Carlos Caramello sostiene en esta nota que el posibilismo ha arrasado con la política contemporánea, y afirma que ante el conflicto el gobierno ha adoptado un discurso lavado, lleno de emojis y guiños poco trascendentes, donde se puede incumplir una promesa porque se tapa con otra nueva.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
“En la adversidad conviene,
muchas veces,
tomar un camino atrevido.”
Séneca
¿Se puede o no se puede? El posibilismo ha arrasado con la política contemporánea. Por lo menos, por estos arrabales del Sur del Sur. La excusa de la correlación de fuerzas exime a la dirigencia del ejercicio del poder. Como señala el filósofo coreano Byun-Chul Han, “la falta de alternativa es un analgésico político. El difuso centro resulta paliativo”.
Con esos argumentos -que tan bien permean en una sociedad que hace hasta lo imposible para evitar el conflicto-, nos llevan como ovejas al matadero. Nos convencen (no a todos, pero a muchos) de que “no se puede hacer otra cosa”, lo que, traducido del discurso político a la voz de los muchos, significa “no pienso hacer nada”.
En los mentideros hablan de un gobierno Flota-Flota… Porque “el corcho es muy caro”, dicen. Y algo de eso debe haber porque de aquellos funcionarios que no funcionan, se fueron pocos. Y, en algunos casos, si mirás el reemplazo: mamadera.
Por supuesto que hay un par de gauchos que le están dando pelea a esta realidad -armados con un escarbadientes- mientras que sus propios compañerEs los taclean. Al respecto, el justificativo de los más es que eso “siempre ocurrió en los gabinetes”, sobre todo si son tan variopintos como el actual… cosa que, como cualquier verdad contrafáctica, ha ganado el corazón de aquellos ciudadanos que están dispuestos a creer cualquier sandez que se repita en tres diarios y dos programas de televisión siempre y cuando no los obligue a abandonar su “zona de confort”.
A la vista está -para quien quiera ver, claro- que las incorporaciones, las buenas, las que se han concretado en función de empezar a resolver algunos de los problemas de los que sufren -más allá de la dinámica de una sociedad que le escapa al dolor-, esas designaciones, bueno, no tienen ni el apoyo ni la consideración de sus pares. Preocupados, estos últimos, en que los patrones no se enojen; no sea cosa que piensen que son peronistas.
De aquellas Aguas…
Hubo un tiempo en el que se militaba para cambiar el mundo. Ahora, con cambiar de criterio alcanza para hacer política. “Están más preocupados por su propio futuro que por el Gobierno… lo único que les importa es qué va a pasar con ellos cuando se termine su gestión”, los definió un compañero peronista que integra el Ejecutivo desde el 10 de diciembre de 2019.
Salvo honrosas excepciones (de las que ya hablamos antes para contar la soledad en la que gestionan), nada ha cambiado demasiado. Raro, porque la idea era que todo cambiase para que todo siguiese igual; el gatopardismo no pasa de moda, amigo Lampedusa… Pero se impuso la doctrina de “no hacer olas”.
“Hay que surfear el momento”, explicaba Graciela Fernández Meijide en los tempranos 2000; “haciéndome el boludo”, sintetizaba Felipe Solá a quien, la estrategia, en este caso, no le alcanzó. Pero su doctrina sigue vigente en varios de los más conspicuos integrantes del Frente de Casi Todos.
Comentaristas oficiosos los disculparán, más temprano que tarde, apelando a ese lugar común “no quisieron, no supieron o no pudieron”, tan aplicado al gobierno del Dr. Alfonsín. ¡El Poder está en el Deseo, maestro! Y, tal vez (sólo tal vez), ocurra que ya tienen los “deseos” satisfechos.
… a estos Lodos
Todo puede ser en una sociedad que creyó que Macri iba a trabajar para alcanzar la “pobreza cero”, no iba a “robar” porque es rico y no nos iba a “quitar” nada de lo que habíamos conseguido… Lo importante era y es “evitar el conflicto”.
La “política agónica” que reclamaba Chantal Mouffe, esa que no rehúye a la confrontación -por dolorosa que parezca, o sea en realidad-, esa que construye épica y narrativa, es desplazada por un discurso lavado, lleno de emojis y guiños poco trascendentes, donde se puede incumplir una promesa porque se tapa con otra nueva y así. Todo en presente. Todo en ahora. Con un futuro en el que sólo caben Ellos.
Como si flotara en el humo de la adormidera, una parte sustantiva de la sociedad -que básicamente habita las grandes ciudades-, se desliza hacia el mismo lugar en el que, indefectiblemente, habrán de desbarrancar el resto de los descartables. Sólo que laciamente. Creyendo que no les va a tocar. Narcotizados por un discurso blando, mullido, sin aristas, pero perturbadoramente tóxico.
“Una cuestión de época”, sintetiza alguien en el paroxismo de la procacidad. Hace un ademán como para tomar una decisión pero se congela… Probablemente evalúa alternativas. O analiza consecuencias. O, sencillamente le da paja y lo deja… total, mañana construirá otra promesa más o menos viable, más o menos sedante… más o menos.
Buenos Aires, 14 de diciembre de 2021.
*Licenciado en Letras, escritor y autor junto a Aníbal Fernández de los libros “Zonceras argentinas al sol” y “Zonceras argentinas y otras yerbas”, y “Los profetas del odio”. Su último libro editado es “Zonceras del Cambio, o delicias del medio pelo argentino”.
4 Comments
…no se puede hacer otra cosa…un contenido propio de Jauretche. Felicitaciones a Carlos Caramello
Coincido con todo. Tanto he luchado. Son una sobreviviente. Pero no quiero .morir sumergida en tanta mierda.
Encima no tengo ningún opiacio. Ni rivotril
¿Será que nos toman por «boludos»?
Excelente Carlos, como siempre.