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Dime a quién admiras – Por Hugo Presman

En la ideología neoliberal el Choclo no es un tango sino una ejemplificación de la distribución del ingreso, que mezcla a Ayn Rand, la escritora admirada por el conservadurismo y el Tea Party, con Mauricio Macri: el maíz para los de arriba, el marlo para los de abajo.

En la ideología neoliberal el Choclo no es un tango sino una ejemplificación de la distribución del ingreso, que mezcla a Ayn Rand, la escritora admirada por el conservadurismo y el Tea Party, con Mauricio Macri: el maíz para los de arriba, el marlo para los de abajo.

 Por Hugo Presman*

(para La Tecl@ Eñe)

 

En ese notable tango que es EL CHOCLO, dice su letra: “Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera/ Y en un perno mezcló París con Puente Alsina”. Lo que sigue más que un tango es una milonga y se mezcla San Petersburgo, Nueva York y Buenos Aires.

Rusia vivía el agotamiento del régimen zarista y una mujer veía cómo la Revolución Bolchevique expropiaba la farmacia de su padre. Eso la convertiría con el correr de los años, ya exiliada en Nueva York, en una fundamentalista del capitalismo exaltando como grandes virtudes el individualismo y el egoísmo, denostando al altruismo, todo ello elevado al nivel de fe religiosa.

En un país del extremo sur del continente americano, un joven de 20 años, mientras estudiaba ingeniería, se convertía en el delfín de su padre, dueño de un grupo económico que durante los años de plomo de su país incrementó por más de un 600% el número de sus empresas. El heredero no era bien considerado por su padre quien solía menoscabarlo en público. Ese sería el origen, varias décadas más tarde, de un alejamiento del hijo de la dirección de las empresas aunque conservando su porcentaje accionario en las mismas. En el período que llegó a ser presidente de diferentes complejos empresariales familiares, contrabandeó, coimeó, actuó de corruptor, evadió impuestos, se benefició con la estatización de las deudas que contrajo, e integró numerosísimas empresas off-shore radicadas en guaridas fiscales. En todo este período que se extiende hasta mediados de los noventa, el joven empresario carecía de todo interés por la política y el mismo confiesa que leía los diarios sólo por el fútbol y las historietas. Por entonces admiraba al intendente de la dictadura establishment-militar de la Ciudad de Buenos Aires, el brigadier Osvaldo Cacciatore.  

La exiliada rusa publicó dos novelas que se convirtieron en una especie de Biblia de los republicanos norteamericanos y de los conservadores británicos y mucho más adelante de los dinosaurios del Tea Party.

La primera se llamó  “El manantial”, publicada en 1943 y la segunda “El desafío de Atlas” en 1957.

El joven empresario que estudió en un importante colegio privado y luego en una universidad privada, para ser coherente fue privado de una cultura general, pese a los diferentes y denodados esfuerzos de su muy difícil padre  y eso se tradujo en la precariedad de su capacidad expositiva.

“El manantial” cuenta la historia de un arquitecto visionario e innovador, Howard Roark, que prefiere que dinamiten sus edificios antes que poner en duda la perfección de sus proyectos;  como no puede ser de otra manera, considera a todas las personas que lo rodean como mediocres y otras son burócratas que sirven a un supuesto bien común empresarial que se benefician del trabajo y el talento de otros; al final termina procesado.

En una entrevista televisiva con el periodista Gerardo Rozin, el empresario argentino le cuenta que el libro “El Manantial” es uno de los tres libros más importantes de su vida, y que el alegato del arquitecto cuando fue procesado, lo conmovió profundamente.

En  el último libro de la periodista y diputada Gabriela Cerruti, “Big Macri Del cambio al FMI”, la autora escribió:” Mauricio Macri es Howard Roark. No es un secreto, claro, pero nadie le presta suficiente atención cuando señala una y otra vez que El Manantial es el libro que cambió su vida. El que releyó una y otra vez.  El que le regaló a Juliana Awada para decirle que estaba enamorado. El mismo que le sugirió leer a cada uno de sus ministros cuando se sumaron al gabinete. Un rito de iniciación. La vicepresidenta Gabriela Michetti puede decir que lo supo antes que nadie: ya se lo había regalado cuando pidió que lo acompañara como vice jefa de gobierno. No leyó muchos más libros en su vida: le aburren la literatura y la historia, pero las obras de Ayn Rand, El Manantial, primero, y La rebelión de Atlas después, son la biblia de su religión. Su héroe es-dice- Roark. El arquitecto individualista, envidioso, que no negocia ni un milímetro sus creencias y sus ideas, que fue capaz de destruir un edificio con sus obreros adentro porque no iba a ceder a las críticas ni a las perspectivas de otros sobre lo que él tenía que hacer o decir. El que cree que el altruismo destruyó a la humanidad y que el egoísmo es la fuerza que la salvará. El que divide la sociedad entre creadores y parásitos, y cree que la hidalguía es un invento para debilitar la fuerza de los buenos”        

El joven empresario argentino accedió a la presidencia del club más popular de la Argentina con su economía saneada. Durante los primeros años compró jugadores y cambió directores técnicos guiado por encuestas, sin poder obtener campeonatos mientras que River, su rival más importante, los acumulaba a raudales.

Alisa Zinov’yevna Rosenbaum, la rusa nacida en San Petersburgo el 2 de febrero de 1905, murió  en Nueva York el 6 de febrero de 1982 y adquirió notoriedad como Ayn Rand, siendo creadora de una corriente filosófica conocida como “objetivismo”.      

El empresario argentino finalmente encontró en Carlos Bianchi a su salvador. Curiosamente se lo recomendó el presidente de la AFA Julio Grondona, que no lo quería como director técnico de la selección.  El hijo de Franco prefería a Daniel Passarella,  y en un imprevisto del que está llena la historia, la aceptación de la sugerencia del mandamás del fútbol argentino le permitió hallar un gestor que llenó de títulos la vitrina boquense, al punto que se llegó a decir que tenía “el celular de Dios”.

Ya entonces demostró su concepción ideológica cuando fue reelegido, modificando los estatutos, eliminando la representación de las minorías y determinando como requisito tener un  patrimonio importante para poder ser directivo.

 

La temática que Ayn Rand desarrolla en la “La rebelión de Atlas”, según Wikipedia, es la siguiente: “Divide a la sociedad estadounidense en dos clases: la de los «saqueadores» y la de los «no saqueadores». Los «saqueadores» están representados por la clase política (místicos del músculo) y los cultos religiosos (místicos del espíritu) que piensan que toda actividad económica debe estar regulada y sometida a una fuerte imposición fiscal. Los «no saqueadores» son hombres emprendedores, los capitanes de empresa y los intelectuales que piensan que la solución está justamente en todo lo contrario. Entre ellos, y más en concreto, de los patronos, surge un movimiento de protesta que se concreta en un lock out acompañado de sabotajes y desapariciones misteriosas de empresarios y emprendedores.

El líder de este movimiento es un misterioso personaje llamado John Galt, a la vez un filósofo y científico. Galt, desde su escondite en las Montañas Rocosas, da órdenes, sugiere iniciativas y mueve todos los hilos. Junto con él, se refugian los principales empresarios e intelectuales del país. Durante el tiempo que dura el lock out y la desaparición de los empresarios, el sistema estadounidense se va hundiendo bajo el peso del cada vez más opresivo intervencionismo estatal. La novela termina cuando los empresarios deciden abandonar su escondite y marchan a los centros de decisión económicos, encabezados por el dólar, símbolo que Galt ha elegido como estandarte de su particular rebelión.”

Un economista que benévolamente se puede caracterizar de pintoresco como el ultraliberal Javier Milei, abonado a  distintos programas de televisión y radio, recomienda también este libro. Es el mismo que propone terminar con el Banco Central  y encuentra como los grandes enemigos del sistema a los políticos y al Estado, al tiempo que elogia como contrapartida a los empresarios. La identificación de Javier Milei con la ideología del libro surge a la vista.

El periodista Diego Rubinzal escribió en Página 12: “En la campaña electoral del 2007, el entonces jefe de gobierno manifestó que estaba leyendo tres libros de Rand: “La virtud del egoísmo”, “El Manantial” y “La Rebelión de Atlas”. En un reportaje publicado en La Nación, le pidieron a Juliana Awada que eligiera un texto. La respuesta fue  “El manantial”, el primer libro que me regaló, que es su favorito”

El joven empresario ha hecho una carrera meteórica ya que en apenas 12 años creó un partido y llegó a la presidencia de la nación. En todo este período sólo perdió una elección, la primera a jefe de la ciudad de Buenos Aires en el 2003. Si en Boca tuvo a Carlos Bianchi, en Buenos Aires contó como real jefe de gobierno a Horacio Rodríguez Larreta.

Cuando aspiraba a la presidencia, iba frecuentemente a “La Embajada” y pedía ayuda para limitar al kirchnerismo. En ArgenLeaks se cuenta: “Seis meses antes de las elecciones presidenciales del 2007, Mauricio Macri presentó su oferta electoral en la embajada de los EE.UU: “Somos el primer partido pro mercado y pro negocios en cerca de ochenta años de historia argentina que está listo para asumir el poder” se despachó ante el jefe de la misión y el cónsul político de la embajada, según el cable obtenido por Wikileaks… buscaba transmitir que ningún candidato, local o nacional, sería más amigable con el gobierno de Bush. Como muestra del clima de negocios que sabe generar, el jefe de gobierno porteño asistió a la reunión acompañado solamente por su íntimo amigo y empresario de la construcción Nicolás Caputo, uno de los principales contratistas de la ciudad. El cable describe a Caputo como un “socio de Macri y hombre de negocios local” (Página 197)

En la campaña electoral del 2015 había dicho: «El gobierno tiene que ser como un canchero de fútbol: tiene que cortar el pasto, marcar la cancha y es la gente (en realidad las empresas) las que tienen que jugar.»

Es perfectamente lógico que Mauricio  Macri admirara a Ayn Rand y que ésta lo considerara, si lo hubiera conocido, como un digno discípulo. En su última aparición pública, la exiliada rusa dijo: «No existe ningún poder externo que pueda destruir a tales hombres y a tal país, sólo un poder externo puede hacerlo: el poder de la moralidad. Más concretamente, el poder de una depravada y malvada idea aceptada como un principio moral: el altruismo. Recuerden que ‘altruismo’ no quiere decir benevolencia o consideración por otras personas. El altruismo es una teoría moral que predica que el hombre debe sacrificarse a sí mismo por otros, que debe poner el interés de otros por encima del suyo propio, que debe vivir por el bien de otros. El altruismo es una noción monstruosa, es la moralidad de caníbales, devorándose unos a otros. Es una teoría de un profundo odio por el hombre, contra la razón, contra el logro, contra cualquier forma de éxito humano o felicidad en la tierra».

Una concepción de la vida y de la sociedad opuesta al del filósofo inglés John Donne quien escribió este texto que dio origen al título de una novela de Hemingway: “Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti” 

En la ideología neoliberal el Choclo no es un tango, sino una ejemplificación de la distribución del ingreso, que mezcla Ayn Rand con Mauricio Macri: el maíz para los de arriba, el marlo para los de abajo.

 

Buenos Aires,  6 de agosto de 2018

*Coconductor del programa radial EL TREN, con más de 14 años en el aire. Contador Público recibido en UBA. Fue profesor de Economía Política en la Facultad de Ciencias Económicas de la misma Universidad. Es Periodista. Sus trabajos son publicados en diversos medios nacionales e internacionales. Es autor del trabajo de investigación “25 años de ausencia” y participó con trabajos en los libros “Damián Carlos Álvarez Pasión por el libro” e “Insignificancia y autonomía”. Debates a partir de Cornelius Castoriadis.
Además es coautor del libro “Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Emancipación Americana”     

2 Comments

  1. Sara Berlfein dice:

    Me estas diciendo que el se cree un buen tipo? Yo creo que no le importa nadie es un ególatra mal intencionado y peligroso