la mitología nativa también reconoce un famoso trío que, como sus hermanas griegas y latinas, traen el mal, convocan tempestades, portan el odio y acarrean malas nuevas. Trío este, conocido como Las Tres Flores de la Costa… No es necesario recordarle al lector sus nombres de fantasía… ni tampoco los reales: todos las han visto rondando por los sets televisivos y los pasillos del Congreso.
Ellas, que venían a salvar la República, con sus prácticas perversas y su juego de espías módicas, se han demostrado proclives a destruirla.
Nota:
Este capitulo es la versión aumentada y corregida del que fuera, originalmente publicado, en el libro “Zonceras del Cambio o Las Delicias del Medio Pelo Argentino”
Buenos Aires, 25 de noviembre de 2022.
*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.
1 Comment
Espero ansioso la segunda parte del original y erudito trabajo literario/periodístico del cro. Caramello. Gracias a él y a La Tecla Ñ …! Es de esperar que, luego de octubre/23,las Benévolas alcancen a unos cuantos/as. Saludos …