¿Cómo fabricar abogados poetas y no simples mercenarios de la ley? Como recuperar el Estado de Derecho para poder volver a ser enseñado sin la sensación de hipocresías. La Constitución Argentina es la que los poderes fácticos han hecho de ella y han apropiado como declamación. El estado de democracia formal interpela a muchos estudiantes a no ser repetidores y glosarios de la ley, como rezaron varias generaciones muertas para llegar hasta acá.
Por Julián Axat*
(para La Tecl@ Eñe)
Este artículo comienza con un posteo que cuenta una anécdota, y también con la invitación del querido Conrado Yasenza a escribir en este medio algo sobre lo que dispara. Algo más. Y esto lo conecto con un libro que estoy leyendo y que viene perfecto para la situación que estamos viviendo.
La anécdota es la siguiente: Tuve que dar una clase para los alumnos en la Facultad de Derecho. En este contexto enseñar el Estado de Derecho, la Constitución, los tratados de derechos humanos, el sistema normativo vigente, etc. Los alumnos me miraban en silencio y escuchaban, hasta que uno levantó la mano y me dijo: “Profesor, todo eso que usted nos cuenta ya no existe”. Se produjo un murmullo entre todos, una chica levantó la mano y propuso discutir la idea de justicia, y me dijo: “Profesor, usted que escribe poesía, explique el derecho desde ahí…”.
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Enseñar el derecho desde otro lugar. Durante la dictadura militar se enseñó derecho constitucional, muchos docentes hoy me escribieron a partir del posteo de la anécdota disparadora y me cuentan esa paradójica experiencia de estudiar y repetir en los exámenes los artículos de la constitución mientras estaba suspendida. Demostrando una vez más que el positivismo jurídico que gobierna y gobernó en las Universidades históricamente, ha sido el veneno de la enseñanza. Estudiar leyes muertas, como quien estudia ruinas del pasado. Se trata de fingir demencia, porque la violación permanente de los derechos consagrados la llevan al cajón que los constitucionalistas tienen preparados bajo el concepto de “constitución material” (estudiamos la formal)
Hasta hace no poco tiempo, en la Universidad Nacional de La Plata, un profesor titular de derecho constitucional había sido juez del proceso: el Dr. Carlos Mayón. El mismo fue recientemente jubilado ante la denuncia de una hija desaparecidos por encubrir judicialmente el secuestro y desaparición de sus padres. La pregunta: ¿Cómo enseñar a generaciones de estudiantes derecho constitucional, habiendo sido juez del proceso militar? Extraña paradoja argentina, que puede sumarse a la de los tratadistas de derecho constitucional, convencionales constituyentes que son jueces que forman parte de la Corte Nacional, mientras avalan un Decreto de Necesidad y Urgencia que desde principio de año ha reformado subrepticiamente la Constitución (DNU 70/23). ¿Cómo leer los tratados de ese juez que dice ser un juez de la democracia? ¿Cuál dice la verdad: el del tratado o el juez de la Corte?
Los profesores A. Alagia y A. Slokar intentan por estos días explicar en sus clases de derecho penal qué es la accesoria de la inhabilitación absoluta para ejercer cargos públicos, y si esa rémora capitis diminutio medieval, no es una forma irracional del castigo, una manera de dar muerte política a través de la proscripción impidiendo al pueblo asumirse como soberano, y elegir libremente a aquellos que considera están a la altura de su representación. Los estudiantes que asisten a sus clases cuestionan la realidad, cuestionan la interpretación que los jueces actuales hacen de la constitución porque están conectados a ella desde otro plano, que no es el mundo del “deber ser”, si no, de lo que hay.
La costumbre del mundo del derecho es la del desdoblamiento entre el “deber ser” y el “ser” de las cosas. Aspecto epistémico que suele producir desdoblamientos de personalidades, todo tipo de patologías, fetichismo por lo normativo y dogmático, creencias duales, compromisos amañados y esquizofrenias de otras yerbas. Las generaciones actuales de jóvenes odian la dicotomía entre lo que debería ser y lo que hay; es lo que es.
Por suerte la paradoja de enseñar derecho cuando el derecho ha muerto o ha comenzado a morir. Esto es una advertencia de los más jóvenes, al menos los de mi clase. Y ello es evidente también en el agotamiento ultramoderno del nominalismo jurídico que declama derechos, y que los economistas neoliberales y de derechas han llamado a no pagar. Es nuestra realidad más urgente. La constitución no importa, importa el déficit fiscal. Para esta mirada que gobierna la Argentina la Constitución entendida como declamación también ha muerto.
Roberto Bolaño fue ese gran novelista que escribió “Los detectives salvajes” y “2666”, pero también poeta que compendió sus versos en un libro que tituló “La Universidad desconocida”. Hace muy poco dos constitucionalistas mexicanos fanáticos del mismo Bolaño, Juan Jesús Garza Onofre y Javier Martín Reyes, escribieron con el título homenaje bolañano “La Constitución desconocida” (México, Taurus, 2024). Se trata de un libro apasionante con tono generacional, que asume una nueva forma pedagógica de enseñar la Constitución en forma práctica, sin desdoblamientos ontológicos.
Para estos detectives salvajes de la enseñanza jurídica la Constitución solo es en la práctica, para eso se mandan un ejercicio comparativo entre lo escrito en la Constitución en sus cláusulas y la forma en que esos mandatos se concretan en el día a día; sin fetiches normativos de ningún tipo. En resumidas cuentas, una obra que trae cierta bocanada de frescura y esperanza, seguramente reflejo de lo que está viviendo México en este momento (al menos a partir de ciertos cambios propiciados en el sistema de justicia).
Vuelvo a las preguntas: ¿Cómo fabricar abogados poetas y no simples mercenarios de la ley”? Como recuperar el Estado de Derecho para poder volver a ser enseñado sin la sensación de hipocresías duales entre lo que debería ser y lo que “es”. La “Constitución desconocida” Argentina es la que los poderes fácticos han hecho de ella y se han apropiado como declamación. El estado de democracia formal (lo que es) interpela a muchos estudiantes a no ser repetidores y glosarios de la ley, como rezaron varias generaciones muertas para llegar hasta acá.
Evidentemente para las nuevas generaciones el derecho necesita de otra energía para ser explicado. El nominalismo declamador se encuentra en estado de hartazgo y crisis. Una vez un profesor me dijo, “es la lucha por el derecho la única forma de romper con la epistemología dual del “ser” y el “deber ser”. Es la realidad el lugar de lo conquistado, nuestra constitución conocida.
“Profesor, usted que escribe poesía, explique el derecho desde ahí…”. Confieso que en ese momento no pude seguir la clase.
La Plata, 12 de junio de 2025.
*Abogado y poeta.
1 Comment
Estimado Julián, te recomiendo leer «El maestro ignorante» de Ranciere a propósito de tu dilema entre la figura del pedagogo y su quehacer. También te recomiendo Leer la obra completa de Rodolfo Kush, que resuleve filofosicamente la falsa dicotomía entre el ser y el deber ser. Finalmente mi ultima recomendación es el poema «El canto del cisne» que empieza así:
Demencia, el camino mas alto y mas desierto
oficios de las mascaras absurdas pero tan humanas