Fiel a sus principios -como para no defraudar a su electorado ni a sus detractores- Carrió usó el clímax de la Pandemia y la llegada de las vacunas rusas para condimentar de ideología la droga que venía a salvar vidas. Recomendaciones de no vacunarse si la droga no venía “de un país democrático”; denuncias penales contra el Presidente; operaciones mediáticas a favor de los laboratorios Estadounidenses (no por nada la invitan a la Embajada cada 4 de Julio); show, y más show… aún a costa de la vida de los que le creyeron.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
“Los veterinarios lo tienen más fácil.
Por lo menos, no son desorientados
por las opiniones de sus pacientes”.
Louis Pasteur
Se la ve en la foto con esa sonrisa de “yo hago lo que quiero” que es la antesala de todos y cada uno de los momentos en los que Elisa Carrió desafía al Pueblo, a sus aliados circunstanciales, a sus socios menos cercanos, a su entorno, a su familia… nunca al Poder.
Se la ve porque se exhibe en las redes. Su imagen con el certificado de vacunación de primera dosis y, pegada, la foto del envase que contenía la dosis que le aplicaron. En el audio que acompaña el tuit se escucha su voz con una frase que aparenta ser descriptiva pero conlleva un reto: “Lo logré. Me vacuné, primera dosis, con AstraZéneca… 64 años y con morbilidades así que estoy dentro de todo el orden legal de los mayores de 60 con morbilidades que ya están en 50 o menos… así que estoy feliz. Y no me vacuné con la vacuna de un laboratorio de Rusia porque Putin es un dictador, así que, respeté los principios… sepa que todo va a pasar. Aunque haya enormes errores, para septiembre vamos a estar bien”.
¿Qué quiere? ¿Qué busca provocando de esa manera? ¿Qué mensaje le está pasando a la sociedad? ¿Qué significa enrostrarle a un pueblo que está pendiente de esa inyección que significa la diferencia entre la vida y la muerte que ella se inocula cuando quiere, con lo que quiere?
«No se pongan la vacuna rusa. No se pongan ninguna vacuna que no venga de un país democrático» decía, desde su nuevo hogar (que es el canal LN+) allá por mediados de diciembre de 2020, cuando inyectarse con algo que pudiese alejarnos un poco de la solitaria muerte que prometía el COVID 19 era poco más que un albur.
Y una semana después, con su “socio” de tantos buenos momentos, Luis Majul, se despachaba: «Es que lo que pasa es que tenía razón. Cuando las vacunas no pasan por determinadas entidades internacionales que le dan garantía, estoy hablando para las personas mayores de 60 años, que somos extremadamente vulnerables, o que tenemos enfermedades anteriores, estoy hablando en nombre de todas las personas mayores de 60 años, o menores que sean muy vulnerables, con diabetes, es decir… cardiopatías, etc. Uno tiene que tener mucho cuidado porque no vaya a ser que para cuidar su salud, ¡nos maten! . Entonces, esta vacuna no tiene garantías…» y remataba (porque es experta en remates): «Es más ni siquiera Rusia la aprobó para mayores de 60. La mejor prueba es que si Putin no se la pone, es porque es peligrosa. Y es un jefe de estado. Entonces, esta es una Gran Estafa Nacional. Es una gran estafa nacional. ¿En qué consiste el fraude o la estafa? En mentirle a una sociedad. ¿Porque cuál era el objetivo de la vacuna? Inmunizar a los vulnerables para evitar que se muera la gente mayores de 60 años. Si esa vacuna no cumple ese objetivo, en realidad es lo mismo que nada porque no estamos preservando la vida de los que tenemos que preservar. Es decir, los jóvenes, tienen – hasta ahora, todavía no se midieron las consecuencias- pero aunque tengan el virus no tiene el impacto que tiene. Entonces me están mintiendo. ¿Cuándo se produce el fraude? Cuando el Estado te miente y además, pone en peligro la salud de una parte de la población.»
Boqueaba, como a menudo. Y eso que portales de su palo, como Chequeado[1], le habían advertido el día anterior que era “engañoso” decir que la Sputnik V no era “apta” para mayores de 60 años. “Los estudios de la fase III de la vacuna que incluyeron a personas de esa edad -decía el portal que jura <<trabajar para revalorizar la verdad y elevar el costo de la mentira>>-, aún no se terminaron, por lo que no se conocen los resultados, según los ensayos clínicos publicados en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. Según el asesor del ministro de salud ruso, Alexey Kuznetsov, para elevar el límite superior de edad, los desarrolladores de la vacuna están realizando ensayos clínicos adicionales con voluntarios de más de 60 años que están mostrando buenos resultados preliminares”.
Pero a Elisa eso no le importaba nada. Mucho menos cuando según el propio portal Chequeado: “La desinformación surge de un sitio de noticias llamado Urgent News y fue compartida por páginas como ´Jorge Lanata 2.0´, ´Nicolas Wiñazki Seguidores´ y ´Yo estoy con MACRI´”. Sus otros socios. Los de antes. Los de siempre. Todos operando en “nado sincronizado”, como tan bien ha definido ese estilo el arquitecto Sebastián Fernández, más conocido en Twitter como @rinconet.
La entrevista tenía lugar un 20 de diciembre y Carrió avisaba (lo que viene a desmentir aquello de que “el que avisa no es traidor”): iba a denunciar al gobierno por poner en riesgo a la población. Y, de paso, hacer un poquito de lobby para Pfizer. Pasemos al diálogo:
Carrió: «La pregunta que vamos a hacer en un amparo es ¿Por qué no Paifer?» (sic). O sea, Pfizer en su lenguaje.
Majul: ¿En un amparo?
Carrió: Así es, porque nosotros… el Habeas data, el derecho a saber de las sociedades, lo hacemos mañana…
Majul: ¿vas a hacer el amparo?
Carrió: No, yo lo voy a denunciar a Ginés González García y al presidente
Majul: ¿una denuncia penal?
Carrió: ¡Por supuesto, porque están poniendo en riesgo a millones de argentinos vulnerables!
Tres días después, acompañada por los legisladores de la Coalición Cívica Mariana Stilman, Mónica, Frade y Juan Manuel López, denuncia penalmente al presidente de la Nación y al entonces ministro de Salud Ginés González García. La denuncia queda radicada ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal 12, e incluye a «cualquier otro funcionario que hubiera participado en gestiones, contratación y firma de contratos con el gobierno de Rusia, para la reserva, adquisición y comercialización de la vacuna Sputnik V«.
Entre los posibles delitos, mencionan «defraudación a la administración pública«, «abuso de autoridad«, incumplimiento de «deberes de funcionario público» y… «envenenamiento«. Si, leyó bien: envenenamiento. Sin duda no se andaba con chiquitas.
Según la denuncia, la “operación comercial pone en riesgo a la totalidad de la población argentina, en su integridad física y en especial a quienes serán sus primeros receptores”. En este orden, hace referencia: “al personal de salud y seguridad; implicando esto, que serán ellos los elegidos para completar la Fase III, con desenlace impredecible y, con la posibilidad -según sus resultados- de tener bajas, en quienes tienen a su cargo la noble tarea de atender la cuestión de seguridad y sanitaria general”.
Y atrás de estas aseveraciones, el broche de la operación: «No existe razón fundada para que, una tratativa comercial y sanitaria de esta dimensión, se mantenga en un canal hermético reservado a un minúsculo grupo de funcionarios. Mucho menos cuando esa negociación bilateral, se lleva adelante con un país a cuyo mandatario, le repugna la publicidad de los actos de gobierno«.
Porque la denuncia no existía. Es más: el 26 de diciembre, a través de la cadena Rossiya 24 el Ministerio de Salud de Rusia había aprobado cambios en la instrucción de uso del medicamento. “La vacuna Sputnik V está autorizada para el uso en personas de 18 años y mayores, de esa manera los ciudadanos mayores de 60 años también podrán vacunarse contra el nuevo coronavirus«, rezaba el comunicado. Apenas 3 días después de que Elisa y su Troupe hiciesen todo el circo de la vacuna venenosa. Finalmente, el 23 de febrero, el fiscal Guillermo Marijuán (otro del palo) pidió “desestimar” la denuncia por “inexistencia de delito” y fue archivada.
En esas mismas fechas, la prestigiosa revista científica “The Lancet” (a la que se hace mención en la denuncia) publicó que la Sputnik V de Rusia “ofrece alrededor de 92% de protección contra covid-19” y dos meses después, un informe del Instituto Leloir – CONICET sobre esta vacuna destacó su alta efectividad. “Produce defensas contra el SARS Cov-2 del 94% de inmunidad con una sola dosis y el 100% después de la 2ª dosis” especificaba el estudio.
Esto ¿frenó a Carrió? Para nada. Allí empezó otro sainete de la vacuna intitulado “El Conventillo de la Lilita” porque, no contenta con haber quedado desairada por la ciencia nacional e internacional y hasta por uno de sus socios judiciales, el “oráculo de Cambiemos” arremetió con más intrigas.
Decía: “Jamás me pondría la vacuna porque no hay información clara (no se entiende qué más necesitaba a esa altura). Es un negocio de Cristina Kirchner y los rusos” y agregaba: “Hemos hecho una denuncia penal contra la ANMAT y contra Ginés González García. Se está jugando con la salud de muchos argentinos. Es una imposición de Cristina al gobierno de Alberto Fernández. Ella impuso la vacuna rusa no hay que olvidarse. Estamos en una alianza geopolítica muy peligrosa«.
En otro reportaje advertía: «No me voy a aplicar la vacuna rusa hasta que haya un certificado de un país democrático que la recomiende«… hasta donde sabemos, The Lancet es una revista científica de Inglaterra. Y días más tarde explicaba: “La sputnik es una buena vacuna, lo que yo rechazo es la dictadura de Putin, por eso no me la pongo. Si viene otra vacuna me la doy”.
Para ponerle un moño a su show a mitad de mayo cuando, desde la pantalla de TN, pontificó: «Quiero decirle a toda la sociedad que ya cumplí mi acto de protesta contra los atentados al orden democrático y las persecuciones de Putin. Porque anteayer tuve turno- o ayer, porque ya no sé en qué día vivo- y no me vacuné con la Sputnik. Así que espero ahora, como tengo 64 y tantas enfermedades, que la próxima sea una proveniente de un país democrático y ahí ya me voy a vacunar«.
– Pero esperá, vos tenías turno con la Sputnik y dejaste pasar el turno, entonces, no estás vacunada?
«Obvio, yo no estoy vacunada. Me tocó el turno de la Sputnik y dije NO. Es un acto de protesta contra la persecución de Putin contra los opositores y con los envenenamientos que producen en todo el mundo«.
A esta altura del debate de Carrió y la Sputnik V (que no fue más que otro ladrillo en la pared del lobby de la Pfizer) entendemos importante referirnos al origen del término “vacuna” que según el propio Louis Pasteur, viene de la palabra latina “vacca” (vaca), en homenaje a los experimentos de Edward Jenner con la inoculación de la viruela bovina.
Dicho esto, y sin ninguna otra intención, volvemos a preguntarnos si esa boutade de Elisa Carrió de exhibirse en las redes diciendo “me vacuné cuando yo quise y con el producto que yo quise” no le produce al lector o lectora una suerte de malestar estomacal, acompañado de nauseas y hasta algún retorcijón mientras se pregunta cuántas vidas habrá costado y costará esta obcecación criminal de la diputada mandato cumplido.
Por nuestra parte, no quisiéramos estar en esa cabeza cuando se apaga la luz y se deposita sobre la almohada aunque, seguramente, a ella ni fu ni fa porque como más de una vez lo ha aceptado cuando dice: “Es cierto que tengo desestabilidad emocional desde que tengo dos años. Lo dijo Alfonsín así que no tienen que decirlo más”. A confesión de parte…
Notas:
[1] Chequeado es un sitio web argentino creado en el año 2010 que se ocupa de la verificación del discurso público, promueve el acceso a la información y la apertura de datos. Su directora ejecutiva y periodística es Laura Zommer, esposa de Nicolás Ducoté, co-fundador del CIPPEC, tink tank del macrismo en su primera hora e intendente de Pilar durante el gobierno de Mauricio Macri, hoy procesado por corrupción.
Buenos Aires, 5 de noviembrede 2022.
*Licenciado en Letras, escritor, periodista y analista político.