La Argentina conoce el odio desde su placenta, y en un clima social demasiado candente como el actual, aparecen voces de seres abyectos sin historia ni pasado que promueven la aniquilación del Estado y la vuelta a la Argentina anterior a 1943.
Por Juan Alonso*
(para La Tecl@ Eñe)
Hay que tener cuidado con el odio porque cría muertos. Antes de que estallara la guerra civil española, los diarios antagónicos atizaron las balas y promovieron la violencia que después terminó en una tragedia. La matanza y la delación entre familiares, con el asesinato de curas y maestros que en un barrio de Madrid fueron entregados, según los partes policiales de la década del ’30, por encargados y encargadas de edificios. La condición humana.
El agite llegó antes desde los diarios de La Falange e incluso desde los más encumbrados dirigentes republicanos que decían que había que “exterminar a una clase social”. El otro como enemigo, el otro como no humano.
La Argentina conoce el odio desde su placenta. Los colonialistas fueron acérrimos defensores del sentido cipayo de la existencia, negando su identidad a “la chusma”, “las chinas, “mulatos” y “gauchos analfabetos”.
O sea: la supresión del pueblo por una minoría educada con los valores de la antigua Europa monárquica e imperial. Más que Europa era el declive del imperio español tras el saqueo de Potosí y el robo del oro y la plata de América. Con el contrabando incluido, la masacre de los pueblos originarios, la esclavitud y la pobreza intelectual y de la otra. Un combo que perdura después de 200 años. Los reyes españoles tienen hijos extramatrimoniales por acá y por allá y se roban mucho más que un PBI, pero nadie los persigue y se dan el lujo de estirar la muerte envejeciendo bajo techos dorados.
Eso en América Latina sólo pasa con el poder real. Por eso Mauricio Macri fugó un préstamo del FMI y es ejecutivo de la FIFA con los saudíes y qataríes más Disney. La hegemonía mediática dicta los nombres de los condenados y la lapidación es un suceso en continuado. Lo vemos cada día todos los días y la comunicación es una fantasía televisada.
En un clima social demasiado candente y semejante a la República de Weimar (Alemania, 1918/1933) aparecen voces de seres abyectos sin historia ni pasado –salvo el de enriquecerse, asesorando a multimillonarios sobre “riesgos” y otras triangulaciones dinerarias-, que promueven la aniquilación del Estado y la vuelta a la Argentina anterior a 1943. Un retroceso a las catacumbas de la historia que expone a estos dinosaurios de la peluca. Tan de la peluca están que de esos mismos sectores desencantados con la Política, salieron los que gatillaron un arma en la cabeza de CFK y el suceso sigue impune porque el futuro inmediato presagia peores tormentas con un Poder Judicial cómplice de la infamia en nombre de la Constitución y la Ley.
La ultraderecha nativa se percibe liberal y libertaria. Liberal porque está a favor del estatuto del mercado y libertaria porque está en contra del sentido colectivo y del Estado. Promueven un Estado cazador de pobres para el escarnio. Para esta gente no hay memoria, es todo olvido. Se inspiran en la experiencia de Vox en Madrid –tipejos que hablan de sus tatarabuelos mártires de la boina-, sin saber que no ha existido tal cosa ni siquiera en la Francia ocupada por los nazis, y que hasta los resistentes a Hitler en París sufrieron la delación de vecinos y parientes.
En España, la muerte no ha curado las heridas de su pasado sangriento que a diferencia de Argentina, no fue juzgado, porque el bando ganador se ocupó de perpetuar la tortura infinita y la represión a morir hasta el último día de Franco.
En Argentina, la derecha imbuida siempre de una cruz y en nombre de Dios bombardeó a niños y civiles en la Plaza de Mayo, fusiló a trabajadores en los basurales de José León Suárez, y hasta se ocupó de prohibir al peronismo con el secuestro del cuerpo de Evita, enterrado con nombre falso en Milán con la complicidad del Vaticano.
Era lógico que los inquietara tanto Evita, incluso ya muerta. El mismo odio estalla contra Cristina en vida. Una mujer los desnuda. Una mujer los amenaza.
La crueldad viene de muy lejos como el odio de Sarmiento contra los indios y los gauchos. Roca fue el gran exterminador de nuestros pueblos originarios y Mitre redactó la lógica y el canon cultural del poder real en detrimento de las mayorías populares. Grandes matanzas en nombre de poderosas intenciones de una casta.
Dorrego no fue fusilado por Lavalle porque era un hombre díscolo. Dorrego fue fusilado porque la rebeldía acá en el Río de La Plata, se ha pagado siempre con degüello y balazos. Primero suprimen al adversario y después lo asesinan. La derecha hasta tiene vocería de genocidas y los que hablan son uniformados en retiro del Ejército.
Ojo que el odio cría muertos.
Buenos Aires, 30 de abril de 2023.
*Periodista.
4 Comments
Gran nota.
Excelente reflexión como siempre Juan Alonso. Síntesis histórica, turbulencias del presente y presagios del futuro.
Excelente nota. Me alegro haberlos reencontrado
Juan Alonso, todos mis saludos.
Seguramente es un gran filósofo. Me interesaría saber qué piensa de las agencias de enunciación colectiva del Odio, qué piensa del «odio» con minúscula, del que pasa por «berrinche», «sospecha», «cancelación». Del que pasa por «límite» y se encuentra vivo y dándole votos a Miley y el peronismo de siempre. También de «las corrientes de imitación» que inferiorizan como modo de «hacer la diferencia».
Saludos.