Como adelanto del cuarto libro de La Tecl@ Eñe «Malvinas, una memoria abierta», publicamos este texto del periodista y escritor Jorge Giles. El texto nos interpela con relación a la disputa actual de sentido en torno a la justa causa por la recuperación de nuestra soberanía en Malvinas.
Jorge Giles/La Tecl@ Eñe
La Causa Malvinas vive. Está siempre en movimiento. “Como un buque navegando”, la describieron los patriotas de la Primera Junta cuando libraron su fe de bautismo el 30 de Mayo de 1810, a sólo cinco días de la Revolución de Mayo. Y así alumbraron el camino por venir.
Las Madres de Plaza de Mayo enarbolaron un cartel en plena dictadura: “Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también”. Casi medio siglo después, los militantes que trataron de reafirmar nuestra soberanía en pleno continente denunciando a otro usurpador inglés, Joe Lewis, portaron una bandera argentina con la leyenda: “Las Malvinas son argentinas, Lago Escondido también”. La conjunción soberana sigue vigente con el desangre que supone la falta de control estatal sobre la mal llamada “Hidrovía”. Y dicen los muros del pueblo: “Las Malvinas son argentinas, el río Paraná también”. Debemos decir que el contexto de todas estas disputas sigue siendo el endeudamiento externo, el FMI y su amenaza renovada a la soberanía.
La Causa Malvinas late. Está viva en los recitales de rock y en los estadios de fútbol cuando el pueblo se hermana en la única consigna que une multitudes: “El que no salta es un inglés”. Las paredes siguen reafirmando que las Islas son nuestras. También los monumentos por Malvinas en todas las plazas pueblerinas. Si cuando parecía que languidecía en el sueño de los justos, osito “winipu” mediante, la historia amaneció con Néstor y Cristina y la Causa tuvo por primera vez un domicilio fijo: el Museo Malvinas, y la Cuestión Malvinas, una Secretaría de Estado como corresponde: la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur. La Causa Malvinas está más viva que nunca y por primera vez, también, la Argentina tiene un billete en su nombre.
China y Rusia expresan su decidido apoyo a la Argentina en el reclamo de soberanía en Malvinas y el viejo imperio británico ruge su nauseabundo odio colonialista.
La Causa Malvinas sigue el mismo derrotero de todos los pleitos históricos de esta patria nuestra llamada Argentina. De vez en cuando unitarios y federales se alistan para una nueva batalla. Caseros no terminó, Pavón tampoco. Mitre cree que ganó, pero no. Allí levanta su bandera en los llanos riojanos el General Felipe Varela. Y resiste el Chacho Peñaloza; con otros nombres, claro. En ese devenir intempestivo se debate la nación inconclusa en pleno siglo XXI. Y así será por los siglos de los siglos hasta romper el empate hegemónico.
La Causa Malvinas sigue siendo el corazón de esa patria en movimiento. Tiene los mismos años que la historia quiso para todas y todos nosotros. No es una causa militar, sino popular. Y cuando la dictadura quiso negarlo, la misma historia se encargó de poner las cosas en su lugar; como hizo después con el macrismo negacionista y cipayo.
Nos proponemos reivindicar y rendir homenaje a nuestros caídos en Malvinas y en el mar argentino, a los veteranos y excombatientes que pudieron regresar al continente, desde la historia larga de la Causa Malvinas y no desde el estrecho margen de ideas y acciones que impuso la dictadura genocida. Es el mejor homenaje que podemos y debemos hacer a 40 años del inicio del conflicto bélico desatado por la junta militar.
Hay una tendencia muy fuerte en ciertos sectores de la sociedad en blindar y uniformar militarmente la memoria de aquellos tiempos. Lo sabemos. La dictadura, precisamente, se propuso esa misión: hacer de cada 2 de Abril “el día de Malvinas”, no de los Caídos y Veteranos; estos valen y cuentan, en ese concepto retrógrado, en tanto sean funcionales a ese cometido.
Nos proponemos, entonces, desarmar y desmilitarizar la memoria de Malvinas para democratizarla siendo fieles a la verdad histórica. Para eso vamos a desarrollar un manojo de datos que nos brinda la historia y que hoy y siempre vale recordar.
Tres ejes ordenadores nos ayudarán en este cometido: el origen de la presencia soberana argentina en Malvinas; el máximo escalón soberano alcanzado durante un gobierno democrático y, por último, las consecuencias de la derrota militar en Malvinas y su continuidad en el tiempo.
1.- Hace muy poco el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur presentó en sociedad un libro, versión digital, cuyo título ya es luminoso: “Así se construyó Malvinas”. Su autora, Silvina Gutiérrez, transcribe por primera vez íntegramente el “Diario de Emilio Vernet” en Puerto de la Soledad durante el período que va desde 1828 a 1831. Pero lejos de quedarse en la transcripción de tan valioso documento atesorado por el Archivo General de la Nación, completa con datos históricos precisos e irrefutables, el contexto de cada página del testimonio escrito por el hermano de Luis Vernet. Para ser más claros: este libro significa ni más ni menos que ya tenemos completo el árbol genealógico de la presencia argentina en Malvinas. Se terminó el mito de despreciar nuestras Islas usurpadas al punto de llamarlas “apenas dos piedras flotando en alta mar”; y el viejo recurso británico y pro británico de querer argumentar la ocupación territorial por parte del imperio, sintetizado en el falso concepto que indicaba que al llegar en 1833 los ingleses que bajaron de la Corbeta HMS Clío no encontraron más que tierra desolada, se desvanece en el aire a partir del citado libro. “Son británicas y se parecen al sur de Escocia”, sentenció hace muy poco una conocida intelectual del cipayaje argentino.
Preguntas que duelen: ¿qué medio nacional destacó este hallazgo cultural desplegado en el libro?
¿Qué funcionario nacional, provincial o municipal celebró la noticia de la presentación del libro?
¿Qué relieve y qué interés demostraron los historiadores, los especialistas en la Causa Malvinas, los investigadores y estudiosos de nuestros orígenes como nación?
La respuesta no habla bien de nosotros y nosotras, los argentinos y las argentinas.
Como contraste, los usurpadores ingleses redescubrieron este año una triste piedra sobre lo que fuera alguna vez “Port Egmont” (Puerto de la Cruzada) y entonces ordenaron a la Marina Real una parada militar con bandera británica de ceremonia. La historia cuenta que cuando el reino de España advirtió esta intromisión inglesa en 1774 reclamaron y lograron su recuperación porque las Malvinas pertenecían a sus dominios. Los ingleses acataron sin chistar demasiado. El “si pasa, pasa”, no resultó esa vez. Pero tres siglos después, el usurpador convierte aquel fugaz desembarco y huida posterior en un motivo para celebrar.
Nosotros, en cambio, terminamos de unir en un libro las hojas sueltas del calendario que demuestra definitivamente nuestra soberanía en Malvinas, y por desgano, por pereza intelectual o por ignorancia, aún no fuimos capaces de ponerlo en valor.
La historia nos sigue interpelando; veamos cómo.
El Comandante político-militar de Malvinas, Luis Vernet, dejó asentado el listado de edificios que quedaban en las Islas a fines de 1832, es decir, al momento que ya habían sido atacados por el buque norteamericano Lexington el 31 de diciembre de 1831 y previo a la usurpación final del 3 de enero de 1833, por el buque de guerra inglés Clío.
“• Casa principal de piedra su largo 80 pies y su fondo 90 pies, el grueso de las paredes 3 pies y 6 pulgadas, altura 12 pies en que los primeros 8 pies son de cal y piedra lo demás de piedra y arcilla.
• Una casita chica llamada del horno, los cimientos de cal y piedra lo demás de piedra y arcilla (fue habitada por el estaqueador de cueros).
• La casa de la huerta construida también en piedra (habitada por el jardinero).
• Una casa chica de piedra y arcilla (fue habitada por el herrero y el pedrero).
• Una casa mediana de piedra (fue habitada por Don Julio Grossy).
• Una casa mediana con cimientos y parte de la pared de cal y canto y lo demás de piedra
y arcilla (fue habitada por las familias Klein y Hagener).
• Casa mediana de similar material (habitada por Gregorio Sánchez el que cuidaba el ganado).
• Casita de Antonio Vehingar.
• Casa mediana de la Punta Almacén y habitación donde vive mi almacenero Guillermo
Dickson.
• Casa de igual material que las anteriores, habitación de cirujano Feurer.
Plano de las casas de residencia y gobierno que realiza Luis Vernet en las Malvinas.
Cuatro de estas casas tenían techo de madera, las demás de paja. Había también 15 casitas
de tepes. Los corrales y ranchos que hay distribuidos en varios puntos de la isla para
uso de los ganados. Además de dos corrales viejos en la población de San Luis, otro corral
viejo en la Estancia del Sud, otro en el Rincón Grande, otros cinco nuevos en diversas Secciones
de la isla.
Informe de Luis Vernet, 9 de octubre de 1832.”
¿Se imaginan ustedes cuál sería la actitud británica si fueran ellos, los usurpadores de Malvinas, los que pudieran presentar una documentación valiosa como esta que los favoreciera en su argumentación colonial?
Desde la BBC hasta la CNN estarían difundiéndolo y desde la reina y el primer ministro hasta el último funcionario se pavonearían exhibiéndolo.
Volvamos al “Diario de Emilio Vernet”, un cronista privilegiado de la construcción de ese pueblo que fundó junto a su hermano Luis, Comandante Político Militar de las Islas nombrado por el gobierno criollo y que junto a gauchos, negros, indios acriollados y colonos europeos ávidos de trabajo y aventura, izaron la bandera argentina en cada fiesta patria.
Si la usurpación colonial británica del 2 y 3 de enero de 1833 pretendió, y pretende aún, hacer tabla rasa con la historia pre existente a esa infausta fecha, tendrá que lidiar primero contra muchas razones que asisten al legítimo reclamo soberano argentino. El “Diario de Emilio Vernet”, no es una razón más de nuestra soberanía sobre Malvinas, es su piedra basal.
Cuando llegaron los invasores ingleses, ya estaban en Malvinas los criollos, y los que sin serlo, fueron nombrados por el gobierno criollo. Y no constituían sólo un asentamiento de campaña ni un improvisado y transitorio campamento. Eran un pueblo, representando a una nación en sus albores. El que relata el día a día de su construcción es precisamente Emilio Vernet.
Si bien su primera llegada a Malvinas data de 1824 asistiendo al Comandante Pablo Areguatí, el Diario inicia su recorrido cronológico el 1° de enero de 1828, y lo hace con este título: “Malvinas- Puerto de la Soledad”.
Hasta el 13 de febrero de 1831, Emilio va a dejar testimonio día por día de todas las tareas que él, personalmente, realizará en las labores propias de la construcción del pueblo y además, dejará constancia de todas las acciones rurales y pesqueras que les permitieron el sustento y el progreso comercial de Malvinas en aquellos años.
El comercio del saladero, el arreo de ganado cimarrón, la pesca y la obtención de madera proveniente de Tierra del Fuego y el intercambio con los pueblos originarios de la Patagonia continental liderados por la Cacica Tehuelche María la Grande, fueron parte esencial de aquella realidad vivida por nuestros criollos en Malvinas. Y Emilio va relatando los pormenores de esa vida en el nuevo pueblo.
Es interesante el relato puntual sobre los festejos con que celebraban cada fiesta patria, tanto del 25 de Mayo, “Día de la Libertad”, como del 9 de Julio, “Día de la Independencia”. Es innegable que se impone una conclusión inapelable del testimonio escrito en el Diario: en Malvinas había una identidad de patria desde mucho antes que la invadieran los ingleses.
El Diario resulta también un verdadero paisaje humano de nuestros primeros pobladores, sus casamientos, sus nacimientos, sus muertes, el baile de los negros, la hospitalaria recepción brindada a los tripulantes de los navíos que pasaban por sus costas, muchos de ellos franceses, norteamericanos, ingleses y alemanes.
Como todo pueblo que se precie de tal, sucedían conflictos pueblerinos; como los ocasionados por el Viejo Klein que se emborrachaba en la Pulpería y quería pelearse con todo el mundo y entonces sus amigos lo llevaban a la rastra hasta su casa para que se despabile. O el desafío a pistola y fusil entre Juan El Alemán y el Peón Pio disputando el amor de Eliza; la pelea terminó cuando Luis (Vernet) les sacó todas las armas; pero un día Pío aprovechando que Eliza fue a recoger las vacas, se llevó a su enamorada al campo; Juan El Alemán salió a buscarlos pero no los encontró. Se tuvo que resignar a que la pareja volviera solita dos días después con su amor ya consumado.
Cosas de pueblo que también sucedían en Malvinas.
La fuerte identidad criolla de aquellos primeros pobladores de Malvinas se puso a prueba el día que, cuenta Emilio en su Diario, unos marineros franceses que andaban de tránsito por las Islas pretendieron gastar una broma de mal gusto y bajaron a tierra tocando tambor de ataque fingiendo tomar la plaza; la respuesta de los peones que estaban en las cercanías del muelle no se hizo esperar y sin admitir que era una broma y sin aceptar disculpa alguna, la emprendieron a los cuchillazos hiriendo levemente a los marinos franceses.
Cosas de un pueblo con la autoestima alta.
Cuenta Emilio que el domingo 30 de marzo de 1828 muere el primero de los criollos fundadores del pueblo. Se llamaba Marcos Cuevas y era de Corrientes. Todo un dato y un símbolo para la historia que sabrá registrar, más de un siglo y medio después, que los soldados correntinos fueron parte de los provincianos con mayor cantidad de bajas en la guerra de 1982.
Y sigue apuntando Emilio Vernet que el 3 de abril arriba el bergantín inglés Nautilus y el 22 del mismo mes lo hará la fragata ballenera inglesa Elisabeth y que sus tripulantes bajarán a tierra y que luego de intercambiar vacas, toros y chanchos por distintos objetos con los recién llegados, bailarán al compás del violín de un marino inglés.
El viernes 4 de julio, cuenta Emilio, los ingleses en tierra celebraron el día de San Patricio.
Los hermanos Vernet, describe el diario, trabajaban a la par de los gauchos y de los negros, construyendo casas, corrales, botes, velas, arriando ganado, pescando, trasladando caballos desde el continente, cortando y secando la turba para la combustión, salando la carne y los cueros para ser intercambiados comercialmente con los navíos de alta mar en tránsito, con Montevideo y con Buenos Aires. Ese pueblo fue Malvinas en su origen y de ese origen fue despojado por el usurpador inglés en 1833.
Nos interesa principalmente presentar el “Diario de Emilio Vernet” como lo que es: un fiel testimonio de la presencia criolla en nuestras Islas Malvinas, construyendo soberanía desde la construcción de un pueblo de paz, de trabajo y de hospitalidad con todos los hombres y mujeres del mundo.
Como reflexiona la autora del libro:
“¿Sabíamos acaso que Emilio Vernet había llegado a Malvinas asistiendo a la misión del Comandante guaraní Pablo Areguatí en 1824, mucho antes incluso que llegara su hermano Luis?
¿Sabíamos acaso que trabajó codo a codo junto al gaucho Antonio Rivero construyendo corrales, casas, el pescadero y el gallinero, marcando senderos y buscando ganado?
¿Sabíamos que navegaba con frecuencia hasta la Isla de los Estados para buscar y transportar madera hasta Malvinas?
Sabemos desde hace mucho tiempo que la vida cotidiana en las Islas fue relatada maravillosamente por el diario de María Sáez. Ahora también sabremos que fue Emilio Vernet el que escribió en su Diario y para todos los tiempos, algunas de estas historias y fundamentalmente, conoceremos a través de su pluma el día a día en la construcción del primer pueblo malvinense.
Es esto, maravillosamente, lo que aquí venimos a rescatar.”
A modo de ir bosquejando una primera conclusión a partir de estos valiosos datos históricos, desconocidos para muchos, queremos destacar que los soldados argentinos que combatieron contra los británicos en el conflicto de 1982 estaban pisando y habitando las tierras de Malvinas con las almas de aquellos hombres y mujeres que hace más de un siglo también la habitaron.
Nuestros soldados miraron las estrellas y los paisajes que antes miraron el Gaucho Rivero, los hermanos Vernet, los negros, los gauchos y los indios acriollados, hombres y mujeres que levantaron un pueblo y cantaron el himno argentino en cada fiesta patria.
Nuestros soldados cavaron sus trincheras allí donde supo habitar el único mamífero terrestre originario de Malvinas: el zorrito “Guará”, extinguido por los británicos luego de la usurpación.
Nuestros soldados habrán marchado en las cercanías de lo que fue Puerto Luis y de los poblados bautizados en aquel principio del asentamiento territorial durante el siglo XIX como “Dorrego” y “Rosas”.
Por eso este homenaje a los ex Combatientes y Veteranos de Malvinas lo queremos relacionar con esa larga historia por construir nuestra identidad nacional, desde 1810 en adelante, cuando la Primera Junta patria asumió los “gastos presupuestarios de Malvinas” como si fuera “un buque navegando”; con la Orden firmada por el General San Martín el 14 de agosto de 1816 solicitando reclutar soldados para su Ejército Libertador entre los prisioneros que permanecían en Malvinas; con la llegada de David Jewett en 1820 izando el pabellón nacional y advirtiendo a todos los barcos pesqueros extranjeros que ese territorio nos pertenecía; con la presencia del Comandante Pablo Areguatí, en 1824, oficial guaraní del Ejército Libertador de Manuel Belgrano; con la llegada de los hermanos Vernet en 1826 iniciando la construcción definitiva de aquel pueblo criollo en Malvinas.
Seguro estamos, además, que ningún jerarca militar sabría motivar a los combatientes mencionando estas historias. Eso lo podría haber expresado un ejército popular; nunca un oficial genocida, como aquellos que estaquearon a su propia tropa, pero no supieron resistir al usurpador.
2.- Sigamos haciendo historia, ahora dando un salto al siglo XX, ya durante la última presidencia de Juan Domingo Perón (1973-1974). Antes, declaramos el valor inestimable de la tenaz y patriótica defensa de nuestra soberanía, desde las razones jurídicas, históricas y geográficas que nos asisten, del representante argentino en Londres, Manuel Moreno, hermano de Mariano, durante buena parte del siglo XIX. En el siglo XX muchos continuarán la misión soberana, desde Paul Groussac y Alfredo Palacios, primer diputado socialista de América Latina, hasta Arturo Illia y su embajador ante Naciones Unidas, José María Ruda, impulsor de la esencial e imprescindible Resolución 2065 que sigue tañendo la campana que llama al diálogo entre Argentina y Gran Bretaña.
Pero la aproximación más cercana a lograr efectivamente la soberanía, sucedió durante la presidencia del General Perón. Cuando el canciller argentino Alberto Vignes le comunicó de manera urgente a Perón que un ministro plenipotenciario del Reino Unido terminaba de entregarle una propuesta oficial británica para iniciar conversaciones diplomáticas a fin de “compartir” el ejercicio de la soberanía sobre las Islas Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña, el tres veces presidente de los argentinos, Juan Domingo Perón, no dudó ni un segundo en responderle: “Acéptelo ya”.
Y agregan los testigos de aquel momento histórico que el viejo General se recostó sobre su sillón presidencial y reflexionó en voz alta y con su típica sonrisa: “Una vez que pisemos Malvinas, no nos saca nadie nunca más”. Desde entonces y de manera febril se sucedieron las cartas de intención entre los dos países. Las negociaciones fueron secretas y estaban a punto de culminar cuando ambos gobiernos hicieron llegar sus propuestas finales.
La propuesta británica, fechada el 11 de junio de 1974, se iniciaba así:
“Los condóminos serían su Majestad la Reina y su Excelencia el Presidente de la República Argentina. Las banderas británicas y argentinas serían enarboladas juntas, y los idiomas oficiales serían inglés y español”.
Perón instruyó a su canciller para que responda con celeridad y así, el 19 de junio de 1974, la Argentina hizo llegar su respuesta:
“1°.-Las banderas de ambos países flamearán conjuntamente en edificios y actos públicos.
2°.-Las monedas con banderas argentinas, británica y local tendrán curso legal en Las Islas con el tipo de cambios que se fije de común acuerdo.
3°.-Los pasaportes o cualesquiera otros documentos actualmente en uso para los “nativos” de Las Islas serán reemplazados por otro único que los administradores conjuntos determinarán.
4°.- Serán administradores conjuntos el Excelentísimo señor Presidente de la República Argentina y su Majestad Británica.
5°.- Serán idiomas oficiales en las Islas Malvinas el español y el inglés, en los cuales estarán redactados obligatoriamente todos los documentos oficiales.
6°.- Se adaptarán a la administración conjunta las normas legales del territorio continental argentino, británicas y vigentes en Las Islas.
7°.- Los “nativos” de Las Islas gozarán los beneficios de la doble nacionalidad argentina y británica para todos sus efectos.
8°.-Alternativamente cada uno de los administradores conjuntos, designará por el término de dos años al Gobernador de Las Islas. El primer legislador, bajo el régimen de administración conjunta, será designado por el Excelentísimo señor Presidente de la República Argentina; el otro administrador conjunto designará al secretario de la Gobernación, o si se produjera una modificación en la organización administrativa del gobierno de Las Islas, al funcionario con tareas ejecutivas que siga en jerarquía al gobernador.
9°.-Será propósito fundamental de la administración conjunta facilitar la gradual integración de la posición de las Islas a la vida política, económica, social e institucional de la República Argentina”.
Después de aprobar estos Acuerdos se definirían los plazos de duración de los mismos hasta la definitiva soberanía argentina sobre las Islas. En este sentido, se habló de un plazo que iba de los 20 hasta los 50 años; todo estaba servido para discutir diplomáticamente, sin renunciar jamás a nuestros derechos jurídicos. Nunca estuvimos tan cerca de lograr una resolución pacífica y diplomática a la Cuestión Malvinas, recuperando nuestra soberanía sobre las Islas y dando cumplimiento a la Resolución 2065 de Naciones Unidas.
La muerte de Perón el 1° de Julio de 1974 y el cambio de orientación del gobierno inglés sepultaron aquel camino de entendimiento que ya había logrado sus primeros avances con la instalación en las Islas de Correo Argentino, Gas del Estado, YPF, LADE y otros vínculos más. Estas empresas habían mejorado notablemente las condiciones de vida de los isleños, que hasta ese entonces, por ejemplo, se seguían calefaccionando con la turba, como en tiempos del Gaucho Rivero.
Además, los argentinos estábamos en Malvinas a través de la presencia de maestras, técnicos y profesionales que asistían a los isleños en el desenvolvimiento de sus ocupaciones cotidianas.
Un mes antes del intercambio de las propuestas entre los estados, Perón firmó el 29 de Mayo de 1974 el Decreto 1635, por el que se establece en su Artículo 1° que:
“El día 10 de Junio de cada año, a las 11 horas, en todos los establecimientos y dependencias mencionadas en el artículo 2° de la Ley 20.561, se procederá a realizar un acto alusivo de reafirmación de nuestra soberanía sobre Malvinas, Islas y sector antártico.”
La Ley 20.561 a la que hace referencia el Decreto, fue sancionada por el Congreso nacional el 14 de Noviembre del año anterior (1973) y presentada por la primera Legisladora nacional mujer por Tierra del Fuego, Esther Fadul de Sobrino, en conmemoración del día que se creó en 1829 la Primera Comandancia política militar de Malvinas.
De los muchos proyectos legislativos que presentó la diputada fueguina se destacan: la promoción de vuelos directos de Aerolíneas Argentinas, nuestra línea de bandera, entre el continente y las Islas Malvinas; la edificación y sostenimiento de una escuela bilingüe en Malvinas, con la enseñanza del idioma castellano; y principalmente la mencionada Ley. Esta labor política y legislativa de la diputada Fadul, aún no reconocida debidamente, habla de su clara visión malvinera y de sus conocimientos sobre la historia larga de nuestros reclamos soberanos sobre Malvinas. El día 30 de Noviembre, apenas 16 días después de su sanción, Perón promulga la Ley y la reglamenta luego a través del Decreto mencionado antes.
Debemos recordar que la última dictadura cívico-militar que provocó aquella tragedia en la que murieron 649 argentinos se apuró, en su retirada del poder, por dejar firmados tres decretos ley que establecían: la estatización de la deuda privada; la auto-amnistía para todos los militares acusados por delitos de lesa humanidad y el decreto que conmemoraba como “Día de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur” al 2 de abril. O sea. La dictadura intentaba licuar la tragedia desatada por ellos mismos como si fuese la conmemoración de un acto fundacional de la soberanía sobre nuestras Islas. A este propósito contribuyen, por ignorancia o por falta de conciencia patria, los gobiernos y dirigentes políticos que invitan a desfilar marcialmente cada 2 de abril a muchos de los ex jefes militares que por impericia, por cobardía o simplemente por su esencia genocida provocaron la derrota más infame de nuestra historia, incluidos los tormentos a nuestros soldados. Igual crítica les cabe a los municipios y gobiernos provinciales que sólo conmemoran nuestra soberanía en Malvinas reduciéndola al recuerdo de la guerra desatada por la dictadura, como ignorando que la Causa Malvinas tiene los mismos años de la patria.
Fue el presidente Raúl Alfonsín el que enmendó este despropósito de la dictadura rescatando la Ley y el Decreto de Perón a través del Decreto 901/84 estableciéndose nuevamente que el 10 de Junio es el Día de la Afirmación de nuestra Soberanía en las Islas Malvinas.
Recién en el año 2000 se sancionará la ley que establece al 2 de Abril como Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Un reconocimiento legítimo y justo.
Con este breve recorrido histórico quisimos poner en contexto las fundamentaciones más cercanas de nuestro culto a la memoria en nuestra eterna lucha por la soberanía. A veces pareciera ser cierta aquella sentencia de Rodolfo Walsh de que los pueblos, a diferencia de las oligarquías, parecemos no tener historia y siempre tenemos que empezar todo de cero. Y no debería ser así. Tenemos antecedentes de huellas de nuestra soberanía a lo largo de la historia de la patria. Desde los sucesos aquí relatados hasta los vuelos a Malvinas de Miguel Fitzgerald y de Dardo Cabo y sus compañeros del Operativo Cóndor y la Resolución 2065 del gobierno de Arturo Illia en Naciones Unidas. Nótese que desde la usurpación inglesa en 1833, todos tienen el común denominador de haber sido reclamos pacíficos, diplomáticos y simbólicos. Contra esa tradición popular también apuntó la dictadura desembarcando en Malvinas, en su último intento por perpetuarse en el poder. Para ello usaron una causa nacional que tiene casi dos siglos de resistencia. No tuvieron coraje ni vergüenza. Sólo la tuvieron los ex Combatientes que regaron con su sangre la tierra de Malvinas. Es un imperativo político de la democracia rescatar la verdadera historia escrita de Malvinas. Rescatar a las Mujeres que participaron en la guerra y a lo largo de 200 años de presencia en nuestras Islas, es un imperativo. Rescatar a nuestros Gauchos y a nuestros indios acriollados que construyeron el primer pueblo en Malvinas, es un imperativo. Hay que desmilitarizar la memoria, democratizando nuestras banderas de soberanía.
Sigue siendo una asignatura pendiente la reivindicación del Gaucho Antonio Rivero en vez de su carcelero inglés Fitz Roy, la de Scalabrini Ortiz en vez del colonialista británico Canning, la de la diputada Esther Fadul por su enorme contribución a la construcción de la verdadera historia nacional, entre otros patriotas. En definitiva, hay que disputar la memoria de esta nación inconclusa que somos, desde la democracia, la verdad, la paz, la justicia, la soberanía y el respeto inalienable a los derechos humanos. Para eso sirve conocer la historia. La verdadera historia.
3.- Cuando la Junta militar quiso justificar su desatino y su rendición en Malvinas, convocó para el balance final de la guerra al más prestigioso de los militares argentinos en retiro: el General Benjamín Rattenbach. Estaban confiados que por afinidad corporativa el informe sería indulgente con la decisión militar comandada por el dictador Galtieri. Se equivocaron, porque lejos de ello, el Informe Rattenbach es lapidario al considerar técnicamente las groseras fallas cometidas por los militares, la ausencia de planificación, la falta de sentido político al provocar un enfrentamiento con una de las mayores potencias del planeta, OTAN mediante, el error estratégico de confiar en los EE.UU. como potencial aliado, y todo con el único objetivo de la dictadura de permanecer en el poder. La guerra fue el acto más funcional a los intereses británicos a lo largo de la historia de reclamo de la soberanía argentina sobre Malvinas, sentenció aquella vez el General Rattenbach.
Hoy las consecuencias están dolorosamente a la vista. Los centenares de soldados suicidados en primer lugar; la fortificación militar y nuclear de Malvinas por parte del Reino Unido; el saqueo absoluto de nuestros recursos pesqueros en aguas argentinas sometidas al “control” y “permisos” otorgados por Gran Bretaña; la exploración y explotación de nuestros recursos petroleros; y así podríamos seguir enumerando el enorme retroceso sufrido después de la rendición militar. Pero vale agregar a esta triste y lamentable lista de derrotas en el ejercicio de nuestros derechos soberanos, la adquisición extranjera de tierras y dominio feudal sin límites de nuestro propio territorio continental patagónico; la falta de una política pesquera soberana que garantice tanto el uso sustentable de nuestros recursos naturales ictícolas como la represión lisa y llana de las flotas pesqueras saqueadoras; la falta, ya mencionada, de una clara política soberana en el tema mal llamado “Hidrovía”; y así podríamos seguir enunciando las otras batallas de Malvinas que seguimos perdiendo en el propio continente.
No obstante, hay que subrayar que pese a la rendición militar del 14 de junio de 1982, ni la dictadura argentina ni el usurpador inglés pudieron lograr el propósito de asociar esa derrota bélica a la suerte de la Causa Malvinas; que sigue viva y en movimiento como ya señalamos. Todo un signo de fortaleza y de orgullo para los argentinos.
Desde estas ideas y principios nos ponemos de pie para rendir homenaje a nuestros Ex Combatientes a 40 años de aquella infausta guerra desatada por la más sangrienta de las dictaduras argentinas y culminada por el imperio más viejo y usurpador del planeta, Inglaterra, con la colaboración directa e indirecta de los EE.UU. y la dictadura chilena de Augusto Pinochet.
Nos alienta la convicción de que por el camino de la paz, la participación popular, la cultura, la educación pública, el derecho internacional, la unidad latinoamericana y la memoria colectiva, volveremos, más temprano que tarde, a ejercer nuestra legítima soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.
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Jorge Giles.
Nacido en Corrientes el 14 de abril de 1950.
Preso político durante la última dictadura cívico militar.
Periodista. Escritor. Trabajador de la educación. Guionista del Museo del Bicentenario y del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
Autor de “Los caminos de Germán Abdala”; “Allí va la vida-La masacre de Margarita Belén”; “Siempre fueron libres”; “Mocasines, una memoria peronista”.
Buenos Aires, 1° de abril de 2022.