El capítulo número 9 del folletín “LA CARRIÓ – Retrato de una Oportunista”, es parte de una serie de cuatro episodios que llevan el mismo título, «Te Amo, Te Odio… Dame Más», dedicados a la relación de Elisa Carrió y Mauricio Macri, vínculo que quizá sea el mayor objeto de los comportamientos tóxicos de Carrió.
Por Carlos Caramello*
(para La Tecl@ Eñe)
“Es muy difícil mantener una relación
basada exclusivamente en la desconfianza”.
Pierce Brosnan
Las relaciones amor/odio parecerían ser algo así como la marca en orillo de Elisa María Avelina Carrió. Y su propensión a pasar de la pasión casi obsesiva al más absoluto olvido (tanto con las personas como con las cosas), una falla de origen con la que debe lidiar casi todo aquel que se le acerque.
Pero Mauricio Macri ha sido, es y será el mayor objeto de esos comportamientos tóxicos. Acaso porque él representa todo lo que Lilita odia y, a su vez, desea: rico desde la cuna mientras ella pasó muchos años de sube y baja económico; rubio por naturaleza cuando ella se ha visto obligada a una vez por semana de peluquería como mínimo -incluso en los años en los que decidió posar de abandonada y desprolija-; alguien que goza de la independencia que detentan los patrones en tanto ella nunca se podrá librar de las obligaciones de los empleados y, encima, ese liderazgo natural, casi displicente, ese encanto, ese savoir faire que hipnotiza a aquellos a los que la chaqueña ha elegido como motivo de sus artes de seducción pero con los que todo le cuesta mucho más que a Mauricio.
Pero, sobre todo, algo que Carrió detesta; que la subleva hasta límites cuasi irracionales (bueno, en este caso no parecería demasiado complicado llegar a ese nivel) que es la falta de inteligencia, condición de la cual Macri no sólo hace gala sino que, además, abusa.
Apelemos una vez más a la retrospectiva y ubiquémonos en los primeros días de diciembre de 2003. Eduardo Moliné O´Connor era apartado de la Corte Suprema de la Nación mediante un juicio político que se le había realizado por mal desempeño de sus funciones. Entre los 9 cargos que se le hacían figuraba el “caso Macri” según el cual el cuerpo legislativo había comprobado que 13 mil vehículos fueron “contrabandeados” en la Aduana de Gualeguaychú y esos automóviles fueron a poder de la empresa Sevel.
Tal fue el escándalo entonces que los legisladores se vieron obligados a aclarar que el investigado era “Franco, padre del (por entonces) candidato a jefe de gobierno porteño”. Esta aclaración se hizo, según el tribunal de enjuiciamiento, “para que no se creyera que en esta investigación había connotaciones políticas”.
Los medios, no obstante, no pudieron evitar consultar a Elisa Carrió, quien desde su consagración en la Convención Nacional Constituyente se había transformado en una suerte de “fiscal de la República”, sobre el caso.
«La Argentina sabe quiénes son los Macri, sabe qué hicieron con Correo, sabe qué hicieron en este caso… sabe qué hicieron con las cloacas… Digo, si la gente quiere votar a alguien que formó parte del saqueo, también se hará responsable. No creo que esto aumente más de lo que la conciencia de todo el mundo sabe. El problema es si uno se hace cómplice de esa verdad, o no; pero esto… es parte del electorado», sentenciaba una Carrió desgreñada, que había ganado peso y no sólo políticamente.
El periodista insistía sobre que, días antes, los había acusado de contrabandistas y, en su salsa, ella respondía: “Absolutamente, absolutamente. Para evadir impuestos, para no pagar impuestos, para no pagar ganancias, para no pagar IVA, inventaron una sociedad fantasma a partir de la cual había importación individual y esto era todo el grupo Sevel, digo… Esto es así, la verdad no puede ser cambiada. Después obtuvieron garantía de impunidad por distintos tribunales de justicia como es el caso de Meyer con María Julia Alsogaray, porque la Corte funcionaba como garante de impunidad y no como tribunal de Justicia. Pero está cambiando, yo creo que… en esto… yo felicito al Doctor Kirchner generosamente, porque le ha cambiado la voluntad a muchos mercenarios”.
Eran los días en los que Néstor ascendía como un bólido en el firmamento estelar de la política y Carrió, como Bullrich, como tantas y tantos otros, querían colar en esa acumulación de poder y prestigio. Lilita, además, con su trillado deseo de ser la Rasputín del Poder.
Macri perdió las elecciones a Jefe de Gobierno de la Ciudad y Elisa admitió que el mejor candidato había sido Aníbal Ibarra, triunfante en el lance. “Que haya sido derrotado Macri… La verdad que era como un parto. Yo no sabía cómo iba a explicarles a mis hijos que empresarios ligados al robo del país pudieran ganar”, concluyó la entonces diputada por el Chaco que ya opinaba sobre cuestiones de CABA.
Demos un salto mortal en el túnel del tiempo y caigamos en 2007. Consolidada en el imaginario urbano como líder anti corrupción (las trampas que pueden hacer los medios de comunicación son infinitas) Lilita está lanzada a un armado que se parece bastante al rejunte. Goza de un prestigio desmedido y cree que puede conducir a todo el arco opositor. Pero sabe que su fuerte son las declaraciones rimbombantes. Entonces aclara: “La sociedad me puede pedir que nos juntemos. Lo que no me puede pedir es que nos juntemos con corruptos”, y explica “No es lo mismo Carrió que Macri. No pidan un rejuntado para un picadito de fútbol en la esquina. Macri no puede hablar en tercera persona de los barrabravas. Los barrabravas acompañan a los grandes políticos y lo dice el presidente del club de fútbol mayor de la Argentina”.
Mandaba, además, un mensaje para Ricardo López Murphy, con quien quería aliarse porque ya desde entonces deseaba íntimamente darle una señal contundente a la derecha vernácula, pero excluyendo al candidato a Jefe de Gobierno de la ciudad del acuerdo, condición que, al parecer, imponía “El Bulldog”: “Está claro que queremos una amplia Coalición Cívica que incluya a muchos sectores, pero que tenga una imposibilidad moral con Macri… no hay ni una posibilidad de negociar con él«
En la volteada también incluía a Roberto Lavagna a quién acusaría, tiempo más tarde, de ser la representación física de un acuerdo entre Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín para que ella no pudiese ganarle a Cristina Kirchner. Y así fue. Perdió. Por una cifra significativa. 45.29% (8. 652.293) contra 23.04% (4.403.642). La conductora del peronismo prácticamente la duplicó en votos y, además, obtuvo el porcentaje suficiente como para evitar la segunda vuelta.
Sin embargo Carrió salió -según ella- fortalecida por el segundo puesto. Gané en Capital… gané en todas las grandes ciudades”, explica en “Vida”, su último libro, un largo y confortable reportaje realizado por el periodista Ignacio Zuleta. Esa afirmación, en realidad es y no es verdad: porque si bien es cierto que ella alcanzó algo así como el 38% de las voluntades del electorado porteño, la dupla que la representaba, Jorge Telermann-Enrique Olivera, apenas rasguñó el 20%. Esa elección, además, ingresó a Mauricio Macri definitivamente en la política competitiva y estableció un muro de contención para las aspiraciones de Lilita.
Las vueltas de la vida llevaron al líder del PRO a depender de la decisión de Carrió en 2010. Cuando la Cámara federal confirmó el procesamiento de Macri por las escuchas ilegales y Elisa ratificó el fallo. “Está bien fundado”, dijo. Y agregó: “El hecho de que nosotros cuestionemos a Oyarbide no quiere decir que los hechos que se le imputan a Macri no sean ciertos. Las escuchas existieron. Macri designó a quien designó y lo hizo sabiendo que Palacios era un delincuente y esos hechos son graves. Muy complicado en el caso AMIA. Montenegro y Macri deciden designar a este hombre, el Fino Palacios, absolutamente cuestionado, para crear la nueva policía, con lo cual iban a crear la peor policía. Lo que hace el Fino Palacios es traer gente de la Policía Federal y ponerla en distintos cargos. Esto se hace con el conocimiento de Montenegro y el conocimiento de Macri. Y empiezan las escuchas, incluso contra docentes, terrible. Acá Narodowski no tiene nada que ver, tienen que ver Montenegro y Macri.”
En este sentido, era relevante el impulso que le daba Carrió a una comisión parlamentaria para investigar el tema y el jefe de gobierno porteño enloqueció. “Le pido a la doctora Carrió que sea coherente. Ella dijo en su momento que el dictamen y lo que había dicho el juez Oyarbide era una farsa”, llorisqueó Macri. Pero Lilita, como es su costumbre (y sobre todo en esta relación) aflojó el hilo antes de que el barrilete coleara: “Se apresuró. Nadie quiere lapidar al jefe de Gobierno sino que al contrario”, explicó y agregó que dicha comisión serviría para “determinar una responsabilidad política” aunque aclaró que nadie creía entonces que eso habilitara “una destitución”. Por supuesto que a poco de asumir como presidente de la Nación fue sobreseído en esta causa que había durado más de cinco años… y en tantas otras más: “Leyes hay, lo que falta es Justicia”, sintetizaría el escritor Ernesto Mallo.
Las elecciones de 2011 volvieron a encontrarlos en veredas opuestas. Macri no se presentó a las presidenciales como había amagado y Lilita entró última y pidiendo “la hora, referí”. El Frente para la Victoria con Cristina como candidata obtuvo el 54.11 por ciento de los votos. La Coalición Cívica – ARI de Carrió, el 1.8. Pero algo quedó claro: el PRO se consolidaba como fuerza política en el sector que votaba centro derecha.
Eso, seguramente, provocó un nuevo ataque de ira de la chaqueña que esperó en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de su enemigo. Con la sangre en el ojo y el cuchillo abajo del poncho, Carrió lo bardeó a Mauricio en agosto de 2012, en ocasión de una discusión administrativa entre los gobiernos Nacional y de la Ciudad por el tema de subterráneos. Perdió CABA, tuvo que pagar y Lilita aprovechó para mandarlo bajo las ruedas de un Scania con acoplado: “La actitud de Macri con el subte fue de cuarta”, sentenció Carrió. “Cuando sos gobernante tenés que hacerte cargo, más allá de que tengas razón en tu planteo”, y lo terminó de atender con su ya mítica frase: “Está claro que Mauricio Macri tiene una incompetencia feroz. Alguien le tiene que decir: ‘You are stupid’”.
En ese tono fueron a las elecciones parlamentarias de 2013 pero, bicha, Elisa había olfateado un cambio en el electorado independiente y si bien jugó fuerte con su alianza UNEN, consagrando a Pino Solanas como senador por la minoría y ella misma junto a Martín Lousteau y Alcira Argumedo (esta última por Proyecto Sur), algunos meses después de los comicios declaraba “Yo no votaría a Macri, pero el pueblo tiene derecho a elegirlo en un arco de partidos”.
Así, probablemente, haya comenzado el camino de la reconversión (¿reconversión?) de Elisa María Avelina Carrió que acaso haya evaluado que, para seguir en le metier, iba a tener que desplazar un poco hacia la derecha la “imposibilidad moral” que se había autoimpuesto respecto de Mauricio Macri… al fin y al cabo, apenas si le había dicho “estúpido”.
Buenos Aires, 8 de octubre de 2022.
*Licenciado en Letras, escritor y periodista.
1 Comment
Impresionante veracidad