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LO SINIESTRO NUESTRO DE CADA DÍA – POR EDUARDO GRÜNER

Cabeza de Medusa (1597). Caravaggio

7 Comments

  1. Susana Hintze dice:

    Excelente recordatorio. Este artículo leído junto con el de Grassi amplía el campo de reflexión sobre lo que nos pasa y el riesgo de lo que puede pasar

  2. Eduardo Grüner dice:

    Me parece necesario aclarar que este artículo es la versión de una ponencia presentada en la Jornada «Lo Siniestro. Una amenaza real», organizada en conjunto por la Casa de las Madres Línea Fundadora y el colectivo Zona de Frontera, el sábado 1 de junio pasado.

  3. Dora Estela Rodriguez dice:

    Es un artículo que además de ser interesante, me dejó interrogantes.
    Gracias.

  4. stella liggerini dice:

    Muy buena reflexión , me ayuda a seguir pensando este momento tan horrible y dificil . Y me resulta muy útil pensar la espera .. el tiempo de la espera en relación a lo social y a lo político … esperando del poder .. Siempre había pensado el tiempo de la espera en relación. a lo subjetivo .. Muchas gracias Eduardo

  5. Mauricio Portillo dice:

    Excelente análisis. Lo siniestro como la vía, camuflada de familiaridad, por la que retorna el terror.
    La imagen del campesino de Las Puertas de la Ley tiene además esa metáfora que para leer lo que nos pasa resulta tan ajustada: está solo; es, simple y convenientemente, un individuo sin colectivo.

  6. oti dice:

    «En enero del año 1933, en Alemania, la mayoría del pueblo, entusiasmada por lo que se les aparecía como una inédita novedad, eligieron como Canciller (en ese entonces la máxima autoridad institucional del Reich) a un personaje grotescamente payasesco, ex cabo del ejército, pintor de tercera categoría, grosero y gritón, pero que prometía una radical refundación nacional que produciría un mileinio, perdón, un milenio de felicidad teutónica. Bien; a las pocas semanas de gobierno ya era completamente claro que la política del obsceno aullador solo podía conducir, a la corta o a la larga, a la catástrofe. Sin embargo, tanto aquellos que lo sostenían con convicción, como aquellos que lo habían votado quizá con reservas, pero con grandes esperanzas, esgrimieron básicamente dos argumentos para no cuestionar activamente su poder despótico: primero, que el Führer había sido consagrado mediante elecciones irreprochablemente legales y formalmente democráticas; segundo, que el gobierno aún llevaba poco de andar, que había que darle tiempo, tener paciencia, esperar.»

    Lo que sucedió en Alemania en 1932 es que Hitler no solo no estaba conforme con el desempeño electoral en las elecciones de mediados de 1932 sino que en las elecciones siguientes de fines de ese año perdió 2 millones de votos.

    Lo que sucedió después de eso es que hubo un golpe institucional bancado (incluso financieramente) por intereses angloamericanos con ramificaciones dentro de Alemania.

    Hitler controlaba 3 ministerios de 11 y hubo dirigentes que creían que iba a ser una figura dominable. Le pifiaron feo.

    Es cierto que alrededor de 1/3 del electorado estaba con Hitler, pero la tendencia era a que menguaba. Las elecciones de fines de 1932 son muy claras en esto.

    Fue un típico cambio de régimen con apoyo tras bambalinas de multimillonarios angloamericanos (Montagu Norman del Banco de Inglaterra; Harriman, Thyssen y el abuelo del último presidente Bush).

    El nombramiento como canciller luego de perder esa millonada de votos 2 meses antes, fue arrancado bajo presión a un hombre de 85 años (Hindenburg) que murió al año siguiente.

    Sin el apoyo financiero y político y los medios de presión de los oligarcas angloamericanos Hitler no hubiera podido llegar.

    Luego, la historia oficial, durante décadas, nos pintan un cuadro en el cual el fenómeno Hitler era un asunto exclusivamente alemán creado por alemanes.

    Obvio que la miseria que hubo en Alemania por el tratado de Versalles luego de la 1ra Guerra generó el caldo de cultivo para el surgimiento de esa clase de figuras. Pero esos escenarios son ideales para la manipulación.

    La analogía con la Argentina y Milei reside aquí. En que el cambio de régimen económico, jurídico y político es facilitado por crisis previas que, a su vez, facilitan la manipulación de las emociones de porciones de la población.

    Hitler no fue plebiscitado en 1932, de ninguna manera. Fue plebiscitado en Marzo de 1933, cuando ya tenía la sarten por el mango y se había deshecho y/o estaba en vías de deshacerse de todos los opositores que le molestaban. Las elecciones de marzo de 1933 fueron en el contexto de una dictadura incipiente, ya nada que ver con las elecciones del año anterior.