Por Vicente Muleiro*
(para La Tecl@ Eñe)
Postemilla. 1. Absceso que supura. 2. Punta visible de un tumor.
¿Pasar de largo? ¿Por qué trago inmundicia? me pregunto con un prurito formal que en verdad no corresponde. Corresponde, sí, la pregunta de cajón: ¿Por qué trago la mierda que reparte la prensa del Eje (mónico)? Me he puesto a salvo de sus canales de tevé, de sus radios, de sus sitios hediondos, de los formatos en papel. Pero de las páginas digitales, no. Abro la compu y me digo: ¿Haber en que andan estos mafiosos? – otra vez el cuidado de las formas, en verdad digo otra cosa-. Me justifico por el lado de que hay que saber “en qué anda el enemigo”. Pero, mientras leo, maldigo, me enojo, discuto en sordina y hasta me complico el ánimo para empezar el día. No solo son un pozo ciego de mala fe, también escriben mal, editan peor, desconocen las reglas mínimas del oficio o las pulverizan a sabiendas. Me autocastigo: al leerlos ¿no contribuyo, acaso, a que fijen la agenda periodística de la jornada? ¿Y si no los leo más? ¿Qué es precisamente lo que perdería además de mi bronca matutina? ¿Es verdad que, a esta altura, sirve estar al tanto de sus burdas operaciones? No lo sé.
*
Anti-reactivos. No solo hay personas y grupos antivacunas. También hay grupos anti—reactivos. Sucede que los mismos boleados que convocaron a la fracasada marcha contra el comunismo el 7 de mayo pasado, casi enloquecen al enterarse que uno de los reactivos más empleados contra la pandemia es el PCR. Convencidos de que se trataba de efluvios emanados del Partido Comunista Revolucionario (escisión de una antigua escisión del Partido Comunista) salieron a gritar que no se podía combatir un virus con otro. Hubo que explicarles que se trata de una sigla en inglés que se traduce como “Reacción en cadena polimersa”. Lo de mersa tampoco les gustó. Pero decidieron no tirarse el lance de convocar a otra marcha.
**
Un caso claro de doble lenguaje. Cuando se dio a conocer, mediante el decreto 331, la buena nueva de que no cortarían servicios a quien no pudiera abonarlos, las cableras y telefónicas hicieron saber que iban a disponer de “planes complementarios muy similares” a los habituales para usuarios escasos de fondos. El parloteo salvífico y solidario de la era virósica se repitió cuando se prorrogó la vigencia de la medida hasta el próximo 31 de agosto mediante el decreto 426. Pero por estos días, cuando envían la intimación por vencimiento, dejan las formas a un lado. Ahí te exigen, derecho viejo, que pagues y evites “la reducción o suspensión” de la señal “en 72 hs”. El verdadero “plan complementario” es una tenaz, cotidiana, intimidatoria, persecutoria, ultrajante, despreciable e insufrible patoteada propia del terrorismo verbal privado.
Buenos Aires, 25 de mayo de 2020
*Escritor, dramaturgo, poeta y periodista.
2 Comments
Me encanta cómo contás y comparto es humor que nos salva!!!
Me encantó lo del PCR Vicente,un abrazo