

La ministra de Seguridad afirmó que el feminismo es la “causa” de los femicidios. Conforme a esta particular teoría criminológica, el reclamo de las mujeres contra su subhumanización inquisitorial, es la “causa” de los femicidios.
Por E. Raúl Zaffaroni*
(para La Tecl@ Eñe)
Escuchamos incoherencias todos los días, mentiras, injurias, calumnias, mensajes de odio, falsedades, que no provienen de cualquier persona, sino de quienes son responsables del gobierno de nuestro Estado, que protagonizan payasadas, un presidente que –ante el mutismo del triunvirato supremo- se jacta de haber metido presa a la presidenta del partido opositor y que canta –por no decir que ladra- canciones de Charly, que tergiversa lo que le dice Trump, porque no lo entiende cuando va a pedir dólares para suicidar la economía, en medio de un caos institucional nunca visto desde que volvimos a gobiernos constitucionales.
Pero, por sobre toda esta amalgama de lesiones a la institucionalidad, a la cultura, a nuestras tradiciones y a nuestro sentimiento nacional, cada día nos sorprende un nuevo despropósito, cuando ya creímos que había estallado el termostato de lo desopilante. El más reciente es el de la ministra que afirma que el feminismo es la “causa” de los femicidios: los hombres matan a las mujeres por culpa del feminismo, que los pone nerviosos. Conforme a esta particular teoría criminológica, el reclamo de las mujeres contra su subhumanización inquisitorial, es la “causa” de los femicidios.
La nueva criminología etiológica que balbucea con su consabida dificultad expresiva nos deja atónitos, pero si pensamos en las últimas consecuencias no expresadas de su discurso, más que atónitos debemos decir que nos deja aterrados, es decir, como la tierra, paralizados de miedo.
Si ya encontró la “causa” de los femicidios, la conclusión no debiera ser otra que suprimir la “causa” para evitarlos, pero esto no lo dice –por lo menos en forma expresa-, aunque se deduce por imperio de la lógica de su particular y curiosa tesis de criminología etiológica.
¿Qué es lo que debiera proponer a partir de esas afirmaciones descabelladas, aunque no lo hace? Siempre que se ha hecho etiología de algún delito y se pretende haber descubierto su “causa”, de eso se extrajo una consecuencia práctica para prevenirlo. La ministra no llega a eso, se limita a enunciar la “causa” de los femicidios, pero no lleva el discurso hasta lo que debiera ser su consecuencia lógica preventiva que –de haber seguido con mínima coherencia- hubiese debido expresar. Si llevamos su discurso hasta su inevitable consecuencia en el campo de la prevención de los femicidios, veremos en su monstruosa dimensión la exorbitancia de sus dichos.
¿Cómo se deben prevenir los femicidios, según la tesis etiológica de la ministra? No parece haber otra forma que hacer que las mujeres vuelvan a su posición subordinada, se olviden de todos los derechos que les corresponden como seres humanos, se ocupen de la cocina, sean buenas reproductoras, criadoras de los niños, para evitar de este modo poner nerviosos a los hombres y que por eso las maten. ¿Acaso no nos damos cuenta de lo calmo que estaban los hombres que volvían del trabajo y leían el diario, mientras la mamá cocinaba y la abuela tejía, conforme a los dibujitos de nuestros lejanos libros de primaria?
Es obvio que esta solución paleolítica no es nueva y si se quiere buscar una fuente de inspiración ideológica al respecto, no es necesario más que recordar que esa era la posición que se asignaba a la mujer en la Alemania nazi.
No obstante, hasta la aberrante ideología racista del nazismo le asignaba a la mujer una dignidad, al exaltarla como custodia de la pureza y fortaleza de la raza aria. Hasta incluso este delirio genocida, si bien subordinaba brutalmente a las mujeres, al menos pretendía legitimar ideológicamente su aberración, destinándolas a una supuesta función vital en su contexto disparatado. Aquí, en nuestra actualidad, conforme a la tesis etiológico-criminal de la ministra, ni siquiera algún análogo elemento ideológico psicopático aparece en el discurso, o sea, que las mujeres debieran subordinarse al patriarcado únicamente para que los hombres no las maten.
Hay demasiadas razones para repudiar este discurso, pero, aunque no sea la más importante, no debe minimizarse otra más general y que debiera reforzar de plano su rechazo por parte de cualquier ciudadano/a o simple habitante de la Nación Argentina, habida cuenta de que proviene de la autoridad de seguridad: ¿Este es el mismo nivel discursivo con que se programa la prevención de todos los delitos en nuestra Nación? ¿De este modo tan particular es como se descubren las “causas” de los delitos y a partir de ellas se toman las medidas para prevenirlos? ¿Esta es la profundidad con que se elabora el cuadro de situación que se debe tomar en cuenta al proyectar cualquier política criminal preventiva? Con total y absoluto respeto a la libertad de conciencia y de religión, permítasenos decir que lo más oportuno sería encomendarnos a Dios.
Jueves, 23 de octubre de 2025.
*Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires. Premio Estocolmo de Criminología.

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