Marcelo Brignoni arroja como botella al mar una serie de preguntas ante un peronismo conducido desde un ambacentrismo obstruccionista que no contempla la autocrítica y menos la necesidad de una renovación que dé nuevo bríos al Movimiento Popular.
Por Marcelo Brignoni*
(para La Tecl@ Eñe)
Si eres débil, te pisotearán
Si eres fuerte, te respetarán
Ho Chi Minh
Transcurridas pocas horas de otro 24 de marzo, con una dicotomía clara entre la reivindicación de la dictadura por parte del gobierno de Javier Milei y de muchos de sus votantes, y la presencia de miles y miles de compatriotas poblando las plazas del país, reivindicando aquellas y estas luchas por Memoria, Verdad y Justicia, resulta necesario intentar abocarse con humildad a pensar y repensar el presente y el futuro de la República Argentina.
Discernir qué se espera de nuestro país, que sigue este derrotero de catástrofe profundizado por los admiradores del otro austriaco que no es Hayek, pero que viene desde bastante antes, es un esfuerzo que requiere ideas, pero también acciones y propuestas.
La elección de 2025 podría ser un punto de inflexión, pero hoy parece más bien un ritual sin sentido. Sin estrategias audaces, sin autocrítica, sin líderes capaces de escuchar más allá de sus círculos de empleados y beneficiarios, Argentina, al parecer, seguirá navegando sin rumbo. Y mientras tanto, en los pueblos, ciudades y provincias de la Patria, en la política vacía de un país cansado, la pregunta seguirá flotando:
¿Cuándo llegará la política que el pueblo espera?
¿Cuándo habrá una renovación de los fracasados?
¿Cuándo pensaran en algo que no sean ellos mismos?
Preguntas que se ahondan en la Provincia de Buenos Aires con una propia:
¿Cuál es el interés de conspirar contra el gobierno de la Provincia de Buenos Aires de parte de las conducciones nacional y provincial del mismo partido, que dice representar al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires?
El debate presente, entre un oficialismo violento que parece navegar sin brújula hacia la destrucción de nuestra patria y un Partido Justicialista en clave familiar, que cumple cada día los rituales que lo acerquen definitivamente a la insignificancia política, es observado con asombro por una ciudadanía que ve en esta situación “un circo sin gente”, como reflejan empíricamente varios estudios sociológicos recientes.
La sombra de lo que terminó siendo la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) del Perú o el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México, se ciernen cada vez más grandes sobre lo que parece ser el derrotero del Partido Justicialista en Argentina. Ni Víctor Raúl Haya de la Torre ni Lázaro Cárdenas imaginarían que las fuerzas políticas fundadas por ellos desaparecerían sin pena ni gloria de las disputas de poder de sus países, al volverse incapaces de representar los intereses de los sectores populares a los que dedicaron sus años más gloriosos. Tal vez Juan Domingo Perón tendría una angustia similar sobre su Partido Justicialista al ver este presente, derrotado en seis de las últimas siete elecciones y responsable político por acción o insolvencia de la existencia de las presidencias de Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei.
El pueblo argentino atraviesa hoy una de sus etapas más notoriamente gregarias de las últimas décadas, en un proceso de atomización inocultable de sus viejas representaciones, con una dirigencia del Partido Justicialista que ha instalado de hecho la “verdad 21”, aquella que parece decir que los dirigentes solo pueden serlo por mandato divino, designación a dedo o cercanía familiar y no porque el pueblo tenga que votarlos. Esta “estrategia” ha hecho que hoy, y como nunca, el peronismo tenga la menor presencia de gobernadores e intendentes peronistas de su historia, situación que sin embargo se atribuye a una rara combinación de lawfare, magnetos y traidores. Nada de autocrítica, menos de renovación, ningún paso al costado.
Entonces ¿Cómo suponer que una figura política con un 70% de rechazo puede liderar el movimiento popular hacia el futuro? La magia del relato y la negación de la realidad de parte de la “minoría intensa” todo lo puede.
¿Cómo pensar que un liderazgo cuestionado de manera manifiesta y permanente durante los últimos 10 años por las mayorías populares en cada elección puede liderar en el futuro un país que clama esperanza y un futuro de paz, pan y trabajo?
La negación de la realidad suele ser una buena estrategia de supervivencia para oportunistas y chantas de todas las edades dispuestos a subirse a cualquier tren a cambio de una prebenda. Hoy es muy visible que la mayoría de esta dirigencia actual del justicialismo se emparenta más con los apotegmas del Viejo Vizcacha que con el compromiso de Felipe Vallese. Como ya dijéramos, Milei es solo el síntoma de la enfermedad que lo produjo.
¿Qué agenda puede ofrecer un peronismo con los mismos protagonistas en la cabina de mando, del gigantesco fracaso del Gobierno del Frente de Todos?
Hoy, millones de compatriotas viven en ciudades sin infraestructura digna, con hospitales colapsados, transporte público deficiente, desocupación y calles sin pavimentar, inseguridad y violencia creciente. Sin futuro, sin presente. Es cierto que Milei empeoró todo como también lo es que el peronismo gobernó el país 28 de los últimos 35 años, y 31 de los últimos 35 lo hizo en la Provincia de Buenos Aires. Demasiado tiempo para fingir demencia o no sentirse responsables.
El maniqueísmo de presentar todo el tiempo un falso debate entre leales y traidores exhibe una impotencia palpable, un egoísmo patológico y una falta de comprensión de lo que sucede, y sobre todo de lo que sucedió, al punto tal de no entender aun lo que ese liderazgo desteñido y minoritario, contribuyó con sus errores repetidos a que el pueblo argentino prefiriera nada menos que a Javier Milei antes de seguir con el “modelo para la liberación”.
La política de este peronismo, conducido desde un AMBACENTRISMO tan explícito como insólito, incorporó recientemente como novedad última, en su camino absurdo pero continuado, a la conspiración contra el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Ya las mayorías populares de Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y hasta la propia Patagonia lo habían abandonado, ahora “lucha” también por ser minoría en la Provincia de Buenos Aires.
Viendo lo que sucede en nuestra región valdría la pena preguntarse ¿quién será en Argentina el que emule a Andrés Manuel López Obrador? un ejemplo de humildad, de compromiso con su pueblo y de convicción sobre la importancia de lo colectivo y la renovación por sobre el ego personal.
Quién admitirá el ocaso de este Partido Justicialista y propondrá una nueva fuerza política plural como fuera MORENA en México.
Quién tendrá la valentía política para explicitar que el peronismo y su historia son demasiado importantes para dejarlo en manos de esta conducción familiar del Partido Justicialista.
En el Apocalipsis 3:16 de la Biblia, en el marco de una carta dirigida a la iglesia de Laodicea, se les exhorta a no ser tibios, ya que esa falta de compromiso provoca el rechazo de Dios.
Tal vez hoy sea el momento de adoptar esa mirada sobre el futuro del Movimiento Popular y el Peronismo en Argentina, porque si hay traidores lo son aquellos que no permiten una renovación que haga que el Movimiento Popular y el Peronismo se reconcilien con el pueblo después de una década de vocación por el autoelogio y el rechazo popular.
Los dirigentes que no lo entiendan, como tantos otros en el pasado, terminarán en el basurero de la historia junto a todos los que nos siguen vendiendo un “compromiso con el pueblo” que no es más que la egolatría berreta que nos trajo a este tristísimo presente.
Buenos Aires, 27 de marzo de 2025.
*Analista político.
5 Comments
Excelente artículo. Excelente análisis, que no está exento de propuesta, como muchos otros.
Cortito y al pie. Paso al costado, renovación de cuadros «de verdad» que representen la necesidad y el sentir popular, que se guarden las autocriticas, que se corran «bien lejos a un costado».
La frase de cierre es un sayo que debe ponérselo una sola persona.
Clarísimo para algunos, pero hay alguna por ahi, que sigue sin entenderlo. Y bueno, asi es la paliza que se comió hoy del descerebrado.
Muy buen análisis. Hay un estado de descomposición palpable en la dirigencia del peronismo y simultáneamente crece el descreimiento popular que no vemos señales alentadoras. Es evidente el divorcio ,la desconexión con la realidad. Me cuesta comprender a la máxima figura del peronismo publicando cartitas , obstaculizando el camino a Axel. Quisiera verla junto a les jubilades en la calle, poniendo el cuerpo. En fin, gracias por este artículo.
Dónde están todas esas figuras de renovación en contacto con el pueblo que surgirían si Cristina Kirchner (nombrela, no tenga miedo) diera un paso al costado? Sería Fernando Gray? Los gordos de la CGT? Tolosa Paz, Santi Cafiero?
Kicillof es un muy buen cuadro pero tiene la misma imagen negativa que CFK. Ganó la PBA porque no hay balotaje, caso contrario hubiera sido derrotado.
Es verdad que la dirigencia parece haber perdido contacto con el pueblo.
Me parece que hay mucho voluntarismo desde quienes proponen el «paso al costado» como solución a todos los problemas del peronismo. La autocrítica debería ser de todos los frentes.
El primero que debería dar un paso al costado es el «albertismo» que fue el claro culpable del fracaso y que incluso tiene figuras como Guillermo Francos que tiene un cargo de primer orden en el gobierno actual. El massismo también debería replantearse varias posturas, primero el apoyo a Macri que le posibilitó avanzar con sus medidas antipueblo en 2016-2018 y después la colaboración que brinda con funcionarios en el gobierno de Milei.
Después ponerse de acuerdo entre los demás para presentar una propuesta coherente a la ciudadanía.
El peronismo está estallado y justo el sector que es señalado como culpable en artículos como este es el menos culpable de todos.
Siempre brillante Brignone. Gracias por la claridad entre tantas sombras.