Las Juventudes Políticas Argentinas y cómo construir poder popular.
Alberto Nadra rescata del olvido a las Juventudes Políticas Argentinas, un movimiento que en los años 70 emergió como faro de ideas y acción en tiempos turbulentos. El análisis, al que suma una cronología inédita de sus etapas, reivindica aquella lucha, explica su ocaso e interpela al presente: su legado sirve hoy como espejo crítico para repensar la política y construir proyectos colectivos ante el avance ultraderechista, la fragmentación social y la posverdad que atomiza el debate público.
Por Alberto Nadra*
(para La Tecl@ Eñe)
La Argentina de los años 70 no solo fue escenario de violencia y represión. También fue el marco de un experimento político inédito y vigente para quienes aspiramos a construir poder popular: la unión de juventudes de una veintena de partidos históricamente enfrentados bajo la consigna «Liberación o Dependencia«.
Con un papel decisivo de la Juventud Peronista Regionales (JP-Reg.) y la Federación Juvenil Comunista (FJC), así como las entonces combativas expresiones de la juventud de la UCR, la Coordinadora de las Juventudes Políticas Argentinas (JPA), logró articular una red multisectorial que combinó la radicalidad callejera con la construcción programática e institucional, desafiando tanto a las dictaduras como a las tibias dirigencias partidarias.
Primera etapa: del Cordobazo al programa del Savoy.
La radicalización de masas que resistió a la dictadura de Onganía entre 1969 y 1972 fue antecedente de un proceso de alianzas juveniles basado en acciones concretas. Las juventudes recogieron la enseñanza callejera que ellas mismas protagonizaron en un collar de puebladas bautizadas con el sufijo “azo”, según la ciudad que se producían: Correntinazo, Rosariazo, Cordobazo, Tucumanazo, Choconazo o Mendozazo, entre otras.
El momento fundacional fue la “Marcha contra el Hambre” (28 de abril, 1972) conocida como el “SanTelmazo”, un enfrentamiento masivo en las calles de ese barrio porteño convocado por la “Intersindical” del dirigente clasista de Córdoba Agustín Tosco. Allí, las juventudes confluyeron y desafiaron juntas la dictadura de Lanusse. La respuesta de los jóvenes militantes a la represión con la que el Estado respondió a la movilización incluyó la inédita coordinación de las estructuras de autodefensa de las juventudes comunista y peronista. Aquel día sembraron las semillas de un diálogo impensado.
En la madrugada del 26 de mayo de 1973, tras el triunfo de Héctor Cámpora, las juventudes se unieron nuevamente en el “Devotazo” y forzaron la liberación de los presos políticos encarcelados en esa prisión porteña.
Poco después, en el Hotel Savoy de Buenos Aires, 18 organizaciones juveniles[1] firmaron un documento que clamaba por la “liberación nacional y social”, primer paso en la conformación de las JPA. No fue una declaración abstracta, sino un programa y un plan de acción concreto para unir fuerzas dispersas: la primera arquitectura de un frente juvenil multisectorial.
Hasta entonces, la unidad de acción de peronistas, radicales, comunistas, socialistas, intransigentes, desarrollistas y democristianos parecía imposible. La mayoría de las dirigencias de los partidos tradicionales –salvo la del Comunista– miraron con recelo aquel entendimiento y el poder de convocatoria organizada de las juventudes.
Para la FJC y la JP-Reg., ese acuerdo –aún con visiones distintas- tenía un horizonte claro: la “Patria socialista”, consigna tras la cual movilizaban entre 50 y 100.000 jóvenes solo en Buenos Aires, con cifras similares en el resto del país
Tres pilares estratégicos:
1- Acuerdo programático e institucionalización: Un programa antiimperialista y antioligárquico que vinculaba la lucha reivindicativa con la disputa del poder; la realidad argentina a los procesos revolucionarios continentales y mundiales. Todo bajo el principio: “Cada fuerza mantiene su autonomía, pero al mismo tiempo subordina taticas a los acuerdos de conjunto”.
2- Unidad operativa y plan de acción: Comandos conjuntos en todo el país bajo dirección nacional unificada, con planes autónomos en ciudades, barrios, centros de estudios, fábricas, y ámbitos artísticos y deportivos.
3- Innovación táctica: Combinación de acciones legales (como movilizaciones de masas, convocatorias culturales) con estrategias semiclandestinas para resistir la represión dictatorial.
Como una lección para nuestros días de internas egoístas y acuerdos electorales vacíos de pueblo, el Savoy planteó como tareas inmediatas: una movilización frente al Congreso en el primer aniversario de la Masacre de Trelew y la extensión del acuerdo a nivel territorial. Así, se constituyeron más de 500 coordinadoras multisectoriales, embriones de poder popular en todo el país.
Las JPA alcanzaron su cenit el 23 de septiembre de 1973, movilizando a centenares de miles de jóvenes en repudio al golpe contra Salvador Allende y – hecho inédito hasta entonces– condenando por unanimidad el “golpe gorila de 1955”.
Pese a las diferentes tácticas electorales de cada organización –en particular en sindicatos y centros estudiantiles–, mantuvieron acciones conjuntas: desde rechazar la intervención fascista en la UBA y otras universidades hasta enfrentar las reformas regresivas del Código Penal impulsadas por el propio Perón luego que el ERP atacara el regimiento de Azul en enero de 1974.
Hacia 1975 la actividad conjunta se fue resintiendo y hubo fuertes diferencias acerca del tipo de respuesta ante el avance del terrorismo de Estado, que arrebató impunemente la vida de 1.500 militantes, asesinados por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).
La JP-Reg., acorralada, optó por la clandestinidad y el enfrentamiento armado, como parte de las organizaciones de masas vinculadas a Montoneros, las que quedaron expuestas. Ninguna de las otras fuerzas de las JPA avaló esa decisión, pero fue públicamente rechazada por la Juventud Radical/Junta Coordinadora Nacional (JR-JCN) que –acompañada por la juventud del Partido Socialista Popular (PSP)– rompió definitivamente cuando los jóvenes peronistas volvieron a integrarlas.
Hitos del período 1968-1975:
1968
– Fundación de la Juventud Radical-Junta Coordinadora Nacional (JR-JCN), con arraigo en las provincias.
1969
– 29 y 30 de mayo: el Cordobazo hace revivir la consigna “obreros y estudiantes unidos adelante”, acuñada en la capital de la provincia durante la Reforma Universitaria de 1918.
1970
–Enero/febrero: tras un acuerdo con la central estudiantil chilena la Federación Universitaria Argentina (FUA) funda la Brigada Santiago Pampillón para viajar a Chile para llevar a cabo trabajos voluntarios y fortalecer los lazos con las juventudes de la Unidad Popular. Participan más de un centenar de estudiantes independientes, comunistas, peronistas y socialistas. No se suman los jóvenes de la JR-JNC, que codirigía la llamada FUA Córdoba.
1971
– Junio/julio: fundación de la Juventud Radical Revolucionaria (JRR), predominante en la Capital Federal hasta 1975.
1972
– Enero/febrero: surge la JP-Regionales.
– 28 de abril: Marcha contra el Hambre (28 de abril), el San Telmazo.
– Julio: marcha en repudio del sexto aniversario del golpe contra Illia.
1973
– 26 de mayo: Devotazo, en la madrugada del 26 de mayo.
– 20 de junio: regreso de Perón y Masacre de Ezeiza, con la JP-Reg. como uno de los blancos principales.
– Primera asamblea juvenil multipartidaria en el Hotel Savoy, que da como resultado el primer pronunciamiento conjunto de las JPA, titulado 25 de mayo. Por la Liberación, contra la dependencia.
– 1, 6, 10 y 17 de agosto: Plenarios de las JPA. El Frente de Izquierda Popular (FIP) se retira de la reunión, con fuertes críticas a la JP y el nucleamiento, al que califica de “contubernio”.
– 22 de agosto: marcha en homenaje a los caídos en la Masacre de Trelew frente al Congreso Nacional el 22 de agosto.
– Septiembre: Marcha de la Liberación de Latinoamérica, en repudio al golpe en Chile el 16 de septiembre. Repudio al “golpe gorila del 55” en un documento conjunto que incluye la firma de las dos juventudes radicales.
– Septiembre: las JPA coeditan y distribuyen 10.000 ejemplares de un libro en homenaje a Salvador Allende.
– 5 al 23 de octubre: las JP-Reg. y el Ejército Argentino colaboran para asistir a zonas inundadas en 18 partidos de la provincia de Buenos Aires, en el llamado “Operativo Dorrego”. Las JPA apoyan la iniciativa.
– Noviembre: segunda Asamblea Juvenil Multipartidaria de las JPA, que consolida la coordinación organizativa y territorial.
– 22 de diciembre: se constituye la Federación Universitaria para la Liberación Nacional de Buenos Aires (FULNBA) con las expresiones universitarias de la FJC, la JP Reg. la JRR y del PCR.
1974
1975
Segunda etapa: la resistencia a la dictadura
Días después del golpe, la FJC convocó, dio protección e impulsó encuentros de un reducido grupo de dirigentes juveniles en reuniones clandestinas en iglesias, embajadas, clubes y hasta en locales de los pocos partidos que lo permitieron.
Ese acuerdo “por arriba” (establecido por menos de 10 de las 18 organizaciones que originalmente formaron las JPA) permitió extender y darle cierta cobertura a las iniciativas políticas en las distintas provincias: se reactivó la FUA (Federación Universitaria Argentina), se juntaron veinte mil firmas contra el intento de arancelar la enseñanza superior; se desarrolló una amplia movilización en rechazo al cierre de la Universidad de Lujan; surgieron revistas estudiantiles en varias facultades y circularon 4.000 ejemplares sólo en los institutos porteños de educación media. Estas acciones fueron la base para la reconstrucción de los centros estudiantiles, como fue el caso de la revista Aristócratas del Saber del Colegio Nacional Buenos Aires.
También hubo encuentros de la Juventud de la Federación Agraria contra el plan Martínez de Hoz, llamamientos a la solidaridad con Nicaragua en lucha contra el somocismo y en repudio al golpe de Estado de 1979 en Bolivia.
Ese núcleo juvenil participó en la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo; en marchas junto al movimiento sindical combativo hacia la Iglesia de San Cayetano, cuandose produjeron los primeros choques con las fuerzas represivas. Estos enfrentamientos se generalizaron el 30 de marzo de 1982 en los alrededores de la Plaza de Mayo durante una huelga de la CGT Brasil, opuesta a la colaboracionista CGT Azopardo.
Los puntos más altos de esta etapa fueron la masiva concurrencia para respaldar las denuncias de secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y lasmovilizaciones por Malvinas.
Los carteles conjuntos de la JP y la FJC repudiando a la dictadura en plazas de todo el país no fueron “gotas dispersas”, sino visibles islas de resistencia en un mar de consenso forzado. Incluso sonaron consignas como Evita, Guevara, la Patria liberada, expresión de una unidad forjada en años de trabajo entre 1971 y 1982, pero frenada a sangre y fuego por el terrorismo de Estado, inicialmente mediante la Triple A y posteriormente con la dictadura.
Hitos del período 1976-1982:
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
Tercera etapa: en democracia, renacer y ocaso
Tras 1983, el relato oficial borró esta experiencia. Las dirigencias partidarias adultas, temerosas de su potencial, promovieron el olvido. La prensa la omitió y la academia encaró unas pocas investigaciones acerca de la participación juvenil en la transición democrática.
En esos años surgieron narrativas que demonizaron la militancia de los 70 como “violenta” o “ingenua” en su búsqueda de “utopías revolucionarias”, mientras idealizaban a la democracia como solución casi mágica a los problemas argentinos. La realidad, como siempre, era más compleja: el terrorismo de Estado aplicó una lógica de ingeniería social, buscó exterminar no solo personas, sino la memoria de un proyecto colectivo, a sus portadores y potenciales retransmisores a las nuevas generaciones.
Bajo la dictadura, la aniquilación sistemática de militantes respondió a una lógica de ingeniería social: imponer definitivamente un modelo de renta y rapiña, exterminando a quienes podían resistirlo. Incluso derrotada la tiranía ese proyecto pudo imponerse, en buena parte porla ausencia forzada de muchos de quienes debían ser los transmisores de la experiencia para las nuevas generaciones.
Simultáneamente, se consolidó un enfoque empresarial y clientelar de la política, aún dominante hoy, queexplica parte de la presete desilusión popular y la actual crisis de representación.
Dos generaciones protagonizaron el viraje.
Hubo continuidad, pero también ruptura. El MoJuPo abandonó el nombre “JPA” y el Hotel Savoy, simbólica sede de su creación, distanciándose de los “demonios” revolucionarios que para algunas fuerzas encarnaban los 70
Aún así fijó agenda y reapareció en las calles. Lo hizo con una justa revalorización de espacios democráticos que antes se habían subestimado, a la vez que con un fuerte debate acerca de limitarse a esa defensa o, simultáneamente, intentar radicalizar su contenido.
En junio de 1983 movilizó 50.000 jóvenes exigiendo libertad y democracia y multitudes aún mayores tras el asesinato del obrero metalúrgico Dalmiro Flores, en diciembre.
Protagonizó marchas contra la impunidad del genocidio o las presiones del FMI, desplegó brigadas de trabajo voluntario solidarioaquí o en Latinoamérica y se retiró masivamente de la Plaza de Mayo ante el lanzamiento gubernamental de una “economía de guerra”, luego de acudir a una convocatoria presidencial para respaldar el proceso democrático en un momento de tensión política y económica.
Si embargo, la fuerza juvenil se eclipsó con el tsunami ideológico neoliberal y la desaparición del bloque socialista, sucesos que dieron marco a una lenta pero clara reconfiguraron de las militancias de las tres principales fuerzas juveniles a lo largo de la década, para casi desaparecer –al menos orgánicamente– en las puebladas del 2001.
La juventud peronista, que en los 70 no dudó en confrontar con su propio gobierno, en los 80 se alineó mayoritariamente con el menemismo, tras un breve interludio autoproclamado de “renovación” tras la derrota electoral justicialista en 1983.
La juventud radical, antes combativa y con aspiraciones revolucionarias con las que desafió a la dirección conservadora de su partido, tras el triunfo alfonsinista pasó a ocupar puestos clave en el nuevo gobierno, con posturas acríticas respecto a los retrocesos en economía y derechos humanos.
La juventud comunista que fue influyente impulsora del diálogo y la construcción de frentes políticos, como parte de un realineamiento de su partido se radicalizó y mezcló planos tácticos y estratégicos, priorizando y contraponiendo metafísicamente acuerdos tácticos más amplios a una alianza de izquierda, a su estrategia latinoamericanista y revolucionaria.
El 24 de marzo de 1996, a 20 años del golpe, el movimiento de las juventudes políticas ya había desaparecido. Fueron los organismos de derechos humanos los que convocaron en general a los jóvenes y a las organizaciones políticas juveniles a participar de una marcha masiva para repudiar el 20 aniversario del golpe y mantener viva la memoria histórica.
Hitos del período 1983-1990:
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
De la resistencia setentista a las batallas culturales del siglo XXI
El recorrido de las JPA/MoJuPo muestra que el oportunismo y los intentos hegemónicos fueron las principales causas internas de sus retrocesos y de su ocaso. Su experiencia, sin embargo, aporta herramientas para pensar cómo responder a desafíos del presente en cuanto a la construcción de poder popular, una categoría que suele reducirse a una consigna sin contenido concreto ni aplicación real.
Hoy es necesario elaborar respuestas a nuevos interrogantes.
Estas preguntas no son teóricas: en 2025, mientras la “derecha 2.0” global criminaliza la protesta y los medios hegemónicos satanizan la militancia, la experiencia de las JPA demuestra que la unidad multisectorial –basada en programas concretos—puede ser antídoto contra el fascismo.
No se trata de repetir mecánicamente las tácticas de las JPA en un mundo que es radicalmente diferente, pero sí de retomar su impronta rebelde, su imaginación estratégica y autonomía organizativa.
Hoy, cuando la ultraderecha recicla viejos discursos con apps e influencers para avasallar derechos, la memoria histórica y los lazos sociales, el legado de las JPA dibujan parte de un mapa para navegar la tormenta.
En un mundo de algoritmos y desesperanza, su ejemplo recuerda que la política popular no es un juego de cúpulas, sino la tarea de tejer, en la misma trama, imaginación estratégica, rabia organizada y persistencia para construir alternativas.
Los días por venir tal vez impongan una disyuntiva de hierro: furia fragmentada y estéril o proyectos colectivos capaces de unir rebeldía y construcción.
Referencias:
[1] Juventud Peronista, Juventud Radical (JCN), Federación Juvenil Comunista, Juventud Radical Revolucionaria (JRR); juventudes de los partidos Intransigente, Conservador Popular, Revolucionario Cristiano, Popular Cristiano, Socialista Popular, Movimiento Socialista por la Liberación Nacional, UDELPA, FIP, MID, Movimiento Nacional Irigoyenista, Encuentro Nacional de los Argentinos, del Ateneo Nueva Generación y de los Sacerdotes Del Tercer Mundo.
[2] Juventudes de los partidos Justicialista, UCR, MID, DC, PI, PC, PSP, Partido Socialista Auténtico, Socialista Unificado, Confederación Socialista Argentina y Conservador Popular.
Buenos Aires, de junio de 2025.
*Político, escritor y periodista.
1 Comment
Tremenda a historia. ¡Gracias Alberto Nadra!