Macri se reunió con el conductor de Show Match para una eventual candidatura a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, reservando la fórmula presidencial a Macri-Vidal. Para el establishment CFK es el verdadero peligro que crece lenta pero firmemente en las encuestas. La carta escondida de Magnetto, el oficialismo y del peronismo racional es Marcelo Tinelli.
Por Hugo Presman*
(para La Tecl@ Eñe)
Hay una notable coincidencia entre el gobierno y un sector de la oposición, el que se conoce como peronismo racional, peronismo perdonable, peronismo sensato, peronismo republicano, peronismo amigable y que también podría denominarse peronismo alvearizado, menemizado, descafeinado o descremado. El gobierno tuvo un plan fundacional que implicaba demoler hasta los cimientos el modelo de sustitución de importaciones, volviendo a la Argentina pre crisis de 1929. Es decir, el país que emergió en el siglo XIX, después de los 60 años de guerra civil que concluyó con el triunfo del SUR en términos de la Guerra de Secesión norteamericana. Como la historia es juguetona e imaginativa, los descendientes de los derrotados sobrevivientes de aquel conflicto prolongado encontraron en la industria de sustitución de importaciones su lugar en la sociedad y una adscripción política que los dignificó que fue el peronismo.
Los dueños del país, políticamente representados por los conservadores, que con su brazo armado interrumpieron el gobierno popular de Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930, inauguraron la primera década infame, pero tuvieron reflejos de autoconservación que no exhiben con la misma intensidad los actuales gobernantes: ante la crisis de 1929, no dudaron en tomar medidas de intervencionismo estatal y proteccionismo, que originaron un daño colateral para su concepción ideológica: el nacimiento y fortalecimiento de la industria nacional, de resultas de las dificultades para importar y el surgimiento de una nueva clase obrera. Los dueños del país, extremadamente dependientes de las exportaciones a Gran Bretaña, terminaron compelidos a firmar un acuerdo escandaloso, ante la amenaza de la primera potencia de entonces de suspender las importaciones provenientes de nuestro país.
El intento de volver aún más atrás, a la Argentina del Centenario, es una reiteración de las intenciones de los golpes de 1955, 1966, y 1976, y con Menem y De la Rúa en democracia. No lo lograron, pero hirieron seriamente a la sociedad más igualitaria de América Latina, llevándola de un 4 % de pobreza y desocupación en 1974, a más de 54 % de pobreza y 21,5 % de desocupación en la crisis del 2001.
Pero en el 2015 fue distinto porque el establishment llegaba por primera vez al gobierno en forma democrática y a la Rosada accedía uno de sus integrantes. De ahí el propósito de terminar definitivamente con un empate entre dos modelos de país, que es la originalidad de la Argentina y a su vez lo que determina un camino sinuoso, contradictorio, de avances intensos y retrocesos profundos.
En los primeros dos años de CAMBIEMOS la denostación del pasado y de la herencia populista junto con las expectativas de un futuro promisorio, ocultaron que se estaba cortando la rama sobre la que se asienta la vida cotidiana de la mayoría de la población. Una justicia subordinada, una protección mediática abrumadora, abonó un camino que mientras ilusionaba con la felicidad en el horizonte avanzaba con la apertura de la economía, la desregulación financiera sin precedentes, el endeudamiento explosivo, la progresiva anulación de derechos, y una actualización de tarifas pensadas exclusivamente en el cuadro de resultados de las concesionarias.
Cuando se cerró el grifo del endeudamiento, que cualquier análisis de los números macroeconómicos aconsejarían, el gobierno utilizó su bala de plata y dejó el gobierno en manos del Fondo Monetario, al punto que si en algún momento el mismo deja de financiar los diferentes déficits, la suerte de CAMBIEMOS está echada. Si esta realidad no puede calificarse de colonia, es imprescindible resignificar el lenguaje. La idea de 16 años de gobierno de la coalición restauradora alentada después del triunfo en las elecciones de medio término del 2017, se alejó en el horizonte y vuelve la posibilidad del regreso del “populismo”, obsesión de las finanzas internacionales, del gobierno norteamericano, del poder económico y sus escribas asalariados, motivo por el que buscan desesperadamente una carta de reemplazo. Si el macrismo con su perrito faldero, el radicalismo, que ha enterrado lo mejor de su pasado y es una sombra de la sombra que ya era en los últimos años, no garantizan la continuidad del proyecto refundacional, hay que encontrar la alternancia en el peronismo descafeinado. El as de espada hasta ahora, la gobernadora María Eugenia Vidal, no superaría el derrumbe del oficialismo.
El macrismo no está aún muerto ni mucho menos, pero en un escenario económico progresivamente muy desfavorable, aplicar el brutal ajuste del Fondo se presenta como la peor solución para ser ganador dentro de un año.
Héctor Magnetto como distribuidor del juego busca alternativas en el peronismo blanco que en última instancia es una variante con matices del macrismo, cercado e intimidado por la futura pesada herencia y las cadenas del FONDO, dos circunstancias disciplinadoras.
Así se despliega la operación que el columnista de Clarín Fernando González, recientemente reincorporado, escribió el sábado 21 de julio bajo el título “El presidente del 2019, llevará la marca del FMI”: “La novedad de la Argentina es que el protagonista fundamental de las elecciones presidenciales del 2019 va a ser el Fondo Monetario Internacional. El próximo presidente conseguirá la victoria con el FMI o contra el FMI” (traduzco: esta última es la alternativa Cristina, que en el idioma del establishment es el peligro Cristina, que crece lenta pero firmemente en las encuestas, más allá de algunas pagadas intencionalmente por el gobierno, que intentan el doble objetivo: consolidar la base propia y recuperar a los desilusionados cuya bronca hacia el oficialismo cede cuando existe la posibilidad del retorno del kirchnerismo). Más adelante escribió: “Ya se sabe que Cristina culpará al FMI de todos los males y lo arrojará a la misma hoguera donde pretende arrastrar al presidente. El dilema lo tendrán los peronistas que buscan un camino alternativo. Massa, Urtubey o el que se anime a dar batalla deberán mostrar algún plan para gobernar un país emergente sin superávit. La economía tiene muchas utopías. Pero hacer populismo sin plata tal vez sea la más inalcanzable”.
En página 20 en Clarín del mismo día, bajo el título “Encuentro en Salta. Randazzo y Urtubey acercaron posturas para una lista sin Cristina”, en el cuerpo de la nota dice: “Hay que armar un espacio sin Cristina… En la conversación se dejó de lado, por ahora, el asunto de las candidaturas y se puso énfasis en la relación de ambos con Sergio Tomás Massa. Los dos están en constante vínculo con el ex diputado nacional de viaje por EE.UU y todos coinciden en que terminarán confluyendo en el mismo espacio sin CFK. Repasaron algunas encuestas donde aseguran que Macri cae pero también Vidal, y Cristina no capitaliza lo que pierde Cambiemos.”
Lo que sucede es que todos los que conforman este contubernio perdieron en sus provincias o distritos (Urtubey, Pichetto, Massa) o hicieron elecciones patéticas como Randazzo. Los votos los tiene Cristina, que a medida que se consolida atrae a quienes fueron adversarios enconados como Hugo Moyano, Felipe Solá, Alberto Fernández, muchos intendentes de la Provincia de Buenos Aires preocupados por su propia subsistencia.
El peronismo perdonable busca seducir a Marcelo Tinelli, al que también intenta acercar Mauricio Macri.
Los primeros, el autodenominado Peronismo Federal y aledaños, tienen estructuras, pero no votos, mientras para enfrentar a Cristina buscan alguien popular que aún no mide. Los buscadores y el buscado tienen una capacidad de daño muy superior a sus posibilidades electorales. Para el peronismo descafeinado, Tinelli parece ser la carta secreta que ha sacado del mazo Héctor Magnetto.
Macri, que se reunió con el conductor de Show Match, busca neutralizar a Tinelli como adversario y reclutarlo eventualmente como carta escondida, para una eventual candidatura a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, reservando la fórmula presidencial a Macri-Vidal.
Clarín reveló el domingo 22 de julio, con la firma de Julio Blanck, el encuentro Macri–Tinelli y sus respectivas cónyuges en Olivos. El lunes, el mismo diario, con la firma de Pablo Ibañez, escribió que “en el peronismo se intuye que el macrismo se arrima a Tinelli para dormirlo”. En realidad, el objetivo es cooptarlo o neutralizarlo.
El martes 24 de julio el diario La Nación informa que “Durán Barba pidió evitar que el conductor televisivo sea candidato de la oposición en 2019”, y agrega “que ya hubo más de un encuentro con Macri. La inquietud explica la puesta en marcha del “operativo contención”. Macri no ignora la peregrinación del conductor por las oficinas de Massa.”
La carta escondida del oficialismo y del peronismo perdonable es entonces Marcelo Tinelli, lo que expone crudamente la política de incorporar advenedizos que pasan sin escalas imprescindibles de la popularidad conseguida en su profesión a ser candidatos a gobernadores o presidentes.
Debe quedar claro que hay una sola oposición verdadera y otra que juega a ser opositora, aunque en los primeros treinta meses, mucho más que opositores han sido cómplices. En todo caso, hay dos conclusiones a tener en cuenta: la primera que como ha revelado la historia del peronismo es que la conducción es la que impone la línea, y luego el verticalismo hace el resto. Es cierto que luego muchos proyectos se traban por los caballos de Troya, pero para ganar las elecciones hay que sumar. Lo que debe unir es un proyecto que no se puede improvisar. La segunda, que si no se asume con 10 puntos básicos consensuados que abran la puerta del futuro, que se respalde en la mejor historia, el triunfo sobre el macrismo será el prólogo de un fracaso. La herencia que se recibirá será la peor de la que se tenga memoria. Subestimarla es pavimentar el camino del fracaso. Los colaboracionistas deberían ser aceptados, pero evitando que ocupen lugares que saboteen un proyecto que para tener éxito deberá romper muchos huevos.
Un gobierno nacional y popular debe alejar cualquier posibilidad de derrota en el ejercicio del gobierno, reconsiderar sus políticas hacia los sectores medios, alejarse de todo sectarismo, y sostenerse en un dialogo constante y permanente con el pueblo. La historia no está escrita, pero no hay espacio para hojas en blanco.
Buenos Aires, 26 de julio de 2018
*Coconductor del programa radial EL TREN, con más de 14 años en el aire. Contador Público recibido en UBA. Fue profesor de Economía Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma Universidad. Es Periodista. Sus trabajos son publicados en diversos medios nacionales e internacionales. Es autor del trabajo de investigación “25 años de ausencia” y participó con trabajos en los libros “Damián Carlos Álvarez Pasión por el libro” e “Insignificancia y autonomía”. Debates a partir de Cornelius Castoriadis.
Además es coautor del libro “Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Emancipación Americana”
2 Comments
Muy buena nota de análisis. Para guardar y cotejar, en el tiempo que viene, con los hechos que se vayan dando. Estoy convencido que desde diciembre de 2015 podía si no verse con claridad intuirse una caracterización del macrismo como ejercicio virreinal, es decir que se trataba de una recolonización dirigida por el capitalismo financiero y ejercida por sus asociados bucaneros: http://gervasioespinosanotas.blogspot.com/2015/12/atilio-boron-y-frank-underwood-un-rey.html
¡Excelente! Creo que es la mejor nota que he leído sobre la actualidad política de nuestroi país…