El padre de la ciencia económica moderna Adam Smith, nunca tuvo en cuenta que era una mujer, Margaret Douglas, la que preparaba su cena todos los días. Otra mujer, Epifanía Uveda, “Fanny”, fue quien se ocupó de la atención diaria de Jorge Luis Borges. En esta nota Angelina Uzín Olleros recupera la historia de Fanny, esa mujer olvidada que se contentaba con haber sido la mucama de una personalidad tan importante, como si ese hecho hubiese borrado cualquier pretensión de justicia o de reconocimiento de su persona como sujeto de derechos.
Por Angelina Uzín Olleros*
Especial para La Tecl@ Eñe
En su libro ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Una historia de las mujeres y la economía (Debate 2019), su autora Katrine Marçal despliega la tesis sobre la necesidad de constituir un nuevo campo disciplinar como es el de la Economía Feminista. Según ella “Adam Smith nos contó el cuento de por qué el libre mercado era la mejor manera de crear una economía eficaz… su razonamiento era el siguiente: eliminemos los aranceles y las regulaciones, ya que cuando permitamos al mercado funcionar libremente la economía marchará sobre ruedas, con el interés propio como combustible inagotable…La economía moderna se construyó sobre el pedestal del interés propio, que todos debíamos idolatrar.” (Pp.21)
Los ejemplos ofrecidos por Smith (1723-1790) estaban relacionados con actividades económicas cotidianas, cómo funcionaba un emprendimiento tal como es el de una carnicería, una panadería, una cervecería, diríamos el clásico negocio de barrio. Su fuente de inspiración había sido la física newtoniana, matriz de toda ciencia “nueva” dado que nadie dudaba de su verosimilitud y densidad epistemológica. La naciente ciencia económica estudiaría el comportamiento de los individuos independientes como la física estudiaba los átomos indivisibles.
Esta analogía entre un individuo en la sociedad y el átomo que materializaba las leyes del universo, fue la base en la que su teoría económica se afianzaba en propuestas acerca de la relación entre individuos y mercado en una lógica racional y predecible. La pregunta es sobre qué pensaba Smith cuando tenía su cena sobre la mesa, seguramente para él se debía al interés individual del carnicero de hacer prosperar su negocio. Adam Smith nunca tuvo en cuenta que era una mujer, Margaret Douglas, la que preparaba su cena y la servía siempre a la misma hora.
“El padre de la ciencia económica vivió la mayor parte de su vida con su madre, que se encargaba de la casa mientras su primo gestionaba sus finanzas. Cuando Smith se mudó a Edimburgo, su madre se mudó a vivir con él. Toda su vida ella se dedicó a cuidar de su hijo…” (Pp. 27) Esa es la parte que él pasó por alto, en su enfoque económico, no aparecen las esposas de los carniceros, los panaderos y los cerveceros que se dedicaban a atender las tareas domésticas, de crianza de los niños y niñas; madres, hermanas, mujeres que cocinaban, lavaban la ropa, limpiaban y… servían la cena.
Otro personaje célebre, Jorge Luis Borges (1899-1986) también tuvo una relación muy especial con su madre Leonor Acevedo, pero quien le servía su cena, se ocupaba de su ropa, de guardar el dinero que traía luego de cada conferencia, fue su mucama: Epifanía Uveda de Robledo, quien durante casi cuarenta años estuvo en la casa de los Borges ocupándose de todas las tareas que demandaba estar al servicio de la familia, desde las cuestiones más trascendentes hasta las más insignificantes. Alejandro Vaccaro, especialista en la obra borgeana, publicó su libro El señor Borges (Edhasa 2004) que reproduce una extensa entrevista a Epifanía Uveda, “Fanny” la fiel servidora del escritor.
“Epifanía Uveda nació el 7 de abril de 1922 en Colonia Romero, un pequeño paraje en las afueras de la ciudad de General Paz, en la provincia de Corrientes. Su madre la dio a los pocos días de nacer y la recogió la familia Soto.” (Pp.18). Su lengua materna fue el guaraní, no conoció a su familia de sangre, siendo una niña comenzó a aprender las labores domésticas y comenzó a trabajar de mucama a los catorce años. Se trasladó a Buenos Aires a los veintitrés, conoció a Robledo, el padre de su hija Stella, pero ambas quedaron solas cuando él falleció.
Llegó por recomendación a la casa de los Borges; la primera exigencia de doña Leonor fue que se cortara las trenzas para que no perdiera tiempo en peinarse. “Desde el albor de los años cincuenta su vida transcurrió en un departamento de setenta metros cuadrados, ubicado en el centro de Buenos Aires, compartiendo los avatares de dos seres particulares: Jorge Luis Borges y su madre… con la muerte de Borges, Fanny quedó en la calle, sin dinero y sin más que un puñado de amigos…” (Pp. 21)
El libro de Vaccaro abunda en anécdotas que denotan al menos dos cuestiones: su admiración por Borges y el noble corazón de Epifanía, que se contentaba con haber sido la mucama de una personalidad tan importante, como si eso hubiese borrado cualquier pretensión de justicia o de reconocimiento de su persona como sujeto de derechos. Ella, cuando su patrón falleció, vivió en una casa humilde que albergaba la Sede Central de la Agrupación de Boca Juniors, ahí quedó un busto de Borges que él les regaló a ella y su hija y que, a pesar de sus apremios económicos, nunca quisieron vender.
En el mes de mayo de 2004 el Senado de la Nación iba a homenajear a Epifanía Uveda de Robledo por las memorias de su vida junto a Borges, pero fue suspendido. María Kodama intercedió ante la Comisión de Cultura del Senado para que el acto no se llevara a cabo; quien fuera vicepresidente de la Nación, Daniel Scioli, iba a entregarle una distinción por su labor de más de treinta años junto a Borges. En el acto iban a estar presentes Antonio Carrizo, Pacho O’ Donnell, Roberto Alifano y Alejandro Vaccaro. Una deuda más a los años que ella consagró al cuidado y atención a Borges; Kodama le había iniciado una demanda en 2003 por calumnias pero la Cámara Federal absolvió a “Fanny”; siempre se culpa al mayordomo… aquí la denuncia fue para esa “fiel servidora” que se conformaba dignamente con haber servido la cena al señor Borges.
Paraná, 29 de abril de 2023.
*La autora es Dra. Ciencias Sociales y Coordinadora Académica Maestría en Género y Derechos/UNGS/UADER.