Tras la decisión de Japón de verter al océano el agua irradiada de Fukushima, el líder de “La France Insoumise” aboga por que Francia apoye la creación de un tribunal internacional de justicia climática y medioambiental.
Por Jean-Luc Mélenchon*
(desde Francia, para La Tecl@ Eñe)
Japón ha decidido verter al océano el agua irradiada de Fukushima. Esta decisión nos concierne a todos. No importa dónde nos encontremos, lo que se vierte en el océano global acabará llegando a nosotros, ya sea a través de las corrientes marinas o de la lluvia. El ciclo del agua es un bien común mundial. Esto fue reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 28 de julio de 2010, a propuesta de Bolivia. Entonces, ¿cómo un país puede decidir por sí solo introducir una contaminación en este ciclo?
El 22 de septiembre de 2009, el Presidente de la República de Bolivia propuso a las Naciones Unidas la creación de un tribunal internacional para la justicia climática y medioambiental. Desde entonces, los representantes oficiales de este estado han puesto esta propuesta sobre la mesa en varias ocasiones.
Como respuesta por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, incluida Francia, sólo se ha observado un silencio desdeñoso. Pero cuando el clima esta por alcanzar puntos de no retorno, ¿no es hora de tomar esta propuesta más en serio?
Cinco años después de la entrada en vigor del acuerdo de París sobre el clima, hay un enorme vacío en la acción internacional contra el cambio climático. Nadie, o casi nadie, está cumpliendo sus compromisos: ni los Estados ni, sobre todo, las multinacionales. Estas últimas son las principales responsables de la destrucción de nuestros bienes comunes medioambientales. En su lógica de máximo beneficio para los accionistas, pretenden trasladar todos los costes sociales y ecológicos a las sociedades.
Romper con los tribunales de arbitraje privados
La trayectoria climática de las cuarenta mayores empresas de Francia nos lleva directamente a un aumento de la temperatura de 3,5 grados, mucho más allá de los objetivos del Acuerdo de París. Las consecuencias de su irresponsabilidad ecológica son inmensas. Así, tres bancos franceses generan una huella de carbono mayor que la de toda Francia. A menudo, el recordatorio de la naturaleza global de los problemas medioambientales sirve a los líderes como justificación para su inacción en sus respectivos países. Se equivocan en todo. En Francia, tenemos los medios para actuar aplicando una ecología que rompa con el capitalismo.
La dimensión internacional del cambio climático debe llevarnos a aplicar soluciones basadas en el derecho y en las Naciones Unidas. Por lo tanto, pido a Francia que haga suya la propuesta de Bolivia, que la apoye y busque aliados para hacerla avanzar en las instituciones internacionales. Las multinacionales son responsables de muchas mutilaciones irreversibles de nuestro ecosistema común. Su impunidad debe terminar. El gobierno francés debe romper con su apoyo activo a los acuerdos de libre comercio y a sus tribunales de arbitraje privados. Actualmente son más de 3.000. Proporcionan un medio pseudo legal para que las empresas transnacionales aplasten cualquier intento de los pueblos por imponerles la fuerza de la ley.
Además del tribunal internacional del clima, quiero que Francia cambie su actitud en las negociaciones de la ONU en torno a un tratado que obligue a las multinacionales a respetar los derechos humanos y el medio ambiente. Este debate se abrió en 2014, a propuesta de Ecuador y Sudáfrica. Los gobiernos franceses de François Hollande y Emmanuel Macron se han alineado con la Unión Europea en una estrategia para frenar y luego disminuir las ambiciones del tratado. Los franceses tienen cosas mucho mejores que hacer.
Encontrar aliados en todo el mundo
El país está presente en puntos clave del ecosistema mundial: la selva amazónica, la Antártida, el Ártico y el Mediterráneo. Tiene el segundo territorio marítimo más grande del mundo. Tiene la capacidad de actuar por el alto nivel de cualificación de su gente, el número y la calidad de sus ingenieros y trabajadores, su amplia red diplomática. Francia debe poner su formidable poder al servicio del interés humano general. Se alinea con el interés propio de los franceses. Encontrará aliados en el mundo para llevar el objetivo de la armonía entre los seres humanos y con la naturaleza a nivel global.
El asunto de la vacuna Covid lo demuestra. Muchos países del mundo exigen que se liberen las patentes para que la vacuna pueda distribuirse lo antes posible a toda la humanidad. Dos países, la India y Sudáfrica, han presentado esta solicitud ante la Organización Mundial del Comercio. Desde entonces, se han sumado unos cincuenta estados. Han recibido el apoyo público del Secretario General de la Organización Mundial de la Salud.
Francia podría desempeñar un papel destacado en las coaliciones de defensa de los bienes comunes mundiales: salud, clima, agua, aire, océanos. Pero primero debe romper con su alineamiento sistemático con Estados Unidos y la Comisión Europea. El cambio climático, la erosión de la biodiversidad y las pandemias nos muestran que los seres humanos somos todos iguales. Nuestras condiciones individuales y colectivas de existencia son las mismas en todas las partes del mundo.
Así, formamos un solo pueblo humano. Esto no quiere decir que las naciones deban ser borradas. Son marcos valiosos para la expresión democrática. Sin embargo, hay que crear derecho internacional en todas partes, en el marco de la ONU. Crear derecho significa afirmar nuestra humanidad común, avanzar en la cooperación y hacer retroceder la ley del más fuerte. Francia puede ser la gran nación universalista. No se basa en un grupo étnico o en una religión, sino en principios que pueden compartirse con todos los seres humanos. Puede encabezar una diplomacia de los pueblos: de todo el pueblo humano.
Francia, 16 de abril de 2021.
*Presidente del grupo parlamentario de La France insoumise y candidato a la elección presidencial de 2022