Ximena Pichel y la racialización al servicio del supremacismo.
Por Jorge Elbaum*
(para La Tecl@ Eñe)
La necedad doméstica atribuible al liberalismo republicano asegura que en nuestro país no hay racismo. Los micrófonos del sentido común, por su parte, elaboran justificaciones esmeradas para limpiar los rastros de sangre mientras fundamentan que esa disonancia es un problema de sociedades ajenas. El conglomerado verborrágico de la parsimonia estabilizada, que suele mirarse con autosuficiencia en el espejo embellecedor, se niega a cuestionar, siquiera a dudar, respecto a esos bloques solidificados del sentido común. “De eso no se habla”, susurra aún, desde su serena lucidez, María Luisa Bemberg.
Mientras tanto, una gran cantidad de sobreentendidos de la historiografía eurocéntrica reiteran que el tema del racismo no merece atención prioritaria. Para blindar ese criterio, explican que la racialización es una consecuencia prioritaria de las sociedades que han sido precedidas por experiencias esclavistas generalizadas. Los textos escolares y la perorata de la medianía comunicacional atestiguan, con intencionalidad variopinta, que nuestra realidad argenta es la fructífera consecuencia de la pluralidad y el respeto a la diferencia que dio paso a una combinación armónica. Los voceros de esta llamativa negación señalan que la herencia de los pueblos originarios, el legado africano y los flujos migratorios de los países limítrofes fueron incorporados de forma armoniosa al melting pot doméstico sin que dichos colectivos hayan sobrellevado grandes formas de discriminación. Se mezclaron en paz, corean.
Para darle estabilidad e inmutabilidad a este criterio, suscriben el comodín demográfico recurrente de que los argentinos “bajaron de los barcos”, invisibilizando el incuestionable cromatismo epidérmico criollo, mayoritariamente más cercano a los pueblos originarios que a la pretendida raigambre caucásica. De esa forma se cierra el doble círculo de la racialización estructural: por un lado, garantizando la continuidad del desprecio, y por el otro, privando a las víctimas de su derecho a resistir a la inferiorización. Hemos instituido una falacia que se ha constituido como funcional al supremacismo. A quienes se ha etiquetado y segregado se les ha pedido que no exijan el reconocimiento de esa herida.
El 3 de julio pasado, la modelo argentina Ximena Pichel, residente en la Ciudad de México, estacionó de forma irregular su Mercedes Benz en la calle Alfonso Reyes, situada en la opulenta Colonia Hipódromo, una de las zonas más lujosas de dicha ciudad. En ese momento, un oficial de la Secretaría de Seguridad Ciudadana se dispuso a bloquear la movilidad del auto con un inmovilizador de llantas, conocido en México como “araña”. Cuando el empleado municipal se disponía a cumplir con su tarea, ante la negativa de la modelo argentina de pagar el parquímetro, Pichel recordó los atributos de la tradición pluralista aprehendida en su país de origen. Desde ese adiestramiento racializador se dirigió al empleado municipal con fraseologías del tipo: “Odio a los negros como tú”, “pinche indio” y “naco”, denominación asociable a “ordinario” e “ignorante”. La videograbación del hecho permitió develar, también, antiguas cuitas de Pichel, quien tiempo atrás había agredido a otra trabajadora. En aquella ocasión, incluso, le usurpó el celular de las manos para evitar que quede un testimonio gráfico de su prepotencia.
Pichel no fue sancionada por la infracción de tránsito del 3 de julio, pero se discute la aplicación del artículo 33 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, que prevé la posibilidad de “expulsar del territorio nacional a personas extranjeras”. Por su parte, el artículo 206 del Código Penal de la Ciudad de México, que regula el delito de discriminación, establece, además –como posibilidad– una pena de uno a tres años de prisión. De ser expulsada, muchos compatriotas argentinos la estarán esperando, en los aeropuertos domésticos, para recordarle la actualidad del melting pot.
Julio 12 de 2025.
*Sociólogo, Periodista, Escritor, Dr. en Cs. Económicas.
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