LA TRAYECTORIA ULTRA DERECHISTA EN LA REGIÓN. COMPARACIONES ENTRE JAIR BOLSONARO Y JAVIER MILEI – POR BEN-HUR RAVA

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LA TRAYECTORIA ULTRA DERECHISTA EN LA REGIÓN. COMPARACIONES ENTRE JAIR BOLSONARO Y JAVIER MILEI – POR BEN-HUR RAVA

Ben-Hur Rava es abogado y se ha especializado en Ciencias Políticas. En este artículo analiza la llegada al poder de la derecha y extrema derecha en la región por medios democráticos, mediante una combinación de factores políticos, sociales y económicos. Los casos que toma para el análisis son los gobiernos de Jair Bolsonaro y Donald Trump, y el futuro gobierno en Argentina de Javier Milei.

Por Ben-Hur Rava[1]

(para La Tecl@ Eñe)

            Las recientes lecciones políticas sobre cómo la democracia ha sido amenazada y todo lo que ha pasado en Brasil en los últimos cuatro años, cuando Jair Messias Bolsonaro fue elegido Presidente de la República, parecen haber sido en vano.

            Digo en vano, porque los electores argentinos decidieron elegir al candidato Javier Milei como su Presidente de la República para los próximos cuatro años.
            Aquí es necesario analizar brevemente cómo candidatos presidenciales con ideas y discursos radicales (en este caso, ambos representantes de la extrema derecha) pueden ser perjudiciales para el Estado y para la estabilidad de los poderes e instituciones políticas, jurídicas, sociales y económicas cuando deciden conducir el gobierno favoreciendo aspectos ideológicos y narrativas falaces (fake news) sobre supuestos «enemigos» de la patria o de la nación. Las decisiones de llevar a cabo determinadas políticas públicas (o de anularlas o descartarlas) basadas en opciones ideológicas, guiadas por un supuesto apoyo popular o representación parlamentaria, también son problemáticas y acaban erosionando ciertos logros en materia económica, social y de garantía de derechos.

            Y llegados a este punto, con el auge de discursos radicalizados y de prácticas políticas y administrativas que tienden a cerrar el debate público democrático en los ámbitos pertinentes: las cámaras parlamentarias, los medios de comunicación, la opinión pública, entre otros canales, y la imposición de una visión unificadora de una realidad única, sin posibilidad de disenso, se abre el camino para las batallas legales ante los tribunales. Y así se abre el camino para que la razón política sea sustituida por la razón jurídica, a secas.

            En el ascenso de la extrema derecha y su llegada al poder por medios democráticos puede influir una combinación de factores políticos, sociales y económicos. He aquí algunas formas en que la extrema derecha puede articularse y ganar apoyos para llegar al poder.
            La extrema derecha suele sacar partido del descontento social y económico. En tiempos de crisis económica, desempleo o desigualdades significativas, los votantes pueden sentirse atraídos por líderes que prometen soluciones radicales.

            Muchos líderes de extrema derecha adoptan estrategias populistas, presentándose como defensores de la «gente corriente» frente a unas élites percibidas como corruptas o distantes. Esto puede resonar especialmente entre los votantes desencantados con la política tradicional.
            La retórica anti-sistema es habitual entre los líderes de extrema derecha. A menudo critican las instituciones existentes, denuncian la corrupción y prometen un cambio radical del status quo.

            La explotación de cuestiones identitarias como la inmigración, el nacionalismo y el conservadurismo cultural es una estrategia habitual. La extrema derecha suele posicionarse como defensora de la identidad nacional, tratando de limitar la inmigración y preservar las tradiciones culturales.
            El uso eficaz de los medios de comunicación y las redes sociales es fundamental para la difusión de los mensajes de extrema derecha. Los líderes de este espectro consiguen a menudo crear narrativas convincentes y movilizar apoyos a través de plataformas en línea.

            También podemos ver que la formación de coaliciones políticas puede ser crucial para el ascenso de la extrema derecha. Al asociarse con otros partidos o grupos que comparten objetivos similares, la extrema derecha puede consolidar su poder y obtener un apoyo más amplio.
            También hay que tener en cuenta que la falta de confianza en los partidos políticos tradicionales puede abrir espacio para el crecimiento de la extrema derecha. Si los votantes se sienten desilusionados o no representados por los partidos establecidos, pueden buscar alternativas más radicales.

            El imaginario político desempeña un papel decisivo en el sustrato ideológico y psicológico de las masas. La extrema derecha suele explotar y amplificar los miedos e inseguridades de la población, ya sea en relación con la seguridad, la economía o los cambios culturales.

            Es importante subrayar que el auge de la extrema derecha varía de un país a otro, en función del contexto político, social y económico específico. Además, estas dinámicas pueden evolucionar con el tiempo, reflejando los cambios en la sociedad y la política.

            Por ello, la reciente brecha democrática experimentada por Brasil entre 2018 y 2022, con la elección de Jair Messias Bolsonaro a la Presidencia de la República, puede darnos pistas de cómo este fenómeno de crecimiento de figuras políticas vinculadas a la extrema derecha ha logrado articularse, ganando músculo a través de la capilarización de sus simpatizantes, especialmente en el mundo de las llamadas redes sociales, que es un espacio muy poblado y poco regulado que favorece la creación de modelos ideológicos variados, mezclados entre sí, sin mucha coherencia, pero con gran alcance para los ávidos de noticias mesiánicas aliadas a teorías conspirativas globales. En este contexto, elegir a un enemigo común, ya sea el extranjero, el inmigrante, el opositor (en este caso el comunista), el que profesa una fe diferente y valores morales divergentes, es el principio de la creación de una cesta básica de estereotipos autoritarios y chovinistas con desprecio por cualquier limitación en el ejercicio del poder.

            La narrativa falaz creada por esta trama de artificialidad ideológica sirve al propósito de debilitar o querer destruir la institucionalidad que descansa en la Constitución y las leyes. El ordenamiento jurídico vigente se convierte en una amenaza o una camisa de fuerza para el ímpetu autoritario y populista.

            Comparemos al ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro – como paradigma – con el recién electo presidente de Argentina, Javier Milei y algunas de sus ideas.

            Jair Bolsonaro es un político brasileño que asumió la Presidencia de Brasil el 1 de enero de 2019. Antes de su presidencia, Bolsonaro tuvo una carrera de varias décadas como militar y luego como político. Estos son algunos puntos clave sobre él: Bolsonaro sirvió en el Ejército brasileño durante unos 17 años, alcanzando el grado de capitán. Una vez retirado, comenzó su carrera política como concejal en Río de Janeiro. Después fue elegido diputado federal durante siete mandatos consecutivos, de 1991 a 2019. Durante su etapa en el Congreso, se hizo conocido por sus opiniones conservadoras sobre cuestiones sociales, económicas y de seguridad.

            Es partidario de políticas económicas liberales (aunque con serias contradicciones), fue un firme defensor del régimen militar que comenzó con un golpe de Estado (1964-1985) y de la tortura como método para combatir a los enemigos del régimen. Siempre ha sido un crítico de la democracia, los derechos humanos, las políticas de cuotas y la discriminación positiva, y tiene un enfoque duro de la delincuencia.

            En 2018, Jair Bolsonaro se presentó a las elecciones presidenciales de Brasil como candidato del Partido Social Liberal (PSL). Ganó en la segunda vuelta de las elecciones, derrotando a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

            Durante su presidencia, Bolsonaro se ha enfrentado a polémicas por su gestión de la pandemia de COVID-19, sus posturas sobre cuestiones medioambientales, derechos humanos y otras cuestiones. Su enfoque de las políticas económicas, las reformas y la seguridad también ha generado debate y controversia.

            El enfoque de Bolsonaro sobre la pandemia de COVID-19 ha generado controversia. Inicialmente restó importancia a la gravedad de la enfermedad, criticó las medidas de aislamiento social y promovió fármacos como la hidroxicloroquina, cuya eficacia contra el virus no está científicamente demostrada.

            Bolsonaro ha establecido estrechas relaciones con el Gobierno estadounidense y ha expresado su apoyo al expresidente Donald Trump. Su postura ante otros líderes mundiales y asuntos internacionales también ha generado atención y controversia. La política medioambiental de Bolsonaro, especialmente en relación con la Amazonia, ha sido criticada a nivel nacional e internacional debido al aumento de la deforestación y a la relajación de la normativa medioambiental, acusándose a su administración de debilitar los organismos de inspección medioambiental.
            También ha sido criticado por sus declaraciones sobre los derechos humanos. Ya ha hecho comentarios polémicos sobre cuestiones relacionadas con la comunidad LGBTQIA+, las mujeres y los pueblos indígenas.

            Bolsonaro ha puesto en marcha una serie de reformas económicas, incluidos cambios en el sistema de seguridad social. Estas medidas han sido elogiadas por algunos como necesarias para la estabilidad económica, pero también han sido criticadas y protestadas por trabajadores, sindicatos y partidos de izquierda.

            Como Presidente de la República, Jair Bolsonaro ha mantenido su comportamiento de parlamentario, criticando frecuentemente a la prensa y acusando a los medios de comunicación de parcialidad. Su actitud hacia los medios de comunicación suscita preocupación en cuanto a la libertad de prensa.

            Es un abierto defensor de la flexibilización de las leyes sobre tenencia y porte de armas de fuego. Esta postura es elogiada por algunos sectores de la sociedad, pero también criticada debido a la preocupación por la seguridad pública.

            Bolsonaro, siendo ex militar, se ha rodeado en su gobierno y ha nombrado para su ministerio a varios generales de mentalidad conservadora y entusiastas de los regímenes militares.

            Es importante destacar que su presidencia estuvo marcada por la polarización y los intensos debates dentro de Brasil, donde en varias ocasiones se enfrentó a los ministros del Supremo Tribunal Federal (STF), que en varias ocasiones fue llamado a controlar la constitucionalidad de las leyes – como guardián de la Constitución – en muchos aspectos en cuestiones que fueron el resultado de una verdadera judicialización de la política. A la oposición, con representación minoritaria en el Congreso, le quedó utilizar la fuerza jurídica y normativa de la Constitución para minimizar las políticas del gobierno, como fue el caso de la autonomía de los estados y municipios brasileños, que forman parte de la forma federativa, para poder decidir con normas jurídicas y administrativas durante la pandemia de COVID-19 (por ejemplo, cierre y apertura de comercios, bloqueo y aislamiento, compra de vacunas, etc.).

            Bolsonaro también ha generado controversia al cuestionar el sistema de voto electrónico en Brasil, sugiriendo la posibilidad de fraude en las elecciones. Estas declaraciones suscitaron dudas sobre la integridad del proceso electoral y fueron objeto de críticas.

            Habiendo resumido lo que ha sido el gobierno de Bolsonaro, debemos considerar que las características de la extrema derecha brasileña, respetando las proporciones locales, pueden ser reproducidas en Argentina.

            La caracterización de la derecha política en diferentes países puede variar en términos de ideologías, prioridades políticas y contextos históricos. Sin embargo, es posible destacar algunas similitudes y tendencias comunes entre la derecha política brasileña y argentina.

            Cabe señalar que estas generalizaciones pueden no aplicarse a todos los miembros o facciones de estos espectros políticos, ya que existe diversidad dentro de cada movimiento.
            Tanto la derecha brasileña como la argentina, en general, tienen tendencias conservadoras en cuestiones sociales. Esto puede manifestarse en posiciones contrarias al matrimonio entre personas del mismo sexo, los derechos reproductivos y otras cuestiones sociales progresistas.

            Ambos partidos de derecha abogan en general por políticas económicas basadas en el mercado, incluida la promoción de la libre empresa, la privatización y la reducción de la intervención estatal en la economía.

            El nacionalismo es una característica que puede encontrarse en partes de la derecha política de ambos países. Puede incluir un fuerte llamamiento a la defensa de la soberanía nacional, políticas restrictivas hacia la inmigración y un enfoque centrado en la promoción de los intereses nacionales.

            Partes de la derecha política de ambos países pueden adoptar un enfoque más duro en materia de seguridad pública, abogando por políticas más duras contra la delincuencia y, en ocasiones, haciendo hincapié en las medidas punitivas.

            Algunas facciones de la derecha de ambos países pueden mostrarse escépticas ante las organizaciones internacionales, prefiriendo un enfoque más nacionalista y cuestionando la influencia externa en los asuntos internos.

            Tanto la derecha brasileña como la argentina expresan a menudo críticas al socialismo y al populismo de izquierdas. En Brasil se critica duramente al Partido de los Trabajadores (lulismo) y en Argentina al Partido Justicialista (peronismo). Esto se manifiesta en la oposición a políticas que consideran excesivamente intervencionistas por parte del Estado.

            A pesar de estas similitudes, es crucial reconocer que existen matices y diferencias significativas entre la derecha de ambos países. La dinámica política está determinada por factores históricos, culturales y sociales propios de cada nación. Además, las posiciones y los énfasis dentro de los espectros políticos pueden cambiar con el tiempo.

Foto: Télam

            Por eso resulta curioso analizar la trayectoria y ascenso al poder de Javier Milei, elegido Presidente de Argentina para el próximo mandato.

            Javier Milei es un economista, escritor y personalidad mediática argentino conocido por sus opiniones liberales y su postura crítica hacia las políticas intervencionistas y populistas. Cabe destacar que la trayectoria personal y política de Javier Milei incluye características y aspectos controvertidos.

            Economista de formación, es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Belgrano de Argentina, y ha trabajado como profesor universitario e investigador en temas económicos. También ha trabajado en diversas instituciones financieras y empresas.

            Ganó visibilidad como comentarista en los medios de comunicación, participando en programas de televisión y radio en los que expresaba sus opiniones económicas y políticas. Ha escrito libros en los que expone sus ideas sobre el liberalismo económico y critica el intervencionismo estatal.

            En 2021, Javier Milei anunció su entrada en la arena política argentina, lanzándose como candidato en las elecciones legislativas de 2021. Se presentó como candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires.

            Milei es conocido por sus posiciones pro-mercado, abogando por políticas económicas liberales, la reducción del tamaño del Estado, una menor intervención gubernamental en la economía y criticando el populismo.

            Durante su incursión en política, Milei se unió al movimiento «La Libertad Avanza», que se alinea con los principios del liberalismo económico y la defensa de las libertades individuales.
            En este sentido, el movimiento/partido «La Libertad Avanza» y Javier Milei incluyeron en su programa electoral políticas económicas de libre mercado, con una reducción de la intervención estatal en la economía y la promoción de la iniciativa privada, proponiendo una reducción de la burocracia estatal, la simplificación de los procesos y una menor regulación para estimular la actividad económica.

            El énfasis en la importancia de la responsabilidad individual, argumentando que los individuos deben ser los principales agentes de su propio progreso, hunde sus raíces en esta ideología liberal o, según algunos, libertaria. Es, un aparente contrasentido para quien se autodenomina liberal porque coincide, tal vez por conveniencia mediática, pero seguramente por intereses electorales y pragmáticos, con el pensamiento de su ultraconservadora vicepresidenta electa Victoria Villarruel, quien no sólo admira sino que defiende a la nefasta y sangrienta dictadura argentina que secuestró, encarceló, torturó, asesinó y desapareció a cerca de 30.000 personas, simplemente por razones políticas, tratándolos de enemigos del Estado o terroristas.

            En el debate presidencial, Milei dijo descaradamente que «no hubo 30.000 desaparecidos, hubo 8.753. Estamos en contra de que se vea sólo una parte de la historia». El presidente Alberto Fernández respondió a esto en X (ex Twitter): «Resulta insostenible que alguien siga negando y justificando la dictadura genocida que torturó, asesinó, robó bebés a los que cambió su identidad, generó desapariciones y condenó al exilio a decenas de miles de argentinas y argentinos.»

            Si el gobierno de Bolsonaro ha paralizado la agenda de la Comisión Nacional de la Verdad (CNV) como un homenaje fáctico al negacionismo histórico, propio de la extrema derecha, Milei no se queda atrás y amenaza con abolir la idea de justicia social y romper con el movimiento por «Memoria, Verdad y Justicia» que se ha convertido en parte fundamental de la democracia argentina.

            También predican otra falacia: la defensa de la transparencia en las instituciones públicas y la necesidad de luchar contra la corrupción para fortalecer la democracia y reformar las políticas sociales para hacerlas más eficaces y específicas, promoviendo el desarrollo social y la autonomía de las personas.

            En este sentido, tanto Bolsonaro como Milei, utilizan la mera retórica electoral para esconder una farsa que choca con la realidad política. Bolsonaro, aunque siempre se empeñó en decir a la prensa que «jugaba dentro de las cuatro líneas de la Constitución», siempre ha actuado con total desprecio a las instituciones democráticas y al Estado de Derecho. Ejemplo de ello fue cuando cuestionó el sistema electoral de urnas electrónicas y la forma de recuento de votos (llegó a reunir a embajadores extranjeros en el Palacio de la Alvorada para difundir esta visión distorsionada de la justicia electoral y de las elecciones de 2018 y la seguridad de las urnas electrónicas, hecho que lo inhabilitó por ocho (8) años por el Tribunal Superior Electoral (TSE) por haber utilizado una estructura de gobierno para difundir mentiras sin pruebas técnicas, así como ataques personales a magistrados del Tribunal Supremo. Lo curioso, si no fuera trágico, es que nunca cuestionó las elecciones que lo llevaron al Congreso durante 28 años, en sucesivos mandatos, y luego, en 2018, a la propia Presidencia de la República, con urnas electrónicas.

            Milei, por su parte, aunque no haya iniciado su gestión, está dando señales de que su gobierno podría ser un riesgo potencial para la democracia cuando, en la misma línea de la extrema derecha, insinúa ideas o posibles políticas que podrían afectar la agenda de derechos humanos, con un sesgo autoritario. Por no hablar del negacionismo científico sobre las condiciones climáticas y la prédica constante contra un enemigo imaginario que es el «peligro del comunismo» para descalificar y anular a los adversarios políticos. Es la táctica de deconstruir al otro, cosificando y despersonalizando al adversario.

            Aunque Brasil y Argentina sean diferentes en términos de tamaño, población, PIB, antecedentes históricos, etc., en muchos aspectos están más próximos debido a las condiciones y trayectorias de las relaciones forjadas a lo largo de los siglos y a la convivencia cultural, comercial y fronteriza.

            No sería diferente querer trazar similitudes y diferencias entre Jair Bolsonaro y Javier Milei.

            Ambos son figuras políticas distintas, que actúan en contextos diferentes (Brasil y Argentina) y tienen papeles diferentes en la política de sus respectivos países.

            En términos de similitud, como ya hemos señalado, son conocidos por adoptar posiciones económicas liberales, abogando por una reducción de la intervención estatal, políticas de libre mercado y reformas pro-mercado.

            Bolsonaro y Milei expresan críticas a lo que consideran prácticas populistas y políticas de izquierda. A menudo argumentan en contra de las políticas intervencionistas y a favor de enfoques más acordes con los principios del mercado.

            Tanto Bolsonaro como Milei tienen enfoques enfáticos sobre la seguridad pública. Abogan por políticas más estrictas contra la delincuencia y destacan con frecuencia la importancia de la seguridad.
            Sin embargo, en términos de estilo de liderazgo y personalidad, se puede decir que Bolsonaro es conocido por un estilo de liderazgo más fuerte y a veces controvertido, mientras que Milei también adopta una postura de confrontación, pero con un enfoque más asertivo y propositivo en cuestiones económicas.

            El riesgo asociado al ascenso de la extrema derecha en relación con la Constitución de un país puede variar en función de las intenciones y acciones específicas de los líderes y movimientos implicados.
            Siempre existe la preocupación común relacionada con el ascenso de la extrema derecha de que sus líderes cuestionen o socaven las instituciones democráticas. Esto puede incluir ataques a la independencia del poder judicial, el Congreso y otras estructuras fundamentales de la democracia.

La extrema derecha, cuando está en el poder, puede verse como una amenaza para el Estado de derecho, especialmente si existe una tendencia a incumplir las normas legales, ignorar la separación de poderes o restringir las libertades individuales.

            Algunos movimientos de extrema derecha han sido asociados con posturas que pueden poner en peligro los derechos humanos. Esto puede incluir actitudes discriminatorias hacia determinados grupos étnicos, religiosos, de género u otros grupos minoritarios.

            Los partidos y líderes de extrema derecha, cuando están en el gobierno, tienden a favorecer políticas autoritarias, limitando la libertad de prensa, restringiendo la libertad de expresión y adoptando medidas que consolidan el poder en manos del gobierno, aunque ello signifique violar la Constitución y las leyes. El recurso a los tribunales es la forma legítima de resistencia democrática y a los medios de comunicación libres para la repercusión en la opinión pública.

            El aislacionismo es una posibilidad, ya que el nacionalismo extremo asociado a la extrema derecha puede dar lugar a políticas que socaven la cooperación internacional y aumenten las tensiones con otros países.

            El ascenso de la extrema derecha podría intensificar la polarización social, creando profundas divisiones en la sociedad. Esto puede provocar tensiones y conflictos que amenacen la estabilidad social y política.

            Lo cierto es que el llamado bolsonarismo no está muerto en Brasil como tampoco lo está el trumpismo en Estados Unidos, y la idea de que el discurso radical de la extrema derecha seguirá atacando a las instituciones democráticas es real. En ambos casos, Bolsonaro y Trump gobernaron con cierto margen de apoyo parlamentario a sus políticas. Milei, en cambio, se enfrentará a un Congreso en el que no tiene mayoría. Y es un cierto alivio para la democracia poder resistir embestidas legislativas con propuestas descabelladas de dolarización, fin del Banco Central, etc.

            Desde el punto de vista jurídico, y en algunos casos, el ascenso de la extrema derecha puede dar lugar a intentos de cambiar la Constitución para consolidar el poder o aplicar cambios significativos en las estructuras de gobierno.

            Lo importante, sin embargo, es fortalecer las instituciones democráticas y la participación ciudadana para controlar permanentemente a los gobiernos de extrema derecha, haciendo efectivo el texto de la Constitución republicana.

            Sin embargo, habrá una dura lucha de resistencia por parte de las fuerzas progresistas en los próximos años, tanto en Brasil como en Argentina.


Porto Alegre, 4 de diciembre de 2023.


[1]      Ben-Hur Rava es licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul y se especializó en Ciencias Políticas en la misma Universidad. Tiene un Máster en Derecho Público por la Universidad do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS) y formación complementaria en Derecho Internacional y Comparado por el Centro de Estudios Latinoamericanos de la II IUniversità di Roma – Tor Vergata. Ha sido profesor de Derecho Administrativo y Tributario en diversas Facultades de Derecho de Rio Grande do Sul, en cursos de licenciatura y posgrado, así como en cursos preparatorios para el Poder Judicial y el Ministerio Público. Es miembro del Instituto de Abogados de Rio Grande do Sul (IARGS). Actualmente es colaborador del Centro de Investigaciones sobre América Latina (NUPESAL) del Programa de Postgrado en Ciencia Política de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS). Es abogado en Porto Alegre, Rio Grande do Sul.

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