Para el presidente de la República todo aquel que no piensa como él es comunista, y plantea una lucha imaginaria contra el comunismo. Angelina Uzín Olleros sostiene que probablemente hoy sea Alain Badiou el único “comunista” que existe, quien reside en París a sus 88 años.
Por Angelina Uzín Olleros*
(para La Tecl@ Eñe)
“La política es ampliamente el final del miedo”.
Alain Badiou.
Asistimos en Argentina a una lucha imaginaria contra el comunismo, que se sitúa ante una presentación también imaginaria frente al comunismo. Son designados como comunistas una serie de mandatarios, intelectuales, periodistas, que nada tienen que ver con lo que es ese fenómeno. Probablemente hoy sea Alain Badiou el único “comunista” que existe, quien reside en París a sus 88 años; en su filosofía, que él denomina como una “ontología del múltiple puro”, expone la diferencia entre la “hipótesis comunista” y la “Idea de comunismo” a las que adhiere en el presente.
Su obra expone una teoría completa de la estructura de las situaciones[i], la que se construye matemáticamente a partir de la teoría de conjuntos, a la que se agrega una teoría de la metaestructura que Badiou denomina “estado de las situaciones”. Continúa con una teoría del sujeto que plantea que todo sujeto es algo que surge en una estructura, la atraviesa, pero no es un efecto de ella. Su categoría central es la de “acontecimiento”, que es un suplemento que aparece del azar.
Junto a las teorías sobre la estructura y sobre el sujeto, Badiou expone una teoría de la política. La política no es un medio o un instrumento, no es un instrumento de transformaciones que son exteriores a ella, la política es una libertad subjetiva en sí misma. La política es un proceso real que conduce una verdad colectiva, que muestra las posibilidades igualitarias de una situación, la que no debe ser medida por sus resultados sino por su propio proceso. Su tesis es que toda política contiene su verdad en sí misma y la posibilidad subjetiva es infinita.
Para analizar la situación política del siglo XX y las consecuencias que llegan de los siglos XVIII y XIX a la actualidad, Badiou considera que existen tres términos inevitables para tal análisis: las masas populares y sus movimientos, el poder del Estado y los partidos políticos. Denomina movimiento a una acción colectiva que obedece a dos condiciones: la ruptura con la repetición colectiva-social por un lado, y el poder dar un paso más con respecto a la igualdad.
Para él, en el siglo XX existieron tres grandes partidos políticos que agrupa de este modo: el parlamentario, el fascista y el comunista. La idea de revolución de los siglos anteriores fue reemplazada por la idea de partido revolucionario; lo que acontece a fines del siglo XX es la profunda crisis de los partidos políticos.
Ante la desaparición del partido, Badiou propone un alejamiento del Estado y la “invención política” que supone este distanciamiento, invención porque para él no hay política sin acontecimiento. La necesidad de un movimiento colectivo que porta una idea igualitaria excede la de una reivindicación particular o interesada. “El movimiento existe si puede implicar a todos, a todo el mundo, porque representa un avance, un progreso en la idea igualitaria. Cada quien puede encontrar ejemplos de movimientos en este sentido”
Dice al respecto que: “Un acontecimiento político es algo que permite a cada quien mantenerse a distancia del Estado, porque el acontecimiento ha determinado, ha fijado el poder del Estado”[ii]. Dice: “Yo llamo Estado a mucho más que sencillamente el gobierno, o la policía o la justicia. El Estado es todo lo que da poder dentro de la sociedad. En nuestro mundo, por ejemplo, la economía es parte del Estado. Es parte del Estado porque es la organización principal del poder (…) Entonces, el Estado es la sociedad concebida como poder sobre cada uno. Es aquello que siempre dice dónde y cuáles son los lugares. Es lo que indica a la gente, a los grupos, cuáles son sus lugares, y que indica también cómo podemos movernos, cuál es el camino”
En este sentido son parte del Estado las instituciones y los medios de comunicación, las agrupaciones en general, incluidas las organizaciones no gubernamentales, etc. Las actuales democracias basadas en la idea de representación (que también se encuentra en una profunda crisis ya que el ciudadano está ausente en lo representado) han transformado la política en la promesa de resolver los problemas de la gente, que es muy útil en una campaña electoral, pero la política para Badiou es “comprometerse en la cuestión de la libertad y la igualdad”
Después de la caída del muro de Berlín, que alimenta la idea del fracaso del comunismo y el triunfo de la libertad, estamos frente a una democracia de los capitales que administra: “El Estado es el administrador de los flujos de capitales”. Para Badiou, la “hipótesis comunista” que expone Marx en El Manifiesto nunca fue llevada a cabo, nunca se realizó, por esta razón lo que él entiende por comunismo ha quedado como una hipótesis que no se ha cumplido. Afirma que: “Sobre las ruinas del comunismo, sostienen nuestros prosistas, triunfa la democracia. O va a triunfar. Los más triunfalistas hablan del triunfo de un ‘modelo de civilización’. La nuestra. Nada menos. Quien dice ‘civilización’, sobre todo en la figura del triunfo, dice también derecho de los civilizados a las cañoneras, para los que no hubieran comprendido a tiempo de qué lado suenan las bocinas del triunfo.”[iii]
Para Badiou la democracia era la voluntad de un pueblo para elegir un gobierno, vivir en libertad, protestar y ejercer sus derechos. Pero ése no es el sentido auténtico en el presente, los estados democráticos practican la invasión, el bombardeo, el crimen de masas. Hay que inventar un nombre que pueda designar otra cosa que lo que hoy es la democracia. Ese nombre para Badiou es la Idea de comunismo, que debe ser forjada por los intelectuales, trabajadores, militantes sin partido, bajo la orientación de la hipótesis comunista que planteara Marx: la política debe fijarse el propósito de terminar con la dominación.
“La hipótesis comunista establece que es practicable una organización colectiva diferente que elimine la desigualdad en la distribución de la riqueza e incluso la división del trabajo. La apropiación privada de enormes fortunas y su transmisión mediante la herencia desaparecerán. La existencia de un estado coercitivo, separado de la sociedad civil, dejará de presentarse como una necesidad: un largo proceso de reorganización basado en una libre asociación de productores asistirá a su extinción.”[iv]
La Idea de comunismo viene a cumplir con esta hipótesis y en ella Badiou señala tres componentes: un componente político, un componente histórico y un componente subjetivo. Para concluir, transcribo una cita que resume un diagnóstico de la situación actual según el filósofo francés:
“Más que nunca el poder político, como lo muestra la crisis actual con su única consigna ‘salvar los bancos’, no es más que un apoderado del capitalismo. Los revolucionarios están separados y débilmente organizados, una desesperanza nihilista se ha apoderado de grandes sectores de la juventud popular, la gran mayoría de los intelectuales son serviles. Opuestos a todo esto, estamos tan aislados como Marx y sus amigos en la época del retrospectivamente famoso Manifiesto del Partido comunista de 1847 (…) Lo que importa en primer lugar es su existencia y los términos de su formulación. Primeramente, dar una fuerte existencia subjetiva a la hipótesis comunista, esa es la tarea que cumple hoy a su manera nuestra asamblea. Y es, quiero decirlo, una tarea apasionante. Combinando las construcciones del pensamiento, que son siempre globales y universales, y las experimentaciones de fragmentos de verdades, que son locales y singulares, pero universalmente transmisibles, podemos asegurar la existencia de la hipótesis comunista, o mejor dicho de la Idea del comunismo, en las conciencias individuales. Podemos abrir un tercer periodo de existencia de esta Idea. Podemos, y debemos.[v]
Sin embargo, no encontramos “el peligro comunista” en el panorama actual de nuestro país ni de nuestra región; porque como bien sostiene otra formulación del tema en cuestión: el sujeto político ha devenido en subjetividad capitalista. Dar respuesta a eso nos exige abordar las nuevas contradicciones y los nuevos malentendidos de nuestra época. Quién llevará adelante ese esfuerzo es lo que no sabemos aún.
Referencias:
[i] Sartre propone una lectura subjetiva de las estructuras, Lévi Strauss una lectura objetiva de las mismas y Lacan analiza las condiciones en que una política puede separar lo real de lo imaginario. Badiou toma estos tres tópicos para exponer su teoría de la estructura.
[ii] Badiou, Alain. Conferencia sobre “El Movimiento Social y Representación Política”. Pág. 31. Buenos Aires. 24 y 25 de abril de 2000. Pág. 27.
[iii] Badiou, Alain. De un desastre oscuro. Sobre el fin de la verdad de Estado. Pág. 33.
[iv] Badiou, Alain. De quoi Sarkozy est-il le nom? Circonstances 4. Pág. 134.
[v] Badiou, Alain. L’Hypothèse communiste. Circonstances 5. Pág.29.
Paraná, 25 de abril de 2025.
*Coordinadora Académica de la Maestría en Género y derechos. UNGS-UADER.