Nueva dinámica que hoy define el modelo económico vigente: precios domésticos elevados en dólares oficiales como herramienta principal para contener la inflación.
Por Hernán Herrera*
(para La Tecl@ Eñe)
La salida del cepo cambiario realizada por el gobierno de Javier Milei implicó una fuerte unificación del mercado cambiario para las personas humanas, dejando atrás las múltiples cotizaciones y restricciones que caracterizaron a la economía argentina durante más de una década. Esta medida logró eliminar distorsiones en algunos mercados, pero introdujo una nueva dinámica que hoy define el modelo económico vigente: precios domésticos elevados en dólares oficiales como herramienta principal para contener la inflación.
Es cierto que la inflación mostró una desaceleración importante desde fines de 2024 y a lo largo de 2025. Sin embargo, un análisis riguroso de los datos revela que esta «victoria» contra la inflación se sostiene sobre bases precarias y socialmente regresivas.
En primer lugar, el deterioro industrial ha sido una víctima central del ajuste cambiario. Según datos concretos del Índice de Producción Industrial (IPI), elaborado por INDEC, el promedio de caída en las ramas industriales entre 2023 y mayo de 2025 muestra retrocesos notables en rubros críticos: Productos de metal (-25,01%), productos minerales no metálicos (-18,99%), productos textiles (-14,71%), maquinaria y equipo (-12,92%) y refinación del petróleo (-6,75%), entre otras actividades manufactureras esenciales para el desarrollo productivo. El promedio general de caída industrial según el IPI manufacturero fue del -5,6% respecto al año 2023.
Paralelamente, el desplome de la obra pública supera el 80% en términos reales según cifras oficiales del Ministerio de Economía, afectando directamente el empleo, la inversión en infraestructura y profundizando desequilibrios territoriales. Este ajuste drástico, orientado exclusivamente a reducir el gasto fiscal, ignora la función multiplicadora que la inversión pública tiene sobre la economía real, aspecto clave señalado en múltiples estudios económicos.
Julio H. Olivera advirtió claramente sobre esta cuestión estructural: «aún cuando las posibilidades de los métodos usuales de estabilización se aprovechen al máximo, en la plenitud de sus variados recursos, no podrá conseguirse, sin embargo, una estabilización completa y durable si no se logra acelerar el progreso tecnológico en la explotación del suelo”, dando una señal inequívoca de que la solución es estructural (Olivera, J.H.G., 1961, «Inflación estructural y política financiera»). Cosa que no entiende el actual gobierno.
Fuente: elaboración IAG en base a Indec, BCRA, Ámbito y SIPA.
Otro costo oculto, pero quizás más profundo, del ajuste vía precios caros en dólares, es la fragmentación social. Esta fragmentación aún no se visualiza con total nitidez en las estadísticas oficiales debido a la estabilización coyuntural de precios. Sin embargo, múltiples informes técnicos (Instituto Argentina Grande, Observatorio Social de la UCA, CIFRA-CTA, entre otros) advierten sobre el deterioro acelerado en calidad del empleo, caída real de los ingresos salariales privados (que, según datos de SIPA, no acompañaron la dinámica de precios dolarizados), y un aumento latente de las brechas socioeconómicas regionales. Esta fragmentación productiva, con ramas industriales que caen fuertemente mientras otras mantienen su desempeño, es espejo de una fragmentación social profunda: sectores de la sociedad que no llegan a fin de mes por precios elevados conviven con una minoría que accede a viajes al exterior y consumos sofisticados gracias al dólar relativamente barato.
Mario Rapoport señala con precisión que los procesos inflacionarios “provocan transferencias de recursos de unos sectores a otros”, subrayando cómo ciertas políticas económicas pueden actuar como mecanismos deliberados de redistribución regresiva (Rapoport, M., «Una revisión histórica de la inflación argentina y de sus causas»).
En definitiva, la estabilización que el gobierno presenta como logro no es sino un espejismo peligroso. La economía argentina enfrenta hoy precios domésticos artificialmente altos en dólares oficiales, una industria en retroceso, infraestructura paralizada, y un tejido social cada vez más fragmentado. Este horizonte, lejos de ofrecer una perspectiva sólida para el desarrollo federal, productivo y social, presenta riesgos de largo plazo evidentes.
El modelo implementado por el gobierno de Milei y Caputo no parece equivocado en sus propios términos, sino que refleja claramente una estrategia deliberada de transferencia de recursos desde sectores productivos y amplios de la sociedad hacia sectores especulativos, globalizados y altamente concentrados del capital financiero.
La historia económica argentina ha demostrado reiteradamente que estas recetas, aunque logren momentáneamente mostrar resultados nominales positivos, terminan produciendo un efecto búmeran sobre el tejido productivo y social del país. La experiencia actual no parece ser la excepción.
Lunes 21 de julio de 2025.
*Investigador del Instituto Argentina Grande (IAG), IG @hernanpherrera
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