Rocco Carbone reflexiona sobre la emergencia del fascismo que en la Argentina se da a través de La Libertad Avanza, cuyo líder es Javier Milei. Carbone afirma que cuando se expande el discurso y el sentido común del fascismo, la democracia se encoge. La resistencia popular es una idea que puede tomar cuerpo en un frente social y político amplio que intente detener el fascismo antes de que se adueñe del Estado y ocupe el poder.
Por Rocco Carbone*
(para La Tecl@ Eñe)
Existe un libro famoso con un título sencillo y memorable. Es Qué hacer.Tan fundamental como el Qué hacer es qué saber. Es necesario saber que empezaron a demoler la casa en la que vivimos con nosotrxs adentro. El domingo 13 se ha cuantificado el peligro, pero ya sabíamos de su existencia. Y ese peligro debe ser nombrado como tal, sin encubrimientos, para imaginar qué hacer frente a él. Es el peligro del fascismo.
El fascismo, en el siglo XX, fue un hecho y un morbo intelectual, moral y político. Fue una expresión de clases y de sentimiento. El fascismo emergió en un momento de depresión, de catástrofe y en un instante de doble decepción: frente al liberalismo racional y al marxismo. ¿De dónde emergía la catástrofe? De la Primera Guerra Mundial que estalló de manera sorpresiva. Fue una sacudida imprevista y conmovió el cuadro de orden, la razonabilidad, la “tranquilidad” que la civilización occidental venía cultivando desde siglo XIX. Se combatió en toda la superficie europea, involucró a los pueblos de los países beligerantes, y se refractó también sobre la vida de los pueblos de los países neutrales. Esa catástrofe provocó miedo en el ser humano, por la falta de protección y por la situación de aislamiento en medio de los peligros de la vida. Y cuando el ser humano atraviesa un período denso de incertidumbre, se vuelve a sentir fuerte y seguro si entra a formar parte de un gran ejército o de las masas o de un movimiento mesiánico. Se trata de la seducción fascinante de la fuerza. Luego de la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, ¿qué hizo el asombro? Empujó a las masas a una impaciencia creciente y al desprecio de la racionalidad, del compromiso, de cierta idea de progreso. En ese contexto de catástrofe, de incomodidad, de crisis emergió ese movimiento audaz, carente de un sistema positivo de ideas, pero capaz de atraer y fascinar a las masas: el fascismo.
Milei aparece en un contexto similar. La catástrofe de la pandemia es la primera dimensión de una gran crisis cognitiva. Es comparable con la Primera Guerra Mundial. Porque ambas se dieron de manera sorpresiva, pero también porque tanto la guerra como la pandemia conmovieron el cuadro de orden, la razonabilidad, la “previsibilidad” de la existencia. Con la pandemia se rompió un orden cognitivo sobre el que no nos hemos detenido oportunamente. Y ese orden cognitivo está siendo afectado por una guerra que tiene latencia mundial y por el “cambio climático”. Esta es una oración torpe que de decir algo nombra la precarización de la existencia de cada ser viviente (humano, animal y natural). La segunda dimensión de la conmoción general que nos atraviesa es la crisis tanto del peronismo como del neoliberalismo mafioso. De hecho, en las elecciones del domingo 13, Unión por la Patria sacó 20 puntos menos respecto de lo que sacó el Frente de Todxs en 2019; y Juntos por el Cambio sacó casi 4 puntos menos respecto de Macri. Esto habla de una inestabilidad política y existencial. De esa inestabilidad se alimenta el fascismo de Milei. Y cuando el ser humano tiene miedo, cuando atraviesa una situación de incertidumbre prolongada y global, cuando los paradigmas a los que está acostumbrado se desestructuran, se vuelve a sentir fuerte, seguro, si entra a formar parte de un ámbito que promete fortaleza y salvación. Se trata de la seducción fascinante de la fuerza y de la promesa de la promesa. Creo que de todo esto, en distintos lugares del mundo, volvió a emerger una fuerza que tomó consistencia ideológica: el fascismo, que entre nosotrxs se llama Libertad Avanza.
El caos favorece al fascismo y a la derecha ultra cuando logran convertirlo en orden. Cuando se expande la idea y el discurso y el sentido común del fascismo, la democracia se encoge. En la Argentina late de nuevo el impulso de matar, y se verifica bajo la forma de la aniquilación (de Facundo Molares), la desaparición (ampliamente expandida en Jujuy), la proscripción (de la vicepresidenta Cristina Fernández). Se verifica también bajo la forma de la amenaza. La derecha ultra y el fascismo se jactan de esto: de sus amenazas, de las intimidaciones, del miedo, de los dolores que provocan en el presente y de las promesas de dolores futuros. Lo escuchamos el domingo a la noche en los búnkeres. “Un cambio que deje atrás para siempre la decadencia” (Bullrich). “Hay que saltar, hay que saltar, el kirchnerismo no existe más” (respuesta del público). “Hemos logrado construir esta alternativa que dará fin al kirchnerismo. Estamos frente al fin de la casta, basada en esa atrocidad que dice que donde hay una necesidad hay un derecho y cuya máxima expresión es la justicia social” (Milei). Macri puso en contacto estos modos de la inmoralidad. De hecho, llamó a sumar los esfuerzos de Bullrich y Milei. Una vez más verificamos que Milei es Macri. “Una vez más” porque a fines del 2021 Milei había dicho que de tener que elegir entre el Estado y la mafia, se quedaría con la mafia, porque -según él- tiene códigos, cumple, no miente y porque la mafia compite.
El campo nacional y popular puede rechazar el misticismo reaccionario de la derecha que se amasa con odio, puede rechazar las formas del poder mafioso, puede rechazar los modos violentos de Milei que se empalman con modos empáticos, puede rechazar su culto de la fuerza (desde su símbolo zoológico que es el león) que se anuda con profecías huecas. El campo nacional y popular puede extirpar todas estas cosas de su vida interior y de la vida política nacional también. Es posible preparar la resistencia del campo propio, más allá de los logros y los resultados. La resistencia popular es una idea y puede tomar cuerpo en un frente social y político amplio. Ahora es cuando: éste es el momento, antes de que el fascismo inerve el Estado y el poder. Un frente de confluencia de las grandes fuerzas democráticas, de tradición de izquierda y peronista. Esa fuerza -la resistencia- debe empeñarse en abrir profundos interrogantes sobre qué quiere decir democracia a 40 años de la dictadura y el genocidio; sobre qué tipo de democracia, qué tipo de Estado, qué tipo de intervención estatal son necesarios en la Argentina. La emergencia del fascismo aberrante debe ser detenida. Tal vez no será inmediato, tal vez lleve tiempo, y sin embargo deberemos insistir sobre ese qué saber para saber qué hacer.
Este texto contiene lenguaje inclusivo por decisión del autor.
Buenos Aires, 14 de agosto de 2023.
*CONICET.
3 Comments
.uy buen análisis
Una nota excelente y para reflexionar tambien militar, militarvy mas militar…
Excelente análisis pero como se lo pasamos a gente iletrada